A las 12:18 am del 29 de enero de 2002, comenzó la ejecución por inyección letal de Stephen Wayne Anderson en la cámara de ejecución de la Prisión Estatal de San Quentin, en California. Fue declarado muerto a las 12:30 a.m.De no haber elegido el camino del crimen, Anderson pudo haber sido un poeta consagrado.Este asesino serial nació el 8 de julio de 1953, y era el mayor de dos niños nacidos de un padre alcohólico con temperamento violento y una madre emocionalmente abusiva que lo echó a él y a su hermano de la casa cuando tenía 14 años. A muy temprana edad, Anderson comenzó a vivir con amigos y parientes.Anderson cometió su primer crimen violento en 1971, cuando robó una escuela en Farmington, Nuevo México. Durante el robo, amenazó a dos policías. Fue condenado por robo y sentenciado a entre uno y cinco años de prisión.Sin embargo, sus ambages no pararon ahí.Con tan solo 26 años de edad, Anderson robó la casa de Elizabeth Lyman, de 81 años, profesora de piano jubilada , en Bloomington, California. En medio de la noche, Anderson cortó la línea telefónica de Lyman con un cuchillo y entró en su casa quitando un panel de vidrio de las puertas.Entró a la casa buscando ocupantes y solo encontró a la viejecilla, a quien le disparó a quemarropa en su cara. El asesino recuperó el casquillo de la bala, saqueó su casa en busca de dinero y solo encontró 100 dólares.¿Una mente brillante detrás de un criminal en potencia?