Los pactos de Lozoya
MADRID.- Nada queda de la ostentosa vida que disfrutó como director de Pemex, de su agenda internacional que lo llevó a buena parte del orbe en jets ejecutivos y hospedándose en exclusivos hoteles, de los multimillonarios fondos del erario de los que echó mano como miembro del círculo cercano del presidente Enrique Peña Nieto.
Lejos quedaron las fiestas y los banquetes del Foro Económico Mundial de Davos, en las que Emilio Lozoya Austin se movía con soltura. En uno de esos jaleos se vio “al actual consejero delegado de Pemex llegar con una chica en cada brazo y una botella de champán en la mano”, como lo describió –sin citar su nombre– el periodista inglés Andy Robinson en su libro Un reportero en la montaña mágica. Cómo la élite económica de Davos hundió el mundo (Ariel, septiembre de 2013).
Pero la fiesta llegó a su fin. Es la hora de la resaca.
Lozoya viajará esposado con los brazos por delante, como lo marca el protocolo de seguridad, en un vuelo de Madrid a la Ciudad de México, explica una fuente familiarizada con los procedimientos de extradición. De
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