Explora más de 1,5 millones de audiolibros y libros electrónicos gratis durante días

Al terminar tu prueba, sigue disfrutando por $11.99 al mes. Cancela cuando quieras.

El Renacimiento Nuclear del Dragón: Cómo China Construyó la Industria de Energía Nuclear de Más Rápido Crecimiento del Mundo
El Renacimiento Nuclear del Dragón: Cómo China Construyó la Industria de Energía Nuclear de Más Rápido Crecimiento del Mundo
El Renacimiento Nuclear del Dragón: Cómo China Construyó la Industria de Energía Nuclear de Más Rápido Crecimiento del Mundo
Libro electrónico301 páginas3 horas

El Renacimiento Nuclear del Dragón: Cómo China Construyó la Industria de Energía Nuclear de Más Rápido Crecimiento del Mundo

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer vista previa

Información de este libro electrónico

De Armas Nucleares a Superpotencia Energética Global

En 1964, China detonó su primera bomba atómica en el remoto desierto de Lop Nur, marcando su dramática e

IdiomaEspañol
EditorialDouglas Hemme
Fecha de lanzamiento30 sept 2025
ISBN9798330207381
El Renacimiento Nuclear del Dragón: Cómo China Construyó la Industria de Energía Nuclear de Más Rápido Crecimiento del Mundo

Relacionado con El Renacimiento Nuclear del Dragón

Libros electrónicos relacionados

Historia asiática para usted

Ver más

Categorías relacionadas

Comentarios para El Renacimiento Nuclear del Dragón

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El Renacimiento Nuclear del Dragón - Douglas Donovan

    El renacimiento nuclear del dragón

    Cómo China construyó la industria de energía

    nuclear de más rápido crecimiento del mundo

    Por Douglas Donovan

    Derechos de autor © 2025 por Douglas Donovan

    Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, incluidos la fotocopia, la grabación u otros métodos electrónicos o mecánicos, sin el permiso previo por escrito del editor, excepto en lo permitido por la ley de derechos de autor de los Estados Unidos. Para solicitudes de permiso, contacte a doug1asdon@yahoo.com.

    ISBN: 979-8-3302-0738-1

    Parte I:

    Fundamentos (1950s-2000s)

    Capítulo 1: De Moscú a Mao - La asociación nuclear soviética

    En las primeras horas de la mañana del 16 de octubre de 1964, la desolada extensión del sitio de pruebas de Lop Nur, en China, tembló cuando el país detonó su primera arma nuclear. La prueba exitosa marcó la culminación de más de una década de esfuerzo científico, cooperación internacional y, en última instancia, una férrea determinación por alcanzar la independencia nuclear. Sin embargo, el camino hacia ese momento no comenzó en los remotos desiertos de Xinjiang, sino en los pasillos del poder en Moscú y Pekín, donde dos aliados comunistas cerraron un acuerdo que remodelaría el panorama nuclear mundial.

    La historia del ascenso nuclear de China no puede contarse sin comprender la compleja relación entre la China de Mao Zedong y la Unión Soviética de Nikita Khrushchev. Lo que empezó como una asociación nacida de la alineación ideológica y la necesidad mutua acabaría fracturándose en una de las escisiones más significativas de la Guerra Fría. Sin embargo, durante sus años más productivos, la cooperación nuclear sino-soviética proporcionó a China la base sobre la cual construiría no solo su programa de armas, sino, finalmente, la industria de energía nuclear civil más ambiciosa del mundo.

    El Acuerdo de Uranio por Tecnología de 1951

    El origen del programa nuclear chino puede rastrearse hasta un acuerdo secreto firmado en 1951, apenas dos años después de la victoria de Mao en la Guerra Civil China. Este pacto clandestino estableció el marco de lo que se convertiría en una de las transferencias de tecnología más significativas del siglo XX. En virtud de sus términos, China accedió a proporcionar a la Unión Soviética minerales de uranio provenientes de sus vastos recursos territoriales a cambio de la asistencia soviética en el desarrollo de tecnología nuclear.

    El momento de este acuerdo no fue casualidad. El mundo había entrado en la era nuclear apenas seis años antes con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y las implicaciones estratégicas se estaban volviendo cada vez más claras tanto para las superpotencias como para las potencias emergentes. Para China, aún recuperándose de décadas de guerra civil y ocupación extranjera, la cuestión nuclear representaba tanto una amenaza existencial como una posible vía hacia la verdadera independencia.

    La Guerra de Corea, que comenzó en junio de 1950, había llevado a las fuerzas estadounidenses directamente a la frontera china e introdujo la posibilidad real de que se emplearan armas nucleares contra fuerzas chinas. El presidente Harry Truman había considerado públicamente la opción nuclear, y el general Douglas MacArthur había abogado por ataques nucleares contra China. Estas amenazas no pasaron desapercibidas para Mao, quien comprendió que la fuerza militar convencional de China, aunque formidable en términos de números, sería insuficiente para disuadir a un adversario armado con armas nucleares.

    Desde la perspectiva soviética, el acuerdo de 1951 servía a múltiples propósitos. La Unión Soviética de Stalin estaba expandiendo rápidamente sus propias capacidades nucleares y requería recursos de uranio sustanciales para alimentar tanto su programa de armas como sus incipientes iniciativas de energía nuclear. Los depósitos de uranio de China, particularmente en la provincia de Xinjiang, representaban un recurso estratégico valioso. Además, incorporar a China en la esfera nuclear soviética fortalecería la posición general del bloque comunista en el naciente orden mundial bipolar.

    El acuerdo también reflejaba las dinámicas más amplias del periodo inicial de la Guerra Fría. La Unión Soviética se estaba estableciendo como líder del mundo comunista, y la tecnología nuclear representaba la cúspide del logro científico moderno. Al compartir esta tecnología con China, Stalin demostraba tanto la superioridad tecnológica soviética como aseguraba la dependencia china de la pericia soviética.

    La asistencia soviética y la primera generación de científicos nucleares chinos

    La implementación práctica del acuerdo de 1951 comenzó de manera decidida en 1954, marcando el inicio de un periodo intensivo de cooperación nuclear sino-soviética que duraría hasta finales de la década de 1950. Nikita Khrushchev, que había emergido victorioso de la lucha por el poder posterior a Stalin, inicialmente albergó reservas sobre compartir secretos nucleares con China. Sus inquietudes eran comprensibles: proporcionar tecnología de armas nucleares a China podría disminuir potencialmente la superioridad militar soviética dentro del bloque socialista y crear un rival poderoso.

    Sin embargo, la conveniencia política acabó por prevalecer sobre estas consideraciones estratégicas. Khrushchev necesitaba el apoyo político de Mao mientras consolidaba su poder dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética, y la cooperación nuclear se convirtió en un componente clave de esta alianza política más amplia. La decisión tendría consecuencias de largo alcance para ambas naciones y para el mundo.

    Entre 1955 y 1958, la Unión Soviética y China firmaron seis acuerdos integrales diseñados para fomentar la ciencia nuclear, la industria y el programa de armas de China. Estos acuerdos abarcaron un espectro notablemente amplio de actividades nucleares, incluida la minería y producción de uranio, el desarrollo de capacidades en física nuclear, la educación de estudiantes chinos en física nuclear en instituciones soviéticas, la utilización pacífica de la energía atómica y la construcción de importantes instalaciones nucleares en China.

    El componente educativo de esta cooperación fue particularmente significativo para el desarrollo nuclear a largo plazo de China. A estudiantes y científicos chinos se les dio acceso a la educación en física nuclear más avanzada disponible en la Unión Soviética, incluidas oportunidades para realizar investigaciones en el recién establecido Instituto Conjunto de Estudios Nucleares en Dubná, en las afueras de Moscú, fundado en 1955. Esta institución se convirtió en un campo de entrenamiento crucial para la primera generación de científicos nucleares chinos, que regresarían a China con conocimientos teóricos y experiencia práctica en tecnología nuclear.

    Entre los proyectos de infraestructura más importantes estuvo la construcción de un reactor de investigación de agua pesada, un ciclotrón y un acelerador de partículas en China. Estas instalaciones representaron el núcleo de la incipiente capacidad de investigación nuclear de China y proporcionaron la base tanto para el desarrollo de armas como para aplicaciones nucleares pacíficas. El reactor de agua pesada, en particular, era esencial para la producción de plutonio, mientras que el ciclotrón y el acelerador de partículas permitían investigaciones avanzadas en física nuclear.

    La asistencia soviética se extendió mucho más allá del hardware y la educación. Asesores soviéticos fueron estacionados en instalaciones nucleares chinas clave, proporcionando orientación práctica en operaciones de reactores, procesamiento de materiales nucleares y diseño de armas. Las instalaciones nucleares chinas se diseñaron con planos soviéticos y se construyeron con asistencia técnica soviética. Incluso la estructura organizativa del programa nuclear chino reflejaba modelos y prácticas soviéticas.

    En 1956, China formalizó sus ambiciones nucleares con el establecimiento del Tercer Ministerio de Construcción de Maquinaria, que más tarde se convertiría en la Corporación Nacional Nuclear de China (CNNC). Esta entidad de propiedad gubernamental fue diseñada para supervisar todos los aspectos del programa nuclear chino y sigue siendo hoy la mayor empresa nuclear de China. La creación de este ministerio señaló el compromiso de China de desarrollar una capacidad nuclear integral bajo control gubernamental centralizado.

    El nuevo Acuerdo Técnico de Defensa de 1957

    La cooperación entre la Unión Soviética y China alcanzó su cenit con la firma del Nuevo Acuerdo Técnico de Defensa el 15 de octubre de 1957. Este acuerdo representó un nivel sin precedentes de cooperación nuclear entre las dos naciones e incluía disposiciones que habrían alterado fundamentalmente el equilibrio nuclear mundial de haberse implementado por completo.

    Según los términos de este acuerdo, la Unión Soviética se comprometía a proporcionar a China nada menos que un prototipo de bomba atómica, completo con datos técnicos de apoyo y especificaciones de fabricación. Esto no fue simplemente una promesa de compartir tecnología nuclear, sino un compromiso de transferir armas nucleares reales y el conocimiento necesario para que China fabricara armas adicionales de forma independiente.

    Las negociaciones para este acuerdo involucraron a funcionarios militares y políticos de alto nivel de ambos países. El mariscal Nie Rongzhen, uno de los líderes militares más senior de China, viajó a Moscú junto con sus adjuntos Chen Geng y Song Renqiong para clarificar los términos de la transferencia tecnológica. La delegación soviética fue igualmente de alto nivel, reflejando la importancia estratégica que ambas partes otorgaban al acuerdo.

    Tras la firma del acuerdo, una delegación militar china encabezada por el ministro de Defensa, el mariscal Peng Dehuai, permaneció en Moscú durante un mes adicional después de la conferencia de partidos socialistas de noviembre de 1957. Durante esta estancia prolongada, las dos partes trabajaron para coordinar y estandarizar los sistemas de producción de armas, los protocolos de comunicación y los programas de formación. El objetivo no era meramente transferir piezas individuales de tecnología, sino crear capacidades industriales de defensa integradas.

    El alcance del acuerdo de 1957 se extendió más allá de las armas nucleares para incluir misiles y otras tecnologías avanzadas de defensa. Este enfoque integral reflejaba el reconocimiento soviético de que las armas nucleares por sí solas eran insuficientes para el poder militar moderno: los sistemas de entrega efectivos y la infraestructura de apoyo eran igualmente importantes.

    Sin embargo, el acuerdo de 1957 también marcó el punto culminante de la cooperación nuclear sino-soviética. Incluso mientras se firmaba el acuerdo, tensiones subyacentes entre las dos potencias comunistas empezaban a emerger. Estas tensiones pronto escalarían hasta convertirse en una ruptura total que alteraría fundamentalmente la trayectoria del programa nuclear chino.

    La escisión sino-soviética y su impacto en el desarrollo nuclear

    El deterioro de las relaciones sino-soviéticas a finales de la década de 1950 representó uno de los desarrollos geopolíticos más significativos de la era de la Guerra Fría. Lo que había comenzado como una asociación entre potencias comunistas ideológicamente alineadas degeneró gradualmente en una amarga rivalidad que persistiría durante décadas. El programa de cooperación nuclear, que había sido símbolo de la unidad socialista, se convirtió en una de las primeras víctimas de este conflicto político más amplio.

    Las raíces de la escisión sino-soviética fueron complejas y multifacéticas. Las diferencias ideológicas jugaron un papel significativo, con Mao cada vez más crítico de las políticas de desestalinización de Khrushchev y de su búsqueda de la coexistencia pacífica con Occidente. Mao veía estas políticas como desviaciones revisionistas de los verdaderos principios marxista-leninistas y percibía la denuncia de Stalin por parte de Khrushchev como una crítica implícita al propio estilo de liderazgo de Mao.

    Las consideraciones geopolíticas también contribuyeron a las crecientes tensiones. A medida que el poder e influencia de China crecían, Mao se mostró cada vez menos dispuesto a aceptar un papel subordinado dentro del bloque socialista. El líder chino se imaginaba a China como la líder natural del mundo en desarrollo y estandarte del comunismo revolucionario. Esta visión chocaba directamente con las expectativas soviéticas de que China continuara mostrando deferencia al liderazgo de Moscú.

    El programa nuclear se convirtió tanto en símbolo como en víctima de estas tensiones más amplias. Desde la perspectiva soviética, las crecientes capacidades nucleares de China representaban una amenaza potencial a la dominación soviética dentro del mundo comunista. Khrushchev se mostró cada vez más preocupado por la conveniencia de crear una China con armas nucleares que pudiera no permanecer subordinada a los intereses soviéticos.

    Estas preocupaciones se vieron reforzadas por el comportamiento de China durante varias crisis internacionales. Durante la Crisis del Estrecho de Taiwán de 1958, Mao adoptó una postura más agresiva de la que los soviéticos preferían, llevando a Khrushchev a cuestionar si se podía confiar en China con armas nucleares. La aparente disposición del líder chino a arriesgar una confrontación nuclear con Estados Unidos alarmó al liderazgo soviético, que seguía una estrategia más cautelosa en la competencia de la Guerra Fría.

    El impacto práctico del deterioro de la relación se hizo evidente en 1959, cuando la Unión Soviética comenzó a retirarse de sus compromisos nucleares con China. El prototipo prometido de bomba atómica nunca fue entregado y la asistencia técnica soviética empezó a reducirse. Para 1960, la retirada se había completado, con asesores soviéticos abandonando las instalaciones nucleares chinas y los programas de cooperación técnica terminados.

    Esta retirada soviética representó una prueba crítica para las ambiciones nucleares de China. Muchos observadores, tanto en Oriente como en Occidente, predijeron que China sería incapaz de desarrollar armas nucleares sin la asistencia soviética continuada. Los desafíos técnicos eran formidables y la base científica e industrial de China seguía siendo relativamente poco desarrollada en comparación con las potencias nucleares ya establecidas.

    Construir capacidad indígena tras la retirada soviética

    A pesar de la terminación de la asistencia soviética, China demostró una notable determinación e ingenio en la persecución de sus ambiciones nucleares. En lugar de abandonar el programa nuclear, el liderazgo chino tomó la decisión estratégica de continuar el desarrollo utilizando capacidades indígenas. Esta decisión demostraría ser una de las más trascendentales en la historia moderna de China, estableciendo un patrón de autosuficiencia tecnológica que sigue caracterizando el enfoque chino hacia las tecnologías estratégicas hoy en día.

    El desafío que enfrentaba China en 1960 era inmenso. El país tenía que completar el desarrollo de armas nucleares usando datos técnicos incompletos, instalaciones parcialmente construidas y una fuerza científica que, si bien talentosa, carecía de la amplia experiencia de sus homólogos soviéticos. La tarea exigía no solo innovación científica y técnica, sino también una movilización industrial masiva y asignación de recursos.

    El liderazgo chino abordó este desafío con la determinación característica y una planificación sistemática. Al programa nuclear se le otorgó la máxima prioridad nacional, redirigiéndose recursos de otros sectores para apoyar el desarrollo continuado. El programa se benefició de las mismas capacidades organizativas que habían permitido a China lograr éxitos anteriores en proyectos de infraestructura a gran escala y campañas militares.

    El liderazgo científico del programa nuclear chino demostró ser excepcionalmente capaz. Muchos de los científicos chinos que se habían formado en la Unión Soviética durante el periodo de cooperación habían absorbido no solo conocimientos técnicos específicos, sino también principios más amplios de la ciencia y la ingeniería nucleares. Estos individuos se convirtieron en el núcleo del esfuerzo de desarrollo nuclear indígena de China.

    Figuras clave incluyeron a Qian Sanqiang, a menudo llamado el padre de la bomba atómica china, que había estudiado física nuclear en Francia antes de regresar a China y participar en el programa de cooperación soviético. Deng Jiaxian, otra figura crucial, obtuvo su doctorado en física en la Universidad de Purdue antes de dedicar su carrera al desarrollo de armas nucleares en China. Estos científicos y sus colegas proporcionaron el liderazgo intelectual necesario para proseguir el programa nuclear sin la asistencia soviética.

    La movilización industrial requerida para el desarrollo de armas nucleares fue igualmente impresionante. China tuvo que construir instalaciones de enriquecimiento de uranio, reactores para producción de plutonio y capacidades de fabricación de armas utilizando principalmente recursos y tecnologías nacionales. La planta de enriquecimiento de uranio por difusión gaseosa en Lanzhou, que había sido iniciada con asistencia soviética, se completó utilizando capacidades chinas de ingeniería y construcción.

    La estructura organizativa establecida durante el periodo de cooperación soviética resultó estar bien adaptada para el desarrollo indígena. El Tercer Ministerio de Construcción de Maquinaria proporcionó coordinación centralizada y asignación de recursos, mientras que institutos y facilidades especializados mantenían el enfoque en desafíos técnicos específicos. Esta estructura permitió una comunicación y colaboración eficientes a lo largo del programa nuclear, a la vez que mantenía la seguridad necesaria para una empresa tan sensible.

    El éxito del desarrollo nuclear indígena de China se hizo evidente el 16 de octubre de 1964, cuando China llevó a cabo su primera prueba nuclear en Lop Nur. El artefacto, que empleó uranio-235 como material fisible y alcanzó un rendimiento de 22 kilotones, demostró que China había superado con éxito los desafíos técnicos asociados con el desarrollo de armas nucleares. Quizá aún más significativo fue que China logró este hito en menos de cinco años tras la retirada completa de la asistencia soviética.

    La rápida progresión de la primera prueba nuclear a la bomba de hidrógeno fue igualmente impresionante. El 14 de junio de 1967, menos de 32 meses después de su primera prueba nuclear, China detonó su primera bomba de hidrógeno. Este cronograma fue más rápido que el logrado por cualquier otra potencia nuclear, demostrando la efectividad del enfoque sistemático de China para el desarrollo nuclear.

    El éxito del programa indígena de armas nucleares de China estableció varios precedentes importantes para el desarrollo tecnológico del país. Primero, demostró que China podía superar la dependencia tecnológica de socios extranjeros mediante la determinación, la planificación sistemática y la asignación de recursos enfocada. Segundo, mostró que los científicos e ingenieros chinos eran capaces de innovación de clase mundial cuando se les proporcionaba apoyo adecuado

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1