Además, es de mala educación
sorber, ser vencidos, dejar que otras personas
se percaten del fraude y rascarse
la discreta cicatriz de aquella cirugía plástica.
Mejor un eficaz tónico contra el cansancio,
el asco, la falta de apetito.
Pero, como siempre, el experimento fracasa
y ahora las desnudistas se comen a los clientes
estafados, queridos, golpeados y acariciados
por el uso intensivo de cantos rituales.
Mientras eso sucede, escucho una noticia horrible,
pero mis visitas, que también tienen perros,
y conocen su temperamento, saben alimentarlos
siempre con las páginas de algún libro de defensa
personal.