¡A LA ORDEN, MI CAPITÁN!
La pulcritud de los manteles y la manera tan ordenada en que cada utensilio está acomodado haría creer que no han sido tocados en mucho tiempo. En cada una de las 240 mesas, iluminadas por los rayos del Sol que entran por el tragaluz del centro del techo, una jarra de agua de jamaica hace juego con la mantelería blanca con rojo que porta en sus orillas el escudo dorado del Heroico Colegio Militar.
Pasado el mediodía, un ruido se escucha en la entrada del comedor y un grupo de jóvenes vestidos con filipina blanca y pantalón negro entran jalando cada uno un carrito de comida. Apurados, colocan en cada mesa un plato de espagueti a la boloñesa; cuando terminan regresan a la cocina por más alimentos y
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