Para el final del primer siglo, el Imperio romano era cada vez más hostil con el cristianismo.

La persecución a los cristianos en el Imperio ocurrió de manera intermitente durante más de dos siglos entre el Gran Incendio de Roma en 64 d.C y el Edicto de Milán en el 313 d.C.

Se desconoce el número total de cristianos que perdieron la vida a causa de estas persecuciones; aunque el historiador Eusebio se refiere a la cantidad en uno de sus escritos como "las grandes multitudes".

Tradicionalmente se cree que existieron diez persecuciones generales contra el cristianismo por parte del Imperio.

Estas persecuciones influyeron fuertemente en el desarrollo del cristianismo, dando forma a la teología cristiana y la estructura de la Iglesia.

Mártires, teólogos, apologistas, filósofos, biblistas y muchos eruditos, pensadores y escritores transmitieron sus interpretaciones y pensamientos mientras esquivaban los duros golpes del Imperio.