Acepta el cambio para lograr el éxito

Por Dale Carnegie

APRENDE CÓMO Y CUÁNDO EMPRENDER LOS CAMBIOS EN TU CAMINO HACIA EL ÉXITO
La capacidad de promover los cambios y adaptarse a ellos es uno de los factores más importantes para alcanzar el éxito tanto en la vida privada como en el trabajo. A menudo pensamos que cuando un método funciona, lo hará para siempre; sin embargo, esta consigna a veces no es cierta: lo que hoy tiene validez puede no ser el mejor enfoque para el futuro. Si queremos progresar, debemos estar dispuestos a hacer cambios, incluso de gran envergadura. En estas páginas, encontrarás información práctica y detallada sobre:
-Cómo y cuándo deberíamos sugerir o iniciar un cambio
-Cómo lidiar con el cambio cuando formamos parte de un equipo
-Cómo reducir el estrés cuando estamos afrontando un cambio
Esta es una guía fundamental para lograr que los cambios nos ayuden a transitar hacia el éxito.

• Idioma: Español
• Editorial: DEBOLSILLO
• Fecha de lanzamiento: 22 feb 2022
• ISBN: 9786073813549

Dale Carnegie

Dale Carnegie (1888-1955) dispensa apresentações. Nascido e criado no Missouri, EUA, foi uma das figuras mais importantes no campo da literatura de desenvolvimento pessoal e profissional. Como fazer amigos e influenciar pessoas, com mais de 15 milhões de exemplares vendidos em todo o mundo, foi o primeiro de muitos livros que escreveria com o intuitode ajudar as pessoas a tornarem-se a melhor versão de si e a conseguirem uma vida melhor. A arte de comunicar com sucesso é um desses livros, que já inspirou milhares de pessoas a melhorarem as suas competências de comunicação e a alcançarem o sucesso pessoal e profissional que tanto desejam e merecem. A sua obra é, ainda hoje, uma das mais impactantes nas vidas de leitores de todo o mundo.

Vista previa del libro

PortadaPágina de título

PREFACIO

El éxito en nuestra profesión es dinámico, no estático. Ya sea que nuestro objetivo consista en mantener el éxito actual, forjar un éxito prolongado o avanzar a un éxito aún mayor, no sólo debemos estar dispuestos a aceptar el cambio, sino también a estar alertas al momento en que deberíamos iniciarlo.

Con frecuencia las personas sienten que sus métodos y sistemas son buenos y sólidos, y que no necesitan modificarlos. Si sirve, no le metas mano. Por desgracia, esta consigna no siempre es cierta. Lo que funcionó bien en el pasado quizá ya no sea el mejor enfoque para el presente o el futuro. Sin importar qué tan bueno pueda ser lo que estemos haciendo hoy, es posible que los cambios en las circunstancias indiquen la necesidad de hacer las cosas de manera diferente.

Ya sea en el trabajo o en nuestra vida personal, si queremos progresar debemos estar dispuestos a hacer cambios, a menudo de gran envergadura, en el modo en que trabajamos o incluso vivimos la vida.

En este libro examinaremos las razones por las cuales a menudo nos resistimos al cambio y las acciones que podemos emprender para superar esta resistencia. Los ejemplos se obtuvieron tanto de situaciones personales como laborales. Esto no quiere decir que supongamos necesario hacer cambios en todo, pero sí significa que deberíamos abrirnos a nuevas ideas.

Es posible que la necesidad de cambio provenga de las nuevas tecnologías. Avanzar a la informatización es uno de los principales ejemplos de la necesidad de reexaminar todas las operaciones y adaptarnos a una nueva tecnología.

A veces la necesidad de transformación se debe a factores económicos. Cuando disminuye la demanda de los productos o servicios de una empresa, los cambios en sus sistemas, métodos o estructura quizá sean esenciales para su supervivencia. Por otro lado, cuando la economía experimenta un crecimiento repentino, se necesitan hacer otros cambios para satisfacer las nuevas demandas.

Es posible que los cambios se vuelvan obligatorios debido a modificaciones en las leyes del país o estado en el que se ubica una organización. Las leyes que prohíben la discriminación por cuestiones de raza, religión, origen nacional, sexo, edad y otros factores han requerido de modificaciones importantes en las políticas y prácticas de recursos humanos.

Examinaremos diversos aspectos del cambio y haremos sugerencias sobre cómo lograr que dichos cambios nos ayuden a transitar hacia el éxito en nuestros esfuerzos.

Entre las áreas que trataremos se encuentran:

Los cambios como un paso hacia el éxito

La adaptación al cambio

Cómo y cuándo deberíamos sugerir o iniciar un cambio

Cómo lidiar con el cambio cuando formamos parte de un equipo

Cómo reducir el estrés cuando lidiamos con el cambio

Cómo adaptarse a trabajar con personas de culturas diferentes

El género y la brecha generacional en el ámbito laboral

La lectura de este libro es el primer paso para afrontar el cambio. Para sacar el mejor provecho de él, primero léelo completo y absorbe el concepto general de cómo lograr que el cambio funcione para nosotros. Luego vuelve a leer cada capítulo y empieza por aplicar las pautas para alcanzar cada una de las áreas cubiertas. Esto nos pondrá en marcha por la ruta que ha ayudado a que hombres y mujeres de todas las profesiones acepten, se adapten y a menudo inicien cambios que permiten que sus organizaciones no sólo sobrevivan, sino que prosperen, lo cual los ha conducido a la aceleración de su propio progreso hacia el éxito.

CAPÍTULO 1

LOS FACTORES DEL ÉXITO

La clave del éxito es nuestra

capacidad de adaptarnos.

PETER DRUCKER

La mayoría de las personas anhela el éxito en su empleo y, de hecho, en todos los aspectos de su vida. Es posible que sus ideas del éxito difieran, pero en lo que todos coinciden es en lo deseable que es ese logro.

Logro, esta palabra encarna la esencia de lo que llamamos éxito: alcanzar el objetivo que nos propusimos.

Muchas personas han intentado mostrar el camino al éxito, y aunque algunas han prestado un valioso servicio a aquellos que las siguieron, ninguna ha podido contar todavía toda la historia. La razón es evidente: no existen dos temperamentos exactamente iguales porque la naturaleza se deleita con la variedad. No existen dos conjuntos de circunstancias que sean precisamente idénticas y, por ende, sería un disparate hacer el intento de establecer reglas de aplicación universal que pudieran conducir a todos a la gran meta del éxito. Basta voltear alrededor y observar las diferentes necesidades de la gente, para ver que eso es verdad. Todos y cada uno de los individuos que tuvieron éxito lo han logrado de manera diferente, en general al seguir algunos lineamientos de acción originales. De hecho, la cualidad de la individualidad representa el papel más importante en el éxito. Una sólida individualidad permite que las personas se alejen de cualesquiera reglas establecidas o cursos de acción predeterminados. En consecuencia, es posible afirmar como principio general que todo el mundo debe encontrar su propio éxito de acuerdo con su propia individualidad, en lugar de por cualquier regla o patrón de conducta establecidos. Pero un examen minucioso de los hombres y mujeres que han alcanzado un éxito notable puede darnos algunas pistas útiles que podemos aplicar en nuestra propia vida.

Es probable que tengas a tu disposición la misma cantidad de métodos para el éxito como personas exitosas existen; sin embargo, al analizar las historias de tales individuos es posible encontrar muchas cualidades en común, a las que les llamaremos los factores del éxito.

Confianza en ti mismo

El principal ingrediente del éxito es la confianza en uno mismo. Este término se explica por sí solo; significa que para lograr el éxito debemos creer en nosotros. No obstante, eso no quiere decir que no tengamos debilidades. Significa que tenemos que hacer inventario de nosotros mismos, encontrar qué cualidades poseemos que sean fuertes y útiles, y luego organizarlas dentro de un plan de acción definido con el cual lograr el objetivo de nuestra meta específica y principal.

Las personas que confían en sí mismas nunca pierden la fe en su capacidad para encarar y afrontar sus temores. Hay una vieja historia sobre un chico que le temía a un grandulón pendenciero de su escuela. Un día, su abuela le dio un talismán que afirmó que el abuelo había llevado consigo durante una guerra y que, según decía ella, tenía la propiedad de volver invencible a su portador. La abuela afirmó que nada podía lastimar a aquel que poseyera el talismán. Nada se le resistía. El chico le creyó y a la siguiente vez que el pendenciero del pueblo empezó a golpearlo, el niño barrió el piso con él. Ése fue el principio. Antes de que hubiera pasado un año, se había ganado la reputación de ser el más audaz de la comunidad.

Luego, cuando su abuela pensó que estaba completamente curado, le contó la verdad: el talismán era simplemente un trozo de chatarra que encontró a un lado del camino y que sabía que lo único que su nieto necesitaba era tener fe en sí mismo y creer que podía hacer esas cosas.

Lo que cuenta es nuestra propia fe en nosotros mismos. Ser conscientes de un poder dominante dentro de nosotros hace que sea posible lograr todas las cosas. Somos capaces de cumplir cualquier objetivo que pensemos que podemos lograr. Literalmente, este conocimiento es un regalo de los dioses, ya que por medio de él podemos resolver cualquier problema humano. Eso debería convertirnos en optimistas incurables. Es la puerta abierta para que nos vaya bien. Mantenla abierta a la esperanza de que obtendrás todo lo que es correcto.

Tenemos derecho a todas las cosas buenas. Por ende, no esperes nada más que lo bueno. No es necesario que después de una victoria venga una derrota. No hay limitación alguna sobre nosotros, así que no permitamos que ninguna entre en nuestra vida.

Para alcanzar el éxito debemos tener fe en nuestra propia capacidad de hacer cualquier cosa que nos propongamos. También debemos cultivar el hábito de tener fe en aquellos que están asociados con nosotros, ya sea en un puesto de autoridad por encima de nosotros o viceversa.

Una meta definida y principal es el punto de partida para todos los logros notables, pero la confianza en uno mismo es la fuerza invisible que nos persuade, impulsa o conduce una y otra vez, hasta que se vuelve realidad el objeto de nuestras aspiraciones. Sin confianza en nosotros mismos ningún logro llegará más allá de la etapa de los objetivos, y los simples objetivos, en sí mismos, no valen nada.

Muchas personas tienen objetivos vagos, pero temen al fracaso.

Todos hemos tenido éxitos y fracasos, pero las personas que se obsesionan con sus fracasos están condenadas a repetirlos; las personas que se concentran en sus logros desarrollarán fuertes actitudes positivas que harán más sólida su confianza. Shakespeare dijo: Aquello que es pasado, es prólogo. Cada aspecto de nuestro pasado influye en nuestro futuro, pero podemos elegir las experiencias pasadas que deseamos que dominen nuestro pensamiento. Debemos hacer el esfuerzo de aprender de nuestros fracasos y luego descartarlos cuando hayamos aprendido la lección. Permitamos que los éxitos de nuestro pasado sean los cimientos de nuestro futuro.

Las personas que hacen grandes cosas son poderosas en sus afirmaciones. Tienen una tremenda capacidad positiva; no conocen el significado de las negativas. Su poder de afirmación y la convicción en su capacidad de hacer las cosas son tan fuertes que descartan la posibilidad de lo contrario. Cuando se deciden a hacer algo, dan por sentado que pueden hacerlo. No están llenas de dudas y temores, sin importar cuánto puedan burlarse de ellas. De hecho, casi todos los grandes hombres y mujeres que han impulsado el progreso recibieron el apelativo de soñadores. No obstante, debemos las bendiciones de la civilización moderna a la confianza sublime que tales hombres y mujeres tuvieron en sí mismos; esa indómita fe en su misión que nada podía derribar. ¿Qué habría pasado si Copérnico o Galileo se hubieran dado por vencidos cuando los llamaron locos? ¡La ciencia actual se basa en su inquebrantable confianza de que la Tierra es redonda y de que gira alrededor del Sol, en lugar de que el Sol gire alrededor de ella! A todo lo largo de la historia, los grandes maestros, filósofos y profetas han discrepado unos de otros en muchos matices diferentes, pero éste es un elemento en el que todos están de acuerdo de manera total y unánime. Piensa en lo que dijo Marco Aurelio, el gran emperador romano: La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella. Por su parte, Disraeli afirmó: Todo llega si uno simplemente lo espera. A través de largas meditaciones llegué al convencimiento de que un ser humano con un propósito establecido debe lograrlo, y de que nada puede resistirse a una voluntad dispuesta a jugarse incluso la existencia con tal de consumarlo.

Ralph Waldo Emerson decía: Un hombre es aquello en lo que piensa todo el día. En tanto que William James afirmó: El mayor descubrimiento de mi generación es que los seres humanos pueden alterar su vida al modificar sus actitudes mentales, y luego añadió: Sólo necesitamos la sangre fría para actuar como si aquello que estamos considerando fuera real, y se volverá infaliblemente real al formar tal conexión con nuestra vida que se convierta en realidad. Se integrará de manera tan estrecha con nuestros hábitos y emociones, que nuestro interés en ello será el mismo que caracteriza la fe. También señaló: Si sólo te enfocas en el resultado, casi seguramente lo conseguirás. Si deseas ser rico, lo serás. Si deseas ser instruido, serás instruido. Si deseas ser bueno, serás bueno. Sólo que realmente debes desear esas cosas y desearlas de manera exclusiva, y no desearlas al mismo tiempo y con la misma intensidad que otras cien incompatibles.

El doctor Norman Vincent Peale dijo: Ésta es una de las más grandes leyes del universo. Cuánto habría deseado descubrirla cuando era joven. Me di cuenta mucho más tarde en la vida, y encontré que era uno de los más grandes, si no mi mayor descubrimiento, fuera de mi relación con Dios. Esa gran ley afirmaba en términos breves y simples que si pensamos en términos negativos, obtendremos resultados negativos. Si pensamos en términos positivos, lograremos resultados positivos.

Autodisciplina

Arthur Rubinstein, uno de los más grandes pianistas de su época, atribuía gran parte de su éxito a su capacidad para establecer un horario de práctica y adherirse a él.

Aunque ya había alcanzado la fama y la riqueza, siguió practicando a diario durante toda su larga carrera. La mayoría de las grandes personas no necesitan que un jefe las fuerce a hacer su trabajo. Son capaces de disciplinarse para hacer lo que necesitan sin presiones externas. Los atletas de campeonato se ejercitan durante horas todos los días para mantenerse en forma. La disciplina personal inicia con el compromiso de conseguir algo y luego hacer los sacrificios necesarios para lograr ese compromiso.

Podemos ser magníficos ejecutantes al disciplinarnos para adquirir el dominio técnico, al nunca dejar de capacitarnos, al enseñarles a los demás y al pensar con cuidado y de manera concienzuda antes de empezar.

Ante cualquier esfuerzo complejo, es frecuente que el individuo o el equipo inviertan tanto o más tiempo y esfuerzo en la planeación y preparación del que ocupan en el trabajo en sí. Los atletas consumados se entrenan y practican cuando están fuera de la temporada de competencias y en los días anteriores a un juego u otra competencia. Los grupos teatrales invierten meses en aprender sus diálogos y en ensayar antes de una puesta en escena. Los representantes de ventas que son exitosos invierten horas en crear y ensayar sus presentaciones antes de reunirse con quienes toman las decisiones, y ocupan tiempo adicional tratando de anticipar las preguntas que es probable que les hagan y desarrollando las respuestas. Un equipo ejecutivo de una empresa considera las posibles ramificaciones de sus decisiones, y luego pasa semanas o meses planeando antes de embarcarse en cualquier iniciativa nueva.

Un aspecto de la autodisciplina es la capacidad para controlar las propias emociones y acciones. La falta de autocontrol ha causado problemas a más personas que cualquier otro defecto conocido por la humanidad. Este mal se presenta en un momento u otro en la vida de todos.

La autodisciplina requiere que enfoquemos toda nuestra atención en cada detalle del trabajo diario. Debemos volcar todo nuestro pensamiento en este aspecto específico del trabajo hasta que podamos hacerlo a la perfección y con alegría. Siempre que tenemos tareas fastidiosas o monótonas podemos estar seguros de que eso se debe a la falta de concentración suficiente.

Ésta es la más pura práctica de concentración en el mundo: simplemente poner toda nuestra alma en eso que estamos haciendo. Cuando hemos utilizado esta práctica el tiempo suficiente, lo haremos a la perfección y con alegría.

En ese momento descubriremos que nuestra fuerza mental fluyó hacia nuestro trabajo y logró llenarlo de energía. Nuestra mente se alejará de manera breve y alegre de nuestro trabajo; nos llegarán pequeñas inspiraciones y nuestros pensamientos siempre regresarán dichosamente a nuestra labor.

Supongamos que nuestro trabajo en este momento es simplemente hacer ejercicios con los cinco dedos; es decir, aprender a usar nuestros dedos. Si ponemos todo nuestro pensamiento en cada movimiento, lo ejecutaremos con precisión. Cuando esto sucede, el pensamiento fluye, o se desborda en hermosos movimientos sofisticados que los dedos están listos a expresar. Y todo es placentero. Si permitimos que nuestra mente deambule, aunque sea apenas un instante, nuestros dedos la seguirán. Nuestros ejercicios serán descuidados porque nuestro pensamiento está dividido y no tenemos la suficiente fortaleza mental como para tolerar la división. Si practicamos con una mente dividida, nos llevará cinco veces más lograr el arte de usar nuestros dedos y nunca los aprovecharemos al máximo.

¿Ahora puedes ver para qué sirve la concentración en las tareas diarias? Para llenar cada parte de nuestro cuerpo con amorosa inteligencia en la expresión del pensamiento. Las tareas cotidianas que nos impone la escuela de la vida son las escalas y los ejercicios con los cinco dedos en los que debemos comprometer nuestra alma con el fin de dominarlos, antes de que esa misma alma pueda expresar cualquier aspecto más bello a través de las sinfonías de la existencia.

Como decía Steve Jobs:

Tu trabajo abarcará una gran parte de tu vida y la única manera de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideres como un gran trabajo. La única manera de hacer un gran trabajo es amar lo que uno hace. Si no lo has encontrado aún, sigue buscando. No te conformes. Como en todos los asuntos relacionados con el corazón, sabrás cuando lo encuentres. Y, como con cualquier gran relación, simplemente se vuelve mejor a medida que pasan los años. Así que sigue buscando hasta que lo encuentres.

No te conformes.

Incentivación

Las personas exitosas se sienten incentivadas continuamente a tener éxito. No necesitan motivación externa, como la obtención de una recompensa inmediata, para que eso las impulse. Tienen tanto entusiasmo por su labor que no pueden esperar a llegar al trabajo todas las mañanas y odian detenerse al final de la jornada. Su energía parece ilimitada. Cuando se presentan los problemas, no se sienten desanimadas.

De hecho, el problema se convierte en un incentivo adicional, el cual las impulsa todavía más.

En el vuelo sin escalas