Carlomagno, también llamado Carlos I, de nombre Carlos el Grande, nacido el 2 de abril de 747 y fallecido el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, Austrasia, en la Alemania actual, fue rey de los francos (768–814), rey de los lombardos (774–814) y primer emperador (800–814) de los romanos y de lo que más tarde se llamó el Sacro Imperio Romano Germánico.
Las medidas políticas más innovadoras de Carlomagno consistieron en fortalecer los vínculos entre su persona, su palatium y los funcionarios locales. Aprovechó al máximo la tradicional asamblea anual de los francos, la reunión de los llamados al servicio militar en un contexto que destacaba el vínculo común que implicaba su voluntad de seguir a su líder en la guerra. Carlomagno amplió la función de estas reuniones para convertirlas en un instrumento para cimentar los lazos personales del rey con condes, obispos, abades y poderosos magnates. En estas asambleas, escuchó sus quejas, aceptó sus consejos, obtuvo su asentimiento para sus políticas y les entregó en sus propias palabras sus órdenes para gobernar su reino. La red de familias de las que el rey seleccionó a la mayoría de sus funcionarios proporcionó canales importantes a través de los cuales se podía ejercer presión para asegurar que las órdenes reales se ejecutaran localmente. Además, Carlomagno exigió a todos sus súbditos libres que juraran obedecer al rey y comportarse de manera que contribuyera a la paz y la concordia. Especialmente importante para fortalecer políticamente la mano del rey fue la práctica de Carlomagno de establecer lazos personales con figuras poderosas aceptándolos como vasallos reales a cambio de beneficios en forma de oficios y concesiones de tierras para ser explotadas para su beneficio personal mientras permanecieran leales.