HITLER EN HENDAYA
ERA UN MIÉRCOLES 23 DE OCTUBRE DE 1940 CUANDO UN "BREAK" DE OBRAS PÚBLICAS ENTRÓ CON DIEZ MINUTOS DE RETRASO EN LA ESTACIÓN FRONTERIZA DE HENDAYA DEBIDO AL MAL ESTADO DE LA RED VIARIA. En otra vía estaba detenido el tren especial "Erika" que había conducido hasta allí al Führer. En el andén, alfombrado para la ocasión, el impaciente Hitler iba y venía con paso marcial y semblante huraño.
Después de un protocolario saludo, el canciller alemán Adolf Hitler y el caudillo español Francisco Franco subieron a las 15:40 de la tarde en el tren alemán para hablar de política, que para eso se había molestado el teutón en "recorrer el camino más largo que emprendió nunca para ver a quienquiera que fuese".
Lo que buscaba Hitler era el compromiso de la intervención española en la Segunda Guerra Mundial o, dicho de otro modo, cobrarse algunos favores, porque habían sido los "Stuka" alemanes los responsables de masacrar desde el aire a la población "levantisca" de Guernica, el 26 de abril de 1937, y la maquinaria de guerra alemana –en pleno y secreto rearme para burlar el Tratado de Versalles–, siempre había estado a disposición del Generalísimo para aplastar a las hordas bolcheviques y a los republicanos.
EL CUENTRO
El encuentro de Hendaya era el resultado de un fracaso previo porque, unos días antes, el 16 de septiembre, , arrogante y orgulloso ministro de Asuntos Exteriores alemán, había mantenido en Berlín una reunión con su homólogo español –que además era "Cuñadísimo" de Franco– con el interés puesto en obtener las islas Canarias –para levantar una estratégica base militar– y algún derecho ilimitado en la extracción de mine-rales,
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