EL TESORO DEL CASTILLO DE FIGUERES
os días después de que finalizara la última sesión de las Cortes republicanas en el Castillo de Sant Ferrán, y mientras los aviones de Franco continuaban bombardeando Figueres, un convoy de veinte camiones salía del castillo rumbo a Francia. Ocultos bajo sus toldos, viajaban cientos de cuadros que los republicanos no pudieron evacuar a tiempo todo el tesoro “por un error de cálculo del propio Negrín”. El general comunista Juan Modesto ordenó al hermano de Virgilio, Ovidio Botella Pastor, jefe de ingenieros del 5° Cuerpo de Ejército, hacer estallar el material explosivo que estaba almacenado en un ala del castillo. Seguía la táctica republicana de abandonar las posiciones destruyendo los puntos estratégicos y los depósitos de armas para que no cayeran en manos del enemigo. Más tarde, Ovidio confesó desconocer qué había pasado con aquel tesoro, pues ignoraba en qué parte de la fortaleza se encontraba. Pensaba que “había quedado íntegro y sepultado entre las ruinas después de la voladura”, pero no podía probarlo. Una opinión parecida tenía Manuel Chamoso, agente franquista del Servicio de Recuperación del Patrimonio Artístico, que estaba convencido de que la explosión no había destruido “más que una pequeña parte de las obras”. De hecho, al final de la guerra, el ejército vencedor recuperó algunas de las piezas, como el célebre de la catedral de Barcelona.
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