GUERRA SANTA EN AL-ÁNDALUS
En el año 711, unos siete mil hombres al mando de Tariq, lugarteniente del gobernador de Ifriquiya, cruzaron el Estrecho, desembarcaron en Gibraltar y derrotaron al ejército de Rodrigo, el último rey visigodo. En poco tiempo, se adentraron por las antiguas vías romanas hacia el centro de la península echando abajo a su paso las defensas del Estado visigodo, un reino en fase terminal debido a la profunda crisis política, social y económica que padecía. Si los musulmanes ocuparon la península en poco más de tres años, los reinos cristianos tuvieron que emplear casi ocho siglos para recuperar el terreno perdido. El primer paso lo dio un mítico noble visigodo llamado Pelayo, que se rebeló contra los invasores poco después de que estos desembarcaran en el litoral andaluz. Fue el germen de la resistencia cristiana al poder de los musulmanes en la península.
UN PROCESO LARGO Y DIFUSO
Así, los reyes asturleoneses, herederos de la insurrección del noble godo Pelayo en las montañas asturianas, hicieron suyo el propósito de restaurar el reino de Toledo. En 939, el monarca leonés Ramiro
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