EL ACEITE DE LA VIDA
cuenta Nani (Barcelona, 1953), que era una niña cuando su padre, Rafael Marquina, llegó a su casa con la aceitera con la que posa en la foto y contó que le habían dado un premio. Ella, que en aquel momento tenía once años, empezó a hacerse preguntas, entre la fascinación y la extrañeza: nunca antes había pensado que detrás de objetos cotidianos, como una aceitera, un vaso o una silla, hubiera alguien ideándolos. Durante años fue la hija de aquel famoso diseñador y arquitecto, y ahora es su propia hija quien le ha tomado el relevo en la gestión de la empresa de alfombras que fundó hace 33 años, una fortuna que le permite a Nani no sólo continuar con una tradición familiar sino volver a centrarse en lo que más le gusta: el diseño.
¿Existe la alfombra perfecta?
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