¿Quién tiene la culpa?
¿Tus padres por no criarte en un entorno lleno de rosas y cuidados?
¿El gobierno por no tutelar por tus intereses?
¿Los demás por interponerse en tus objetivos?
¿Quién tiene la culpa, muchacho?
Lo cierto es que da igual… O debería darte igual.
¿Qué más da quién tenga la culpa de los problemas de tu vida? Porque, en esencia, tú eres el único que va a hacerse responsable de tu vida y de ti.
Puedes pasarte la vida entera culpando a la gente y a la vida que pasarán los días y tú seguirás en el mismo sitio, sin haber avanzado nada.
Tu vida no empieza a cambiar hasta que te haces completamente responsable de tus asuntos.
Porque esa es la esencia del estoicismo, que tu vida —y tu felicidad— dependan únicamente de ti.
La falta de valor para tomar responsabilidad tiene un nombre y es vergonzoso; victimismo.
La persona que no acepta la responsabilidad del cambio se condena a sí misma a la miseria, pues sin la aceptación de la responsabilidad se considera la situación insalvable.
Recuerda las palabras de Epicteto
Cuando nos enfrentemos a alguna dificultad, o nos sintamos inquietos o tristes, no debemos hacer responsable a otro, sino a nosotros mismos, es decir, a nuestros juicios.
No pierdas tu tiempo buscando culpables. Si eres sabio no culparás a nadie. Ocúpate en hacerte cargo de tus asuntos y hazlo de la mejor manera posible.
Recuerda que la responsabilidad también es un acto de amor, si te haces responsable de ti estás demostrando respeto y amor hacia tu persona. Consérvate bueno.