Reorganizarte: El arte de ordenar tu casa y llenar de felicidad tu vida
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Pon orden en tu casa y aprovecha mejor tus espacios, hazlos más prácticos y funcionales y, al mismo tiempo, más bonitos y armoniosos. Sin volverte loco, sin perder la perspectiva, concediéndole la importancia que tiene, y concediéndotela a ti, puedes hacerlo, puedes aprender a ser ordenado y a optimizar cada espacio, solo tienes que estar atento. Toma la decisión de ordenar tu entorno como primer paso para ordenar tu vida.
Con Reorganizarte aprenderás a focalizar, usar todo lo que tienes, no acumular sin sentido, mantener la limpieza adecuada y emplear el sentido común para organizarlo todo. De una manera fácil, amena e instructiva, Cloti Martínez Peinado te da las claves y las explicaciones para reorganizarte y ser feliz.
El fin del orden es simplificarte la vida y darte paz. Da el paso para reorganizarte y ser feliz.
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Reorganizarte - Cloti Martínez Peinado
«El caos es un orden por descifrar.»
José Saramago
Cuesta mucho definirse, somos tantas cosas a la vez que fijar unos límites resulta más que complicado. Pero trataré de hacer un resumen con el fin de presentarme de una manera ordenada, es decir, cronológica.
Siempre fui buena estudiante, en parte por lo curiosa y en parte por lo organizada que he sido siempre. Ordenaba hasta mis peluches y no me gustaba que me tocaran nada porque me lo dejaban en el lugar que no era.
Estudié Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y justo al terminar la carrera me dieron una beca para cursar un máster en Periodismo Audiovisual en el Instituto de Especialistas en Periodismo Audiovisual, en Madrid. Fui para un año de estudios y prácticas y acabé quedándome casi trece.
Ejercí de redactora y locutora en muchos y muy diversos sitios. Pero, como es propio de un periodista, una de mis marcadas inquietudes es la curiosidad nunca satisfecha. Eso me llevó a dar vueltas de un lugar a otro buscando algo que me causara satisfacción plena, y acabé estudiando en el madrileño Instituto Santa Engracia, que formaba en imagen personal. Me saqué el grado de Técnico Superior en Asesoría de Imagen años después de licenciarme. Pero durante mucho tiempo no ejercí de asesora y seguí por el camino del periodismo, la locución y la producción en televisión y radio.
Un verano me fui a Nueva York de vacaciones, ciudad de la que siempre he estado prendada. Me pasé dos semanas sonriendo y pisando todos sus adoquines. No me dio tiempo a todo lo que un enamorado quiere hacer con el objeto de su deseo, así que recién aterricé de nuevo en Madrid, decidí que tenía que volver, pero para quedarme más tiempo.
Y efectivamente, por entonces conducía un programa de radio en una emisora de rock. Esperé a que venciera mi contrato y compré un billete para irme una temporada a conocer de verdad Nueva York. Me pasé un tiempo allí, conociendo la ciudad y descubriendo nuevas posibilidades. Una tarde, una de mis mejores amigas, que vivía allí, me llevó a una tienda que era (y es) uno de los paraísos de los organizadores. Fue una sorpresa, yo no era ni pensaba en ser organizadora, pero Mª Paz me dijo: «Ven, te va a encantar». Ella, antes que yo, sabía que ese lugar se me iba a quedar grabado. Y así fue: aquello era el éxtasis de un freak del orden. Cajas, cajitas, cajones, bolsas, plásticos, maderas, organizadores, clasificadores… un sinfín de maravillosas posibilidades para que tu casa sea, incluso, demasiado ordenada. Porque creedme, existe el exceso de orden. Ese lugar mágico, The Container Store, lleno de formas y colores, me dejó impactadísima. Aunque seguía desconociendo la profesión como tal.
Llegó el momento de regresar a Madrid y, con el tiempo, de volver a mi lugar de origen, Barcelona. Como en todos los cambios importantes en la vida, siempre se necesita un margen para volver a situarse. Y yo, pensadora nata, empecé a darle vueltas a la idea de buscar algo que ofrecer a los demás, algo que supiera hacer bien y contribuyera de alguna manera a la felicidad de los otros.
Me reencontré con el mundo de la imagen pero no desde el audiovisual, sino desde la propia imagen que cada uno proyecta. Sin abandonar el mundo de la comunicación y el periodismo, empecé a aconsejar como asesora, y eso me llevó a revisar armarios roperos. Me percaté de que la gente no solo tenía un problema de qué ponerse, sino de cómo distribuir lo que ponerse para poder ponérselo todo.
Gracias a mi habilidad nata, encontré mi pasión en el orden, me di cuenta de que era capaz de organizar un espacio para sacar más provecho de él, para hacerlo más práctico, más funcional y más bello y armónico. Mi primera cobaya en el terreno profesional fue Núria, una amiga de la Universidad. En cuatro horas le organicé el armario vestidor y otras víctimas colaterales, como el armario del baño y algunos de la cocina. A partir de ahí aprendí que existía una profesión llamada home organizer u organizador profesional, y creé mi empresa de organización: Reorganizarte.
Me formé todo lo posible de manera autodidacta y definí mi especialidad en roperos y vestidores; por ahí empecé y por ahí continúo, sin por ello olvidar el resto del hogar. Ahora compagino mi pulso natural hacia el orden en forma de actividad como organizadora con mi vena periodística, a través de diversas actividades en el mundo de la comunicación. Y como mejor ejemplo de esta simbiosis, el presente libro, que trata de cómo ser un poco más organizado y sacarse a uno mismo y a su espacio el máximo partido posible.
El orden y la organización es algo que llevas dentro, un pequeño germen que se va haciendo grande a medida que le das rienda suelta a la obsesión. Por eso es importante medirse y conocerse y saber que tan importante es el orden como el caos y que cada uno debe ocupar su propio lugar.
Pero el orden también puede aprenderse con cierta disciplina. Si no lo llevas dentro, puedes conseguirlo siendo observador y teniendo un poco de fuerza de voluntad. Como tantas cosas en la vida, para conseguir algo hay que quererlo. Y en la medida en que lo desees, trabajarás e invertirás en ello. Pero lo que está claro es que solo conseguirás algo en proporción a lo que te involucres. Sin volverte loco, sin perder la perspectiva, concediéndole la importancia que tiene, y concediéndotela a ti, puedes hacerlo, puedes aprender a ser ordenado y a optimizar cada espacio, solo tienes que estar atento.
Capítulo 1
Aprender a desprenderse y a
tomar decisiones
El orden trae paz y tranquilidad. A la mayoría de nosotros consigue pacificarnos de una manera casi inmediata. Organizarte y ordenar tu entorno puede traer consecuencias muy positivas a tu mente y a tu vida.
Ordenar no siempre es fácil, hay que seguir unas reglas básicas que te dicta tu propio sentido común, si dejas que te hable desde cierta distancia. Aunque en ocasiones nos atoramos sin saber qué dirección tomar.
Antes de llegar a esa situación, antes de empezar siquiera a pensar qué contenedores serán los más adecuados para guardar lo que tienes que guardar, o si doblar las camisetas dentro del cajón o ponerlas en estantes, lo primero que hay que hacer es descartar.
Eliminar parte de tus pertenencias es lo que te ayuda a conseguir esa sensación de paz interior y exterior. No es solo el orden, es el proceso total. Y no hay orden completo si no consigues eliminar algunos de tus enseres superfluos. Puedes ordenarlo todo y tener espacio para todo, pero si quieres respirar tranquilo, primero, elimina.
Deshacernos de nuestras cosas no es fácil. En pocas ocasiones me he encontrado gente a quien no le importe nada eliminar parte de lo que tiene en casa. Pero uno se entrena en desprenderse de lo material igual que se entrena en correr. Primero unos minutos, luego maratones.
El truco
imagen Empieza siempre por aquello que te resulte menos amado. La mejor manera de ordenar es por categorías y antes de ordenar debes eliminar. Así que empieza por aquella categoría a la que le tienes menos apego y ve subiendo de dificultad hasta lo que más te importa.
Cada uno tiene su propio sistema de valores materiales, lo que significa que habrá quien empiece eliminando ropa y deje las fotografías para lo último, pero también habrá quien lo haga al revés. La cuestión es que vayas cogiendo fuerzas, entrenamiento, y vayas entendiendo que esa eliminación solo te trae más paz y más sitio libre para respirar.
Toma la decisión de ordenar tu entorno como primer paso para ordenar tu vida. Y ponte en serio, sin titubeos. Eso sí, espera al momento justo, a estar seguro de que quieres poner orden de verdad, espera a sentirte en el punto adecuado para ser capaz de eliminar parte de tus cosas. Si no ha llegado el momento, posiblemente te pares en cada camiseta o cada objeto porque no seas capaz de desprenderte de él.
Una vez empieces, cada vez te resultará más sencillo quitar todo ese lastre de tu vida y no lo echarás de menos porque no lo has estado usando, simplemente lo tienes.
imagen Mi consejo:
Elimina en positivo, no pienses en qué desechas, piensa en qué vas a quedarte. Empieza con lo que claramente quieres conservar y una vez estos objetos más importantes, a los que más apego tienes, están salvados, puedes ir tomando decisiones de dejar atrás otras cosas por las que no sientes tanto cariño. Si te ayuda, toma las decisiones más claras sobre lo que permanece y lo que eliminas, y luego ve a por las dudas. Aunque lo mejor es que vayas intercalando dudas, si las dejas todas para el final puede que te quedes un poco bloqueado.
«No sé por dónde tirar» es una expresión que oigo mucho, que alude a la sensación de estar perdido y no tener el discernimiento de cuál es el siguiente paso. Representa muy acertadamente el vacío ante el que nos situamos en una determinada circunstancia en la que no estamos cómodos y que requiere un movimiento. Y no es solo una frase hecha, también contiene una de las claves a la hora de poner orden en cualquier lugar, incluyendo la propia cabeza. La palabra mágica es tirar. Tirar como sinónimo de desechar, eliminar, donar, reconvertir, rediseñar, reciclar, regalar... hacer desaparecer lo sobrante de tu vida.
Es cierto que hay formas de ordenar que permiten almacenar el doble en la mitad de espacio aplicando trucos de almacenaje. Pero la pregunta decisiva es si realmente te interesa almacenar el doble de cosas en la mitad de espacio. ¿No será mejor que seas capaz de eliminar de tu vida lo que no necesitas? Empiezas por lo que tienes claro que no volverás a usar. Y poco a poco irás cogiendo fuerzas y entrenamiento en la toma de decisiones, y serás capaz de continuar con los pensamientos que te atormentan, los prejuicios que te lastran, los sentimientos que te pesan. Al final, es siempre una cuestión de dejar ir, de tomar decisiones sin pesares, de primar lo importante y lo querido.
Vanesa lo guarda todo. Tiene un piso grande solo para ella y su gato Jackie. Se dedica al diseño de moda y tiene más retales, tijeras, rotuladores, libros de moda… de los que puedes imaginarte. Además, hace mil manualidades, miniaturas, collages y otros hobbies agradables que requieren infinitos recortes de papel, revistas, pegamentos, purpurinas… No es fácil almacenar todo el material de trabajo de alguien que necesita muchas cosas, aunque solo sea por si acaso lo puede usar. Si tienes uno de esos hobbies que requieren mucho material tienes que delimitar perfectamente el espacio que te ocupen en casa porque, si no, es muy fácil acabar desbordado.
No lo olvides
Si tienes mascotas, especialmente gatos, ten cuidado de no estresarlos. Hay que tenerlos en cuenta como parte de los habitantes de la casa. El gato desaparecerá cuando hagas mucho ruido y muevas enseres, porque a los gatos no les gustan los cambios, pero en algún momento la curiosidad les puede y acudirá a inspeccionar esos cambios y las cajas vacías. En la medida de lo posible, intenta mantener sus mismos lugares para comer y hacer sus necesidades, o las camas donde duermen.
El motivo por el que me llamó Vanesa tenía formas variadas, colores y tamaños de todo tipo: bolsas. Bolsas repletas de pequeñas y variadas cosas cuyo máximo tamaño era el de una agenda, bolsas donde había ido guardando todo aquello que no sabía dónde encajar. «Esto puede esperar, esto no sé dónde meterlo, esto no lo necesito pero no lo voy a tirar porque está nuevo…». Y esto, esto y esto se va acumulando porque lo he ido dejando y ahora se ha adueñado de mi casa.
Si piensas que no te puede pasar a ti, abre cualquier cajón de la cocina o del escritorio y analiza todo lo que guardas ahí. Piensa en cuántas veces has metido algo en un cajón o en cualquier sitio solo por no tirarlo y no saber dónde meterlo.
Si no buscas un lugar para cada cosa, al final, el desorden se hace el rey. Todo tiene su sitio donde vivir, solo hay que encontrarlo. Meterlo en un sitio provisional es una trampa que acabará atrapándote, a ti y a todo tu espacio. Y si no puedes encontrarle un lugar, o si en su lugar hay ya varios de lo mismo que pretendes guardar, tal vez es que hay que tirarlo o regalarlo. Tal vez no lo necesitas. Tal vez solo te está pesando.
Vanesa es nerviosa y no se puede concentrar mucho tiempo en el mismo trabajo. Por eso le gustan las manualidades, le ayudan a relajarse. Me costó un triunfo conseguir que se sentara en el suelo del salón para ir sacando una por una las pequeñas cosas que había ido guardando.
Antes de llegar a este punto en que todas tus pertenencias te entierran, debes hacerte la pregunta de si merece la pena vivir rodeado de cosas que no te aportan nada, pero te roban energía, te comen el espacio y te acaban consumiendo. Tu entorno debe trabajar para ti, tú eres quien debe dominarlo y hacer que sea tu centro de salud y de paz, si lo que te provoca es ganas de salir corriendo, es hora de enfrentarte a él. Y enfrentarte a él es enfrentarte a ti mismo, porque eres tú quien guarda cada una de esas cosas y quien se apega a toda una serie de pequeñeces que no te aportan nada más que agobio.
Empieza deshaciéndote de cosas superfluas e irás conquistando tu propio terreno. Primero por fuera, luego por dentro de ti mismo. De nuevo, cuestión de entrenamiento.
La mejor de las posibilidades en un reino ideal habría sido tirar todas las bolsas de Vanesa. Cerrarlas y bajarlas inmediatamente al contenedor. Pero ella era incapaz. La mayoría lo somos. Sin embargo, es un buen consejo para todas aquellas cajas de mudanzas de hace años que no hemos abierto en una larga temporada.
De las bolsas sacamos libretas, lápices, monedas, papel de fumar, mecheros, toallitas, pañuelos de papel, muñequitos, facturas, trozos de papel con garabatos, más libretas, más bolígrafos, más mecheros, más monedas. Yo la guiaba haciendo montones.
Cuando estés en pleno proceso de descarte, tienes que ir haciendo diferentes montones. Deben hacerse por categoría para luego poder guardarlos donde corresponda. Ve amontonando por variedad aquello que te resulta útil, y debería ser lo mínimo si proviene de una pila de cosas encerradas en una bolsa que no sabes ni lo que contiene. A la vez, ve desechando todo lo que puedes tirar, así que trabaja con una bolsa de basura bien grande al lado y ve metiendo ahí todo lo que no te proporciona una alegría infinita o es de una utilidad sin la que no puedes vivir. Cuando la bolsa esté repleta, la cierras y la tiras inmediatamente. No la revises ni la dejes tiempo en casa. Directa al contenedor. No te des la posibilidad de arrepentirte.
Además de lo que va a la basura y lo que decides conservar, suele haber un tercer montón, el de cosas que vender o regalar. Este montón también tienes que gestionarlo lo antes posible: lo que pongas a la venta, ponlo ya, y lo que decidas regalar, pon como condición que te lo vengan a buscar ya.
Esta vez no hubo concesión para ese otro montón que hacemos a veces, el de las indecisiones, el de aquello que te genera duda sobre qué hacer con ello, porque ese era el motivo que había llevado a Vanesa a no poder pisar el suelo de su habitación. Ese «lo voy dejando aquí y ya lo recogeré» se acaba convirtiendo en horas de trabajo y desazón.
Otra de las utilidades de hacer pilas por categorías es que te enseñan cuántos objetos iguales puedes llegar a acumular. Y viendo todo junto te das cuenta de lo exagerados que somos a veces. Te ayuda a tomar conciencia de tus excesos y a confrontar la situación.
imagen Mi consejo:
No lo dejes para otro momento que te venga mejor, hazlo en seguida, nunca te vendrá mejor que ahora. Busca su sitio y guárdalo, pero antes pregúntate si realmente te aporta lo suficiente para guardarlo.
El mejor método de trabajo es el que enfrenta cada problema de orden cuando surge.
Vanesa acumula sin límite. Ha quedado evidenciado en las bolsas de cosas minúsculas que ha ido guardando. Incluso siente una punzada de vergüenza cuando vamos sacando todos los adminículos variados de las bolsas.
Es una buena forma de saber si algo no debería estar ahí: ¿te da vergüenza que se vea? Quizás tienes que reevaluar tus principios. Pero también tienes que saber que no es para avergonzarse, al fin y al cabo, y parafraseando un clásico, «quien esté libre de pecado que tire la primera piedra». Puede ser que la vergüenza sea un síntoma de que no estás muy satisfecho contigo mismo. Ahí es cuando tienes que preguntarte por qué. ¿Por qué te da vergüenza? ¿Qué es lo que hace que lo guardes todo? ¿Por qué no eres capaz de poner orden? Te aconsejo que empieces eliminando y ordenando lo que te resulta más sencillo: empieza poniendo en orden tu casa y, probablemente, eso te llevará a poner en orden tu cabeza.
Una de las excusas que Vanesa usa para acumular sin límite es que hace manualidades de diversa índole y cualquier pequeño objeto puede serle útil como material de trabajo. Así que a esas cajas de materiales diversos que ha ido haciendo para sus manualidades, vamos a proporcionarles algunos cambios que servirán para que sus aficiones sean más organizadas.
No seguiremos con cajas grandes llenas de cosas varias como tiene hasta ahora. Las dividiremos por tipos, según sean esas cosas varias: papeles, que tienen que guardarse planos para que no se arruguen; plásticos de varios tamaños; cajas con compartimentos para guardar cuentas, chinchetas, clips y ese tipo de objetos minúsculos; botes herméticos para pinturas, pegamentos, colas y purpurinas. Porque nadie quiere abrir un bote de purpurina que no esté controlado, busquémosle su propia
