El 3 de abril de 2003, Noelia de Mingo, armada con un cuchillo de grandes dimensiones, sembró el pánico en el hospital en el que trabajaba como residente, la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, matando a tres personas e hiriendo a muchas más. Por aquel entonces, ya se sabía que padecía un trastorno. Incluso le habían recetado una medicación que ,en el momento del ataque , no tomaba. Pero nadie quiso asumir la responsabilidad, nadie se atrevió a tomar una decisión que hubiera salvado vidas. Fue declarada no responsable y enviada al Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Fontcalent "por un máximo de 25 años". En 2017, pese a la oposición del abogado de las víctimas, que afirmaba que era una mujer peligrosa y que necesitaba un control estricto, Noelia recuperó la libertad bajo la vigilancia de su madre, una mujer mayor, y con la revisión ambulatoria de su enfermedad. No parecía suficiente. Y el lunes 20 de septiembre de 2021, salió a la calle con un cuchillo y apuñaló a dos mujeres en El Molar (Madrid). La pregunta es: ¿se podría haber evitado? ¿Hay algún responsable de esta tragedia?
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