ALIMENTACIÓN, DEPRESIÓN E INVIERNO
Una de las manifestaciones más claras de la desconexión con el orden de la naturaleza son los trastornos mentales diagnosticado, que sufre un 20% de la población actual, cifra a la que hay que añadir un tanto más que se camufla en desórdenes tolerados. Es decir, que un alto porcentaje de seres humanos padece de trastornos mentales, estén diagnosticados o no.
Dichos trastornos, sean visibles o camuflados engloban la depresión, la esquizofrenia, el desorden bipolar, la paranoia, la ansiedad, el enfado crónico, el abuso, la negligencia, la inseguridad, las fobias… Lo más impactante es que la sociedad se focaliza en el aumento casi viral del cáncer y enfermedades terminales, pero los trastornos mentales figuran entre los que se multiplican a una velocidad increíble. Pero la ciencia moderna los trata como si fueran disfunciones diferentes a las físicas y las remiten al psiquiatra, al trabajador social y a otros especialistas en terapias emocionales sin considerar en ningún momento el estrecho vínculo con los hábitos alimenticios.
Si consideramos el ser humano como un todo -y desde la amplia visión que ofrece la macrobiótica-, el desequilibrio físico no puede separarse del mental y emocional, y viceversa. Veo con mucha asiduidad en
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