Si concebimos el Sendero Iniciático como una larga e inmensa escalera que lleva a la realización plena, a ese hito que conecta dos realidades y que llamamos Iniciación o Iluminación es lógico pensar que existan personas que están escalando los últimos peldaños o que (incluso) ya han llegado a la cima.

A estos seres adelantados los conocemos como Adeptos, Mahatmas, Hermanos Mayores e incluso Maestros Ascendidos, tal como los denominan algunas escuelas modernas.

La mera existencia de estos Maestros puede ser de ayuda e inspiración, adoptándolos como modelos a seguir y su presencia no debería convertirse en una obsesión o un culto.
No obstante, muchos estudiantes se entusiasman con la idea de comunicarse personalmente con estos seres espirituales, sin tener en cuenta que en los planos sutiles existen todo tipo de influencias, positivas y negativas, y una comunicación de naturaleza astral no siempre es fiable, ni suele ser lo que parece ser.

Los Maestros lo dijeron hace mucho tiempo atrás: el primer paso en el Sendero es el discernimiento, por lo cual antes de realizar prácticas de contacto metafísico con este tipo de entidades deberíamos preguntarnos antes que nada: ¿por qué buscar este tipo de contactos? No estamos negando la validez de algunos de estos fenómenos, pero determinar la motivación que nos impulsa es sumamente importante… ¿por qué?, o, más bien, ¿para qué buscar afuera lo que tenemos dentro?