Toda bomba para explotar necesita un detonador. Eso nos pasa cuando alguien toca uno de nuestros botones y saltamos en enojo, llanto o descontrol emocional. Generalmente nuestros detonadores son palabras, actitudes y hasta gestos de alguien que nos remiten a vivencias del pasado que activan nuestros mecanismos de defensa de manera muy aguda y a veces destructiva. Pero no es lo que nos dicen o hacen, sino cómo en nuestra mente quedó codificado y la forma de reaccionar o defendernos lo que hace a estos detonadores desatar una hecatombe.
Esto no es como vivir en una actitud defensiva o tomarlo todo personal, como ya hablé hace algunos episodios; aquí se parte de estar tranquilo, hasta que el detonador se presenta y entonces todo vuela en pedazos. ¿Conoces cuáles son tus detonadores personales?