Un caso real
Berta es asmática. Durante años ha probado un sinfín de tratamientos sin ningún resultado. Las crisis se repiten y la dejan agotada, hundida. Un día, su médico le sugiere intentar un medicamento nuevo en experimentación antes de comercializarlo. Berta acepta esperanzada. Cuando llega la crisis, toma un comprimido y… ¡milagro! La presión sobre su caja torácica desaparece rápidamente.
Berta informa del éxito a su médico, pero éste modera su optimismo: habrá que repetir la experiencia, una sola prueba no basta. Sin informar a Berta, pide un placebo al laboratorio: es una píldora de azúcar, que imita un fármaco real, pero no tiene ninguna sustancia activa. Berta toma la medicina por segunda vez, pero no sucede nada. Durante varias semanas se repite el proceso: el medicamento es un día muy eficaz, pero al siguiente no hace efecto.
Berta está desconcertada y su médico, satisfecho: el fármaco funciona de maravilla y el placebo carece de consecuencia. Redacta su informe y lo envía al laboratorio. Pero poco después recibe una carta que lo deja atónito: el laboratorio se disculpa por su error; ¡le habían enviado sólo placebos!
La fuerza del pensamiento. El efecto placebo
Esta historia real sucedió en EE.UU. hace algunos años. La relatan Marie Borrell y Ronald Mary en su libro ), publicado por la editorial Belfond. Si ningún medicamento real hacía efecto, ¿qué aliviaba el asma de Berta? Su fe, su confianza en el médico y