En la sección anterior vimos a Cristo comenzar su ministerio predicando las buenas nuevas del reino. Este reino es distinto a cualquier otro reino que el mundo haya conocido. Es por eso, que era necesario que el rey expusiera sus características únicas en un discurso que delineara las expectativas para todos aquellos que lleguen a ser parte de él por medio del nuevo nacimiento. El pasaje que tenemos delante nuestro representa la predicación más grande de todos los tiempos y tiene como objetivo central instruir a los que han aceptado a Cristo como su rey en cuanto a la clase de reino al cual han entrado. Tal como lo señaló el Señor en este mismo sermón, hay una diferencia entre los que son verdaderamente parte de su reino y lo que solo fingen serlo. Todos los que en verdad lo son, deben vivir de acuerdo con las demandas del rey. Lo que el Señor demanda no tiene que ver con las apariencias externas sino con una realidad interna que se expresa visiblemente en el comportamiento externo. El Señor demostrará que la justicias de los escribas y fariseos no era suficiente para entrar en el reino (“Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” 5:20) porque ésta no venía de un corazón recto sino de una apariencia hipócrita. El reino de Cristo tiene que ver con una condición del corazón que transforma todo en cuanto a la manera en la que vivimos. Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.