Es fácil creer que los animales como nosotros, criaturas con cabeza, ojos y cerebro, son el logro supremo de la evolución. ¿Pero lo somos realmente? Los equinodermos como las estrellas de mar, los erizos de mar y los pepinos de mar no tienen cabeza, ojos ni cerebro centralizado, pero han demostrado ser dignos competidores. De hecho, pueden vivir en lugares inaccesibles para muchos otros animales. Los equinodermos evolucionaron como ningún otro animal en la Tierra. La mayoría de los animales desarrollaron cuerpos bilaterales equipados con cabeza, sistema nervioso central y cerebro. Pero los equinodermos optaron por un camino diferente. Adoptaron una simetría de cinco partes sin cabeza para liderar el camino. Sus cuerpos parecen poco más que un esqueleto hecho de pequeños platos y agua. No usan músculos grandes trabajando en partes grandes del cuerpo como otros animales. En su lugar, se mueven sobre cientos de diminutos pies de tubo llenos de agua operados por un sistema hidráulico que no produce un movimiento de alta velocidad. La mayoría se mueven tan lentamente que, según nuestros estándares, parecen estar casi estacionarios. Los científicos y ahora los cineastas han logrado que estos animales cobren una vida vibrante, todo mediante el uso de fotografías de lapso de tiempo. Cuando se aceleran, estos animales entran en acción compitiendo por el dominio, luchando por la comida y cazando presas como los leones en el Serengeti.