Como se puede esperar de una sociedad dominada desde finales del siglo XII y hasta el siglo XIX por una élite guerrera, existe en Japón una larga tradición de representación pictórica de gestas, batallas y personajes heroicos. Las familias samuráis más privilegiadas buscaron a lo largo de los siglos patrocinar artistas que elaborasen rollos ilustrados y biombos para recordar los enfrentamientos y heroicidades de antaño. El interés por estas narrativas no era exclusivo de la élite; también era compartido por la gente común, que disfrutaba de estas historias a través de la tradición oral, pero la representación pictórica de estas gestas estaba limitada al conjunto de la nobleza militar. Este monopolio visual se rompe en el siglo XVII con el desarrollo de los centros urbanos y el avance en las técnicas de impresión. La generalización del grabado en madera permitió producir estampas sobre papel a un precio lo suficientemente asequible para satisfacer las demandas de un publico urbanita con medios modestos, pero cada vez más numeroso. Estos grabados son conocidos habitualmente como ukiyo-e y, entre las diversas temáticas que se solicitaban –actores, beldades, paisajes…–, no podían faltar los guerreros samuráis, cuyas representaciones son consideradas un género en sí mismo, llamado musha-e.
ORÍGENES Y TEMÁTICAS
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