MÁS LEJOS, MÁS RÁPIDO , MÁS FUERTE
“Elon Musk no es un lunático”, aclaró y tituló Forbes en mayo de 2003. Aunque había vendido Paypal, fundado SpaceX y aún le faltaban cinco años para su primer Tesla, el empresario sudafricano repetía como un profeta: “Podemos extinguirnos como los dinosaurios o padecer una guerra nuclear mundial. El riesgo es real, debemos entender cómo es el universo, por si necesitamos dejar el planeta Tierra”.
Dieciocho años más tarde, Musk envió astronautas a la Estación Espacial Internacional, fabricó 500.000 vehículos eléctricos, creó empresas de paneles solares, inteligencia artificial, interfaces implantables en el cerebro, perforación de túneles, y hasta promueve un nuevo sistema de transporte ultrarrápido.
También se convirtió en el ser humano más rico del mundo según las estimaciones de Forbes, aunque las cotizaciones cambian a diario y puede alternar el podio con Jeff Bezos.
El paso del tiempo no le hizo perder la línea: la promesa de colonizar Marte es uno de sus tópicos preferidos en Twitter, donde tiene más de 42 millones de seguidores. Y cada una de sus frases sacude los medios, las redes y, por supuesto, sus activos. Su historial incluye grandes promesas y aventuras que a veces se cumplen, otras no, y en algunos casos se retrasan: pasó 2020 y no hubo millones de vehículos autónomos en las calles. De lo que nadie duda es de su impacto, sobre todo en industrias como la espacial y la automotriz, que no veían desde hace décadas un auténtico game changer capaz de repensar las reglas, de aportar otra mirada. Su ascenso a la cima de los más ricos del mundo es una
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