ACCIÓN ÉPICA ITALIA
Gritos de alegría escapan de mis labios mientras picos imponentes y explosiones amarillas de flores silvestres pasan a toda prisa junto a mi. Estoy en la región de Alta Badia, al norte de Italia, a bordo de una bicicleta de montaña eléctrica sobre un sendero cuesta abajo en el que cada curva es más empinada y angosta que la anterior. En Minesota, Estados Unidos, mi ciudad natal, está prohibido usar bicicletas eléctricas en senderos, lo que hace que este viaje se sienta todavía más revoltoso. Quiero poner mi bicicleta en modo “turbo”, pero estrellarme arruinaría nuestro viaje.
He pasado la mayor parte de mis 25 años de carrera escribiendo artículos sobre lugares fuera de ruta, y mi filosofía de viaje siempre ha sido la misma: "Entre más escabroso y remoto, mejor". Esto me ha llevado a una trainera de pesca rumbo a una colonia de albatros en el mar de las islas Malvinas y a quedar varada en unos rápidos clase V en Tasmania. Sin embargo, por más gloriosa que parece, Italia nunca estuvo en los primeros lugares de mi lista de viajes. La sentía estilizada, demasiado perfecta y opuesta a lo que soy. Me preguntaba dónde encontrar la belleza con adrenalina que anhelaba en Italia.
La hallé en un viaje por carretera desde Venecia hacia el norte, rumbo a los montes vinícolas de prosecco en Valdobbiadene, sobre los imponentes Dolomitas, una cadena montañosa de picos, cumbres y paredes de roca impresionantes; también al oeste, hacia el lago de Garda, un mar interior de agua dulce flanqueado por cimas. El itinerario que haría con mi novio Brian incluía andar en bici, caminar hacia los refugios de montaña, escalar vías ferratas y navegar
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