LA ALEGRÍA DE LA HUERTA
La remolacha de mesa conecta con la tierra (y con la vida) por su raíz roja, la misma que nos da su sabor dulce y terroso y que tanto interés despierta en los amantes de la gastronomía. El origen de esta planta herbácea se relaciona con la acelga marina del norte de África, que se cultivaba ya hace 4.000 años. Pero, curiosamente, no siempre se usó esta parte subterránea para la alimentación. En el Mediterráneo, en otros tiempos, se consumían(Paidós), explica que esta raíz tuberosa es rica en manganeso, potasio, hierro, vitamina C, folato, ácidos fenólicos..., lo que la dota de una alta densidad nutricional. Además, se ha demostrado que puede ayudar a mejorar la hipertensión y su consumo se relaciona positivamente con el rendimiento deportivo, de ahí que muchos atletas la tomen en zumo. En cualquier caso, existen numerosos tipos, como la azucarera, la forrajera y la común (o roja). Y todos se encuentran en España, aunque en los últimos años ha aumentado el cultivo de la última debido a la demanda de países del norte y el este de Europa. Eso sí, para quienes coman con los ojos, hay una variedad que, partida por la mitad, parece un bastón de caramelo bicolor. Se trata de la italiana como el de todas las remolachas, su superpoder es el de alegrarte un plato... y hasta el día.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos