Jueces 21 nos relata cómo termina la historia de benjamín y su relación con las demás tribus de Israel. Además de cerrar así también el libro de los Jueces.

Si te preguntas ¿Qué es todo esto? Es lo que dice el verso 25: «En estos días no había rey en Israel, cada uno hacía lo que bien le parecía». No busquemos en estas escenas los mejores ejemplos sino lo menos malo.

Hubo un momento de lucides, donde las tribus buscaron a Dios y le concedieron a Benjamín una nueva oportunidad, lo cual fue bueno, pero la matanza de los de Jabes de Galaad y el tráfico de sus niñas vírgenes, sumado al robo de las vírgenes de las tribus de Israel, nada de eso se me hace justo o bueno a los ojos de Dios.

Dios tampoco es consultado en cada paso que se da en esta escena, solamente vemos que Dios ministra para la reconciliación con Benjamín, pero del resto de la historia vemos a los hombres buscando su acomodo respecto a sus acciones, justificándolas según su conveniencia.
En estos días no había rey en Israel, esto está señalando al rey humano, pero también nos podemos preguntar:
¿Por qué no respetaron la voluntad del Rey de reyes y Señor de señores?
¿Acaso Dios no tuvo opinión o solución sabia para estos dilemas?

Ellos hicieron un juramento y fue este juramento que los llevó a cometer estas acciones horrendas ¿No valía más la pena preguntar a Dios si podrían quitar ese juramento y así en paz poder ayudar de mejor forma a los de Benjamín?; ¿No era mejor humillarse delante de Dios y reconocer que el juramento que hicieron fue en base a venganza, a orgullo, a dolor y no fueron palabras espirituales?; ¿No hubiese sido mejor reconocer el error que tratar de taparlo con muchas otras malas acciones?

Que nos quede de reflexión amados el final de esta historia. Hay muy poco que rescatar aquí, pero hay mucho que aprender.