Gobernanza, Estado y administración pública: Perfilando la nueva arquitectura institucional para la transición sostenible en el mundo en desarrollo
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Gobernanza, Estado y administración pública - Miguel Moreno Plata
I. La crisis socioambiental contemporánea
Introducción
El objetivo principal de este capítulo es el estudio de las principales tendencias insostenibles de los sistemas socioecológicos en el mundo de hoy: la problemática ambiental en su diversidad de escalas ecológicas, geográficas y políticas. Esto tiene como finalidad aportar algunos elementos de análisis acerca de la naturaleza compleja, multidimensional e interactiva de estos problemas, y con ello establecer las bases para la revisión de los enfoques vinculados con los nuevos marcos teóricos para la gestión y la gobernanza sostenible.
El mundo de hoy se caracteriza fundamentalmente por las marcadas tendencias vinculadas con la insostenibilidad en el ámbito social, económico y ambiental. La insostenibilidad de los sistemas socioecológicos vinculados con las actuales políticas y procesos de desarrollo resulta evidente en las diversas escalas y niveles socioinstitucionales (local, nacional e internacional), abarcando, inclusive, otros espacios intermedias, tales como la regional subnacional y la regional supranacional.
Estas tendencias resultan aún más preocupantes porque involucran tanto a los países altamente industrializados, como a las naciones emergentes. Esto significa que los procesos de insostenibilidad social, ambiental y económica involucran a todos los países claro, en un grado variable, y con manifestaciones también diferenciadas; pero en el fondo tienen la misma causa: los actuales procesos y sistemas de consumo y producción son altamente insostenibles, y peor aún, no se aproximan a los parámetros de un desarrollo sostenible, según los diversos marcos de análisis.
En este contexto, esta cuestión asume una actualidad sin precedentes, porque eso significa simple y llanamente que no estamos aproximándonos a sistemas socioecológicos más sostenibles, sino que, por el contrario, cada día, nos alejamos de dicha aspiración, a pesar de que, por lo menos, desde la perspectiva institucional, el planeta lleva más de dos décadas en la búsqueda de nuevos derroteros de desarrollo, principalmente a través de diversos instrumentos internacionales, tales como la Declaración de Río de Janeiro y la Agenda 21. Esto significa que el mundo de la segunda década del siglo XXI no es más sostenible que el de la última década del siglo XX.
Lo anterior genera serias dudas sobre la viabilidad del modelo del desarrollo sostenible en el futuro inmediato. En efecto, las dos décadas de vigencia de los marcos institucionales nacionales e internacionales en esta materia no han contribuido significativamente a la construcción de sociedades más sostenibles ni en el mundo desarrollado ni en las naciones emergentes. Esto significa que hoy día, la sociedad, el Estado y los mercados, por mencionar las principales instituciones de la modernidad, no han logrado alcanzar las mínimas, ni mucho menos, las capacidades suficientes, ni tampoco las estrategias adecuadas para establecer las bases institucionales para la transición al desarrollo sostenible.
Dos de los casos más significativos de éxito económico en el ámbito internacional —Estados Unidos y China— ilustran las paradojas del desarrollo actual. Es indudable que estos países son actores muy importantes en la geopolítica internacional, y por ello, también factores determinantes en muchas políticas y arreglos institucionales a nivel mundial y regional; pero resulta paradójico que, ambos países, han sido también los más renuentes a asumir compromisos significativos y vinculantes en el ámbito internacional para impulsar una verdadera agenda mundial y auténticas agendas nacionales en este ámbito. Estos países, desde sus propios intereses, lógicas y ámbitos de incidencia, han sido, en muchos casos, verdaderos actores opositores a un cambio de rumbo en asuntos estratégicos para la protección ambiental y el desarrollo. Sin embargo, también es cierto que estas naciones tienen verdaderos procesos de insostenibilidad, y por ello, son referencia mundial de un crecimiento económico e industrialización insostenible, que las regiones emergentes no pueden perseguir ni emular, a riesgo de que se aceleren las tendencias de insostenibilidad en el ámbito social, económico y ambiental.
Desde esta perspectiva, la revisión de las diversas escalas geográficas y ecológicas de los problemas ambientales contemporáneos busca aportar algunas evidencias acerca de su naturaleza compleja e interdependiente, así como sus eventuales implicaciones en la construcción de los marcos de análisis de la gobernanza y las políticas públicas en este campo. Con esta finalidad, en los siguientes apartados se analizarán, de manera no exhaustiva, algunos problemas socioambientales que involucran a una diversidad de escalas geográficas, sociales e institucionales.
Explorando una problemática global: La crisis climática antrópica
La crisis socioambiental detonada en las últimas tres décadas del siglo XX, está alcanzando, quizá, un punto sin retorno con la agudización del problema del cambio climático, cuyas evidencias aportadas por la comunidad científica mundial se han venido sintetizando en los cinco informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, también conocido como Panel Internacional sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC, por sus siglas en inglés).¹
Esto significa que además de la crisis ambiental asociada con los problemas de carácter «tradicional» (contaminación atmosférica, deforestación, pérdida de recursos naturales), también se encuentran aquellos otros de carácter global, tales como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Esta imbricación de las cuestiones ecológicas inmersas en los diversos sistemas naturales y sociales ha dado origen a los problemas de carácter socioecológico de naturaleza compleja.
Para el estudio de algunas de las tendencias asociadas con el cambio climático, procedemos al análisis de la información derivada del Quinto Informe del IPCC (2013), así como del Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante (2018), preparado por el citado organismo científico internacional.
EL QUINTO INFORME DE EVALUACIÓN DEL IPCC (2014): LAS INTERACCIONES SOCIOINSTITUCIONALES
A pesar de que no lo establece expresamente, el quinto informe del IPCC reconoce las interacciones entre dos dimensiones institucionales de las políticas y acciones de mitigación y adaptación al cambio climático: Por una parte, se encuentran las interacciones relativas a la gestión y la gobernanza de los recursos naturales y los bienes ambientales, y por la otra, se encuentran aquellas vinculadas con las demás dimensiones de la sostenibilidad.
Por lo que se refiere al primer aspecto, el citado Informe de Evaluación del IPCC reconoce una «creciente complejidad en las interacciones, especialmente en las intersecciones entre los sectores del agua, la energía, el uso del suelo y la biodiversidad...», así como en áreas tales como la agricultura y silvicultura, la protección de los ecosistemas y los servicios ecosistémicos. Se trata de aplicar estrategias a favor de un desarrollo sostenible resiliente al cambio climático, y que, al mismo tiempo, contribuya al bienestar económico y social, así como a una protección ambiental eficaz.²
En cuanto a las interacciones con otras dimensiones del desarrollo sostenible, menciona los rubros relativos a la seguridad alimentaria, la salud humana, la equidad social, el crecimiento económico, así como la reducción de la pobreza, entre otros aspectos.³
Dicho Informe subraya la demanda de nuevas estructuras de gobernanza, con la finalidad de conciliar distintos objetivos y visiones para el futuro y el abordaje de las posibles consecuencias, así como las medidas de mitigación y adaptación; lo anterior a partir de procesos de aprendizaje, la experimentación social, los procesos deliberativos y la innovación sociopolítica, científica y tecnológica.
Si bien es cierto que el cambio climático es un problema de carácter común y de acción colectiva, también lo es que existen diferencias significativas entre las medidas de mitigación y de adaptación. Desde la primera perspectiva, la mayoría de los GEI se acumulan con el tiempo y se combinan globalmente. Es decir, las fuentes de emisión son de carácter local, mientras que los efectos son diferenciados en las distintas escalas geográficas. Por ello, no es posible avanzar hacia acciones de mitigación más eficaces si los distintos actores anteponen sus intereses. Por consiguiente, se requiere en primer lugar, de mecanismos de colaboración, principalmente a nivel internacional.⁴
A partir de lo expuesto, es importante subrayar la importancia para el desarrollo de nuevas instituciones de gobernanza, con base en sistemas que permitan diferenciar y complementar de manera eficaz las políticas de mitigación y adaptación, con base en las distintas matrices de interacción de los diferentes actores y arenas involucrados en esta problemática.
Por otra parte, también cabe destacar el hecho de que la adaptación puede contribuir al bienestar de las poblaciones y el mantenimiento de los bienes, las funciones y los servicios ecosistémicos. En contraste, las acciones y políticas de mitigación deben ser específicas y contextuales, por lo que se pueden adoptar medidas complementarias en las distintas escalas; siendo la escala geográfica local la que asume una importancia sin precedentes.⁵
De esta manera, el último informe del IPCC reconoce de manera expresa la existencia de las interacciones institucionales entre los distintos ámbitos de la problemática ambiental y climática, así como aquellas relacionadas con otros sistemas socioinstitucionales, tales como el desarrollo social y urbano, entre otros sectores y dimensiones de las políticas de sostenibilidad.
EL INFORME ESPECIAL DEL IPCC: LA NECESIDAD DE LA TRANSICIÓN EN LOS SISTEMAS SOCIOECOLÓGICOS
Según el citado informe, el objetivo para limitar el calentamiento global entre 1.5 y 2 °C requiere un rápido régimen de transición de largo alcance en materia de energía, tierra, desarrollo urbano e infraestructura (transportes y edificios) y sistemas industriales. Las transiciones en los sistemas socioecológicos no tienen precedentes en la historia de la humanidad, en términos de escala. En términos de velocidad, este régimen de transición implica drásticas reducciones de emisiones en todos los sectores.
De esta manera, para el escenario I, es decir, con el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de 1.5 °C, se requieren las siguientes acciones:
a) Para el año 2030, se tendrían que alcanzar reducciones de CO 2 del orden de 45% (con rangos entre 40 y 60%), con respecto a los niveles de 2010.
b) Para el periodo 2045-2055, se tendrían que alcanzar niveles de cero emisiones de CO 2 .
En cambio, en el escenario II, es decir, con la finalidad de limitar el calentamiento global a 2° C, los objetivos serían los siguientes:
a) Para el año 2030, se tendría que lograr una reducción de 25% en las emisiones de CO 2 (con rangos entre 10 y 30%), con respecto a los niveles de 2010.
b) Para el periodo 2065-2080, se proyecta alcanzar cero emisiones de CO 2 . ⁶
Ahora bien, la pregunta central es la siguiente: ¿Cuáles son los cambios institucionales requeridos en cada uno de estos escenarios?
Por ejemplo, el modelo denominado P2, presenta el siguiente escenario: «A scenario with a broad focus on sustainability including energy intensity, human development, economic convergence and international cooperation, as well as shits towards sustainable and healthy consumption patterns, low-carbon technology innovation, and well-managed land systems with limited societal acceptabiliy for BECCS».⁷
En este escenario, es claro que el eje de la transición es la sostenibilidad ambiental, con drásticas reducciones en el nivel de emisiones, pero también con mayores costos socioeconómicos, especialmente para el mundo en desarrollo. Las principales características de este escenario se detallan en la siguiente tabla:
TABLA 1
INDICADORES DE MEDIDAS DE POLÍTICAS DE MITIGACIÓN (2030-2050)
Fuente: Elaboración propia con datos del Informe especial del IPCC (2018).
En el escenario descrito y en cualquiera de los otros escenarios formulados por el IPCC, el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 °C requiere de una rápida transición y de largo alcance en los sistemas de energía, usos del suelo, agricultura, desarrollo urbano, desarrollo rural, y transporte, incluyendo los de producción y consumo. La crisis climática y ambiental demanda una transición sin precedentes en términos de las escalas socioinstitucionales. En este contexto, una cuestión fundamental son las barreras de orden sociocultural, económico e institucional, que podrían inhibir o limitar la velocidad y profundidad de la transición en estos sistemas, incluyendo los sistemas urbanos, dependiendo de las circunstancias y capacidades institucionales a nivel global, nacional, regional y local.⁸
Por ejemplo, en materia de transición de los usos de suelo, se presentan retos formidables en la gestión de la demanda de suelo para los asentamientos humanos, producción de alimentos, bioenergía, captura de carbón y otros servicios ecosistémicos. Las políticas de mitigación podrían limitar y reconducir la demanda de suelo, incluyendo las prácticas de usos más sostenibles, así como cambios hacia aquellos usos menos intensivos de estos recursos.⁹
El mencionado informe también reconoce la necesidad de establecer las metas, objetivos y políticas de mitigación y adaptación en el contexto de la agenda del desarrollo sostenible, particularmente con respecto a los 17 Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Sin embargo, es claro que la transición para enfrentar el cambio climático necesita vincularse con una ruta y estrategias más amplias que incluyan los aspectos socioambientales de la sostenibilidad.
REVISANDO LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO: LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
Uno de los problemas ambientales más críticos en el mundo de hoy es el asunto del cambio climático. Lo es en muchos sentidos. Por una parte, involucra de una manera casi irrefutable a todo el planeta, según las evidencias científicas aportadas por diversos organismos científicos internacionales como el IPCC. Esto significa que éste es un problema ambiental no sólo de naturaleza global, pues involucra una diversidad de escalas geográficas, sociales e institucionales. En otras palabras, se trata también de una cuestión de naturaleza local y regional, particularmente por sus causas y efectos.
En este contexto, una de las mayores tendencias de insostenibilidad ambiental en una diversidad de escalas y niveles es el cambio climático, lo que genera una serie de problemas y preocupaciones sociales y ambientales que van más allá del terreno estrictamente ecológico, al involucrar directa e indirectamente diversas cuestiones de seguridad de millones de habitantes en el mundo.
En esta tesitura, la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, como la vivienda y la alimentación, tendrá cada vez mayores dificultades. Estos satisfactores constituyen una de las mayores deudas históricas en el mundo en desarrollo, incluyendo a América Latina. Esto no significa que los países desarrollados estén exentos de esta grave problemática social, pero tienen mayores capacidades institucionales para avanzar en la solución de dicha problemática.
La disponibilidad de alimentos podría ser menor en los próximos años, principalmente a causa de la alteración del sistema climático terrestre. Un referente paradigmático es el fenómeno conocido en el argot meteorológico como El Niño. En los últimos años, los efectos de dicho fenómeno se intensifican cada vez más, tal como sucedió en el periodo 2009-2010. En ese entonces, las sequías dañaron los cultivos en el sureste de Asia y Australia, lo que elevó el precio de los alimentos y los productos agrícolas. Los expertos del clima han señalado que el rápido calentamiento de las aguas del Pacífico, es lo que podría propiciar la formación de esta clase de eventos hidrometeorológicos extremos, el cual probablemente incida en varias problemáticas en diversas escalas geográficas, tales como:
a) Sequías e incendios en Australia. Un clima todavía más seco que en los últimos cinco años, podría ocasionar daños graves en la cosecha de trigo y producción de carne. Además, en el periodo 2019-2020 Australia padeció los peores incendios forestales de su historia, con pérdidas de millones de especies de flora y fauna silvestre; lo que constituye un botón de muestra de la crisis ecológica en nuestro tiempo.
b) Sequías en el sureste asiático. Los efectos de El Niño podrían manifestarse en una menor producción de arroz y azúcar en Tailandia, al igual que una sensible reducción en la producción de café, palmeras de aceite y otras materias primas.
c) Disminución de lluvias y golpes de calor en la India. Un monzón más débil podría también afectar la producción de cultivos como algodón, trigo y caña de azúcar.
El 2015 fue muy caluroso para la India, el segundo país más sobrepoblado de la Tierra. Ante la ausencia de lluvias, las temperaturas han alcanzado los 50 ºC, dejando miles de víctimas mortales, principalmente entre las personas de mayor edad. Este fenómeno parece constituir una de las evidencias más recientes sobre el cambio climático, el calentamiento global y la modificación del patrón de lluvias en diversas regiones del mundo.
d) Reducción de la pesca de anchoas en Perú. Este país latinoamericano ha experimentado una sensible baja en la pesca de anchoas, el cual es un ingrediente principal en la producción de harina de pescado. ¹⁰
e) Desde el 2016, diversas regiones de México han resentido los efectos del citado fenómeno climático, principalmente en regiones y entidades federativas del centro y sureste del país, en el que sobresalen los casos de Chiapas y la Huasteca, los cuales padecen la peor sequía de los últimos 50 años.
El fenómeno de El Niño que tan sólo constituye una de las manifestaciones más notables del cambio climático ilustra la diversidad de escalas geográficas involucradas: Australia, Asia, Sudamérica y Norteamérica. Desde la perspectiva del desarrollo humano sostenible, lo más preocupante son los efectos sobre la alimentación, la salud y la seguridad de millones de habitantes en las naciones en desarrollo.
Las evidencias sobre la insostenibilidad ambiental supranacional en América del Norte y el Golfo de México
Las manifestaciones de diversas tendencias de insostenibilidad ambiental se presentan en diversas escalas y niveles geográficos, sociales, temporales e institucionales. En este apartado realizaremos un breve análisis sobre estas tendencias, particularmente de aquellas que se manifiestan en una multiplicidad de jurisdicciones, como es el caso de las problemáticas que se exponen a continuación.
EVIDENCIA NÚMERO UNO: LA SEQUÍA EN CALIFORNIA Y LA SOBREEXPLOTACIÓN DEL RÍO COLORADO (ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO)
California, uno de los estados de mayor importancia económica, demográfica y política de Estados Unidos, presenta la peor sequía en mil años. Se trata del estado más poblado, con casi 40 millones de habitantes, albergando megaciudades como Los Ángeles, San Francisco y San Diego. Si dicha entidad fuera un país sería la sexta economía del mundo.¹¹ En la actualidad, California representa una de las regiones de mayor insostenibilidad ambiental en Estados Unidos.¹² Algunos datos relevantes sobre el particular son:
a) Las montañas de la parte central de California —la Sierra Nevada— durante el invierno se cubren con una gruesa capa de nieve, lo que hace posible que la región tenga agua todo el año al derretirse paulatinamente. En este proceso los bosques desempeñan un papel central, ya que el agua del deshielo es retenida por la masa forestal y liberada poco a poco para dosificar el líquido a ríos y mantos freáticos. Los bosques y matorrales se adaptaron durante millones de años a temporadas de lluvias, de nieve y de calor y, sequía, incluyendo los incendios forestales ocasionales, sin que el fuego destruyera los ecosistemas. «Es más, muchas semillas de diferentes especies necesitaban cierta dosis de fuego para poder germinar, un fabuloso equilibrio y simbiosis entre las diferentes formas de vida y las fuerzas de la naturaleza». ¹³
Entonces, ¿qué fue lo que sucedió? Grosso modo, el hombre alteró drásticamente los procesos naturales a través de la industrialización, la agricultura altamente tecnificada y el desarrollo urbano en escalas gigantescas: las ciudades metropolitanas y megapolitanas.
De esta suerte, los californianos declararon la guerra a los incendios forestales y realizaron intensas campañas de combate contra éstos. Los bosques dejaron de quemarse durante décadas y empezaron a acumular grandes cantidades de desechos vegetales, de manera tal, que una chispa o un rayo generaron megaincendios que arrasaron con bosques milenarios, con lo que se alteraron de una manera muy importante los ecosistemas y las funciones ecosistémicas, incluyendo la recarga de acuíferos y la regulación climática.¹⁴
En cuanto al impacto de los incendios en California, es importante mencionar lo siguiente: Las áreas afectadas se han multiplicado por cinco desde 1972, desde un promedio anual de 611 kilómetros cuadrados hasta alcanzar los 3 610 kilómetros cuadrados en 2019.¹⁵ Más claro: el 2020 marcó un nuevo y trágico hito histórico para esta región. Al mes de septiembre de este último año, los incendios forestales han consumido casi 810 mil hectáreas, superando el récord de 2018, el cual fue de 793 184 hectáreas.¹⁶
b) De esta manera, la creciente demanda de agua de una agricultura altamente tecnificada, los usos industriales y la demanda de la población de los centros urbanos, con un alto poder económico, hacen de California un estado con un alto déficit de agua. El estrés hídrico de esta región se ha tratado de mitigar con la sobreexplotación de una de las pocas cuencas hidrológicas disponibles en la región: el río Colorado. Las aguas de este río han sido explotadas en 90% de su caudal, para abastecer, entre otras cosas, lagos artificiales, campos de golf y albercas de los poderosos residentes de Las Vegas. Por ello, en su desembocadura en México, en el Golfo de California, el cauce del Colorado se encuentra prácticamente seco; con todas las consecuencias ecológicas, económicas y sociales que ello implica. ¹⁷
La sobreexplotación del río Colorado tiene un gran impacto ambiental sobre la sostenibilidad de la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del río Colorado; por cierto, declarada también como área de refugio de la vaquita marina, especie endémica del mar de Cortés y en peligro de extinción por la pesca ilegal e irracional de la totoaba, especie de pez cuyo buche alcanza precios exorbitantes en los mercados ilegales asiáticos. En este caso, encontramos un ejemplo paradigmático de un problema ambiental con efectos de carácter fundamentalmente local y regional, pero con causas transfronterizas.
c) También es importante subrayar que esta problemática asume una complejidad sin precedentes, porque además de los factores ya referidos, se suma un elemento adicional: los científicos del clima de la NASA , han señalado que las sequías en esta región (la actual data desde 2012) serán más intensas, de manera tal que las sequías que antes duraban por lo general 10 años, ahora podrían prolongarse por periodos de tiempo de hasta 40 años. ¹⁸
Esta situación resulta preocupante por diversas razones, entre ellas: Se trata de una de las mayores crisis ambientales en la época contemporánea, pero principalmente estamos ante un botón de muestra de un desarrollo económico insostenible en el país más poderoso del planeta. Esta problemática exhibe también los límites de los actuales patrones de desarrollo, pero, desde nuestro punto de vista, manifiesta esencialmente una problemática y una crisis ambiental de naturaleza transfronteriza y transnacional, porque esta situación del río Colorado tiene importantes afectaciones sociales y ecológicas del lado mexicano, principalmente en la constante baja en la disponibilidad de este recurso hídrico y afectación de diversas especies en el delta del río y actividades de comunidades pesqueras y turísticas en el Golfo de California.
Acerca de la problemática sobre los ríos binacionales, en la frontera México-EUA, es importante referir el Tratado de Aguas, firmado el 3 de febrero de 1944. Mediante este instrumento jurídico internacional se asignan los derechos para el aprovechamiento de las aguas de los ríos Bravo y Colorado entre ambos países: De la cuenca del primero se asignan a México las dos terceras partes de los escurrimientos procedentes de los ríos tributarios (Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo de las Vacas), cantidad que representa 863 442 000 metros cúbicos anuales (equivalente a 4 317 210 000 metros cúbicos por quinquenio). En cambio, a Estados Unidos se le asigna una tercera parte de los afluentes ya mencionados (431 721 000 anuales o 2 158 605 000 metros cúbicos anuales). En el caso del segundo río, a nuestro país se le asignan 1 850 234 000 metros cúbicos anuales. También se establecen como excepciones para la entrega de estos recursos hídricos (mismas que podrán reponerse al final del ciclo de cinco años), los casos de extrema sequía o de serio accidente en los sistemas hidráulicos de los afluentes mexicanos o estadounidenses, respectivamente.¹⁹
En cuanto al uso común de las aguas internacionales de ambos ríos se establece el siguiente orden: 1. Usos domésticos y municipales; 2. Agricultura y ganadería; 3. Energía eléctrica; 4. Otros usos industriales; 5. Navegación; 6. Pesca y caza, y 7. Otros determinados por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) México-Estados Unidos.²⁰
La importancia de este instrumento jurídico internacional radica en que establece una distribución bastante equitativa de los recursos hídricos correspondientes a ambos ríos binacionales, lo que sienta las bases para que los respectivos países puedan proporcionar el vital líquido a los diferentes usuarios, donde destacan los usos relacionados con el abastecimiento de los sistemas de agua potable (principalmente de las ciudades fronterizas), así como los destinados a las actividades industriales, agrícolas y ganaderas. También destaca la ausencia de criterios de sostenibilidad ambiental en la asignación de los usos y volúmenes de estas aguas internacionales; por lo que, desde esta perspectiva, sería importante una actualización de dicho tratado, sobre todo considerando las afectaciones ecológicas ocasionadas por la disminución de los caudales, en razón del cambio climático y el uso irracional de estos bienes ambientales en ambos lados de la frontera.
Asimismo, en un contexto de un creciente estrés hídrico, el puntual cumplimiento de este tratado será cada vez más complicado para ambos países, como lo demuestra la inconformidad de agricultores de Chihuahua sobre la entrega de las cuotas de agua de la presa internacional La Boquilla para el cumplimiento de los compromisos de México en el marco del citado instrumento internacional. Esta situación ha detonado una crisis social y política sin precedentes en las últimas décadas, protagonizada por el enfrentamiento entre el gobierno federal, los productores agropecuarios y las autoridades locales. En todo caso, el aprovechamiento sostenible de estos recursos hídricos requiere de nuevos planes, políticas públicas y programas integrales en los tres ámbitos de gobierno, con la finalidad de avanzar hacia una nueva gobernanza pública del agua, privilegiando el uso racional principalmente en las actividades agropecuarias e industriales y los sistemas de agua potable, sobre todo en las grandes ciudades fronterizas.
EVIDENCIA NÚMERO DOS: EL IMPACTO AMBIENTAL Y SOCIAL DEL DERRAME DE PETRÓLEO EN EL GOLFO DE MÉXICO
La mayor catástrofe ecológica en la historia de Estados Unidos inició el 20 de abril de 2010, con el incendio de la plataforma «Deepwater Horizon» de la British Petroleum, en un pozo petrolífero situado a más de 1 500 metros de profundidad en el Golfo de México, a consecuencia de una explosión que no pudo ser controlada a tiempo, debido a un aumento inesperado en la presión del petróleo.
Las proyecciones más realistas calculan que durante los 55 días que duró el derrame se vertieron unos 700 millones de litros en las aguas del Golfo de México. El impacto ambiental ha sido de gran calado. En este sentido se pueden establecer dos impactos inmediatos: Por una parte, se encuentran los daños ocasionados por el derrame en sentido estricto, es decir, los daños a los ecosistemas, a la flora y fauna de esta amplia región marina trinacional (abarca jurisdicciones de Estados Unidos, México y Cuba). Por la otra, también se encuentran aquellos propiciados por
