RUMBO A LAS MONTAÑAS DE GALES
A pesar de que se trata de una de las instituciones que inspiran más respeto y admiración en la gente, es poco lo que la mayoría de nosotros sabemos en realidad sobre el ejército, más allá de lo que nos muestra (con su visión distorsionada) la industria del cine. Como me explica el Capitán
1/o. de Infantería encargado de darme un recorrido por el Centro de
Adiestramiento de Fuerzas Especiales, mientras presenciamos un ejercicio de adiestramiento, “hay personas que se crean expectativas por películas como 13 horas (Michael Bay, 2016) o incluso Rambo: Primera sangre (Ted
Kotcheff, 1982). Son cintas que nos han dado cierta promoción. Muchos vienen acá, tienen expectativas, pero cuando se dan cuenta de cómo es la realidad, es mucho más difícil de lo que se imaginaban”.
Mientras me encuentro en camino al campo militar que alberga el C.A.F.E., no puedo evitar pensar que pertenecer al ejército, y aún más si se trata de las Fuerzas Especiales, debe ser un compromiso mucho mayor que el que cualquiera de nosotros, civiles, asumimos con nuestro trabajo o cualquier otro aspecto de nuestras vidas. El campo, ubicado a hora y media de Ciudad de México, se encuentra apartado de todo, de manera que quienes viven y trabajan ahí no tienen muchas distracciones y pueden consagrarse en cuerpo y alma a sus labores. Una vez dentro de las instalaciones, encuentro orden y eficiencia por
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