Tengo esa resaca en el cuerpo que es de baile, ¿sabés?
Eso me hace irme a dormir cansada pero contenta.
Como ayer que la angustia me atravesaba como un rayo y yo
decidí que al rayo había que partirlo con un relámpago de movimiento.
No te olvides mi amigo,
las cosas que aprendimos,
no te olvides todo lo que desarmamos,
sin saber cómo íbamos a recomponerlo de otra forma
y aunque todavía no lo sabemos, en verdad no importa.
Uno se despierta aturdido,
en el medio de una fiesta,
bailando con la mente quieta que se activa,
en el ritmo distraído, la cabeza andante:
sorteamos el camino de lo fácil,
traducible y lineal.
No sé lo que estamos haciendo
pero nos seguimos moviendo igual.
Como la tarde de la sudestada en la que impusieron:
no se puede bailar y pensar,
no se puede bailar pensando,
estamos bailando y pensando
y rompiendo otros no.
En este beat que pega en el cuerpo
no defiendo tanto el yo:
hay algo ritual con la mezcla en grupo.
Me pega humo en el pecho y yo
paso mucho rato conmigo y está bien,
después prefiero repartirme
y no tengo tanto tiempo.
Prefiero mancharme con,
de los otros aprender algo distinto
que me saque de pensar que somos algo
definible y fijo
es obvio es imposible quedarse ahí.