El día que entrevistamos a Lorena llovía y hacía mucho frío. En su cabaña sencilla nos contó cómo logró levantar su sueño: ser una caficultora y que su café fuera exportado. Antigua asistente de farmacia, de mediana edad y sin nada de capital, nadie creía en su plan. "Mis manos fueron mis mejores amigas, eran lo único que tenía".
Ya que está cerca el Día Internacional de la Mujer, me gusta recordar la importancia que tiene la mujer en el café y la lucha que lleva por salir adelante. En la voz de Lorena y su tenacidad, nos vemos reflejadas todas. 
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