El apóstol expuso anteriormente acerca del orden en el cual hombres y mujeres debían servir al Señor; el hombre no debía cubrirse la cabeza, por ser la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón (1 corintios 11: 7); esta prioridad no significa inferioridad, en palabras de Warren Wiersbe, puesto que Pablo demostró claramente en los versos 11 y 12 que en la creación de Dios hay un compañerismo como así también un señorío. El hombre y la mujer son uno espiritualmente en el Señor (Gálatas 3: 28), y el uno no puede existir sin el otro.

Por otro lado, Pablo mencionó a los ángeles, lo cual nos muestra una dimensión del culto que no es tan conocida y tiene que ver con el hecho de que los ángeles participan de nuestros servicios al Señor y debemos representar de forma correcta la sumisión a Dios, que para ellos es tan vital; por esto Pablo pide que las mujeres si tengan o usen lo que Dios les ha dado para demostrar sujeción, lo cuál es su cabello. ¿De qué largo? Creo que no es el punto, sino que este no exprese un espíritu de rebeldía frente a su liderazgo, a su familia y en fin ante una sociedad que mira y opina de nuestro comportamiento.

Hablando de orden, Pablo continúa con otro tema que, al parecer merecía una completa censura, a diferencia del tema de las mujeres en el culto, que solo necesitaba algunos ajustes