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Eres inmortal: Experiencias cercanas a la muerte y un mapa del más allá
Eres inmortal: Experiencias cercanas a la muerte y un mapa del más allá
Eres inmortal: Experiencias cercanas a la muerte y un mapa del más allá
Libro electrónico225 páginas2 horas

Eres inmortal: Experiencias cercanas a la muerte y un mapa del más allá

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En las últimas décadas se han multiplicado los testimonios acerca de las ECM (experiencias cercanas a la muerte), algunos de los cuales se recogen aquí. También ha crecido el número de investigaciones académicas al respecto, desembocando algunas de ellas en un escepticismo que cuestiona la autenticidad de dichas vivencias, otras abriendo el camino hacia un nuevo paradigma científico que explique mejor la relación entre la mente y el cerebro. La física cuántica se muestra, en este caso, capaz de ofrecer una hipótesis sugerente.

Sin embargo, el libro no se limita a las ECM y las interpretaciones de estas, sino que, en una última parte, más atrevida y muy interesante, el autor nos muestra diversos enfoques que afirman poder describir qué ocurre más allá de las ECM y más allá de la muerte, llegando a la conclusión de que nuestra alma es inmortal, es eterna.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 abr 2024
ISBN9788410179127
Eres inmortal: Experiencias cercanas a la muerte y un mapa del más allá

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    Eres inmortal - Vicente Merlo

    -  PRÓLOGO  -

    Doctora Luján Comas¹

    Cuando Vicente me pidió prologar su libro sobre experiencias cercanas a la muerte, me llenó de honor y de placer.

    De honor, porque creo que es la persona de las que conozco, que más sabe relacionar el mundo del alma, la muerte, y la sabiduría oriental, entrelazando y unificando todo, debido quizá a la permanente búsqueda que le llevó a vivir en India y estudiar las diferentes religiones, en especial el hinduismo y el budismo durante mucho tiempo.

    Y un placer, porque le conozco desde hace años y es un ser de gran conocimiento y espiritualidad, que unidos a su bondad y humildad le confieren la sabiduría que tiene.

    Vicente estuvo unos años viviendo en India como decíamos antes, estudiando las diferentes culturas y religiones. Vivió también su experiencia en Auroville (Ciudad de la Aurora), país independiente dentro de India, experimento de ciudad del futuro, creada por Sri Aurobindo y la Madre (Mirra Alfassa), dos espíritus muy elevados.

    El proyecto era crear un lugar comunitario internacional donde sus habitantes aprendieran a vivir en paz y en armonía, más allá de todas las creencias, culturas, religiones, nacionalidades o ideas políticas.

    Este proyecto fue aprobado por la ONU y la Unesco.

    Es una ciudad que pertenece a la Humanidad, un lugar de educación permanente uniendo pasado y futuro y un lugar de experimentación e investigación material y espiritual.

    Tiene forma de mandala y su centro, el Matrimandir, es una gigantesca esfera de cristal por donde entra el sol, iluminando el lugar donde se medita y que no pertenece a ninguna religión. Alrededor del Matrimandir están las diferentes zonas de la ciudad de manera radial. A mí me parece la forma del Ojo del mundo con el globo ocular mirando al cielo y trayendo hacia el interior toda la luz de esferas superiores.

    Es un foco de unión de culturas y espiritualidad, lo mismo que encontramos en las numerosas obras de Vicente, que nos aportan una gran riqueza y son alimento del alma.

    El tema de este libro es que somos más que un cuerpo, y que la energía sigue en otro plano de conciencia después de la muerte física (la del envoltorio). Siempre me ha interesado su estudio y divulgación, y desde que estoy como presidenta de Fundación Icloby, (creada originalmente por el Dr. Xavier Melo tras una ECM), aún más, ya que uno de sus pilares es la investigación de la conciencia durante el paro cardiaco en hospitales de habla hispana. Ya tenemos siete hospitales que han entrado, superando todos los comités de ética y de investigación, y otros tantos hospitales a las puertas.

    Creo que somos seres perfectos potencialmente, que involucionamos para conscientemente evolucionar a través de distintas encarnaciones que van engarzándose como las perlas de un collar, entendiendo que la maravilla de la perla surge de la dificultad producida por una pequeña piedra en la ostra, y para superarla, la acepta y va creando capas de nácar envolviéndola, hasta transformar aquella dificultad en algo precioso y de enorme valor.

    El camino evolutivo tiene como meta un retorno consciente a casa, a nuestra casa, al Hogar de donde salimos y que en las experiencias cercanas a la muerte (ECM), tanto describen esa sensación de sentirse de regreso en casa. Un lugar muy conocido donde te sientes enormemente amado, reconocido y valorado como de la familia, donde sientes tanto amor, que como me decía una persona que tuvo una ECM y a quien entrevisté, hay tanto amor, que es un lugar como si todo estuviese construido con él, como si el amor fuesen los ladrillos de esa vida del más allá. El amor no es un sentimiento, sino que es la esencia desde la que todo está formado.

    Vicente cita los trabajos presentados científicamente y comprobados por pares, sobre las ECM, uniendo las investigaciones y estudios de personas muy preparadas que nos hablan de los resultados de sus pesquisas y que lo que demuestran es lo que la sabiduría eterna decía, miles de años atrás.

    Es un libro que aporta a las ECM, en su tercera parte, esta vertiente tan importante de la espiritualidad atemporal y lo compagina todo para que veamos que la sabiduría de épocas remotas donde no había tanta evolución tecnológica era lo mismo que se están encontrando en la ciencia hoy día a través de las comunicaciones de las ECM y sus experiencias.

    Es entrar en un lugar fuera de espacio y tiempo, al que no le podemos llamar cielo porque tiene unas connotaciones religiosas. Es un estado de felicidad, es un plano de conciencia donde todo es amor, paz, unión, donde bajo la supervisión de seres de luz y amor revisas tu vida y sientes el daño que has hecho a otros, sean personas, animales o naturaleza.

    Esta revisión no la haces con el sentimiento de que estás pecando o que mereces un castigo, sino que estás tomando consciencia de que has ido en contra de la ley Universal del Amor, de ese tejido en el que está construido todo y comprendes que la vida tiene un significado y que todo tiene un para qué dentro de un orden perfecto.

    Se han descartado estas experiencias como estados alucinatorios por muchas razones, entre otras, porque hoy día las paradas cardiacas registradas ocurren en hospitales y podemos decir con total precisión, que el corazón está parado, no hay latido, no hay presión arterial y, por tanto, no hay perfusión sanguínea a los tejidos cerebrales, que son los más sensibles al déficit de oxígeno, de tal manera que a los 10-15 segundos de la parada cardíaca el cerebro deja de ejecutar su función: la consciencia.

    Cae en inconsciencia y el trazado electroencefalográfico se apaga, dibujando una línea plana, es decir el cerebro no está funcionando.

    Por tanto, en esas condiciones fisiológicas, no puede pensar, razonar, ver, oír, oler, o tener sentimientos de ningún tipo.

    No funciona el córtex cerebral, tampoco el hipocampo, que es la zona de la memoria, y las personas que son resucitadas (podríamos decirlo así, ya que, debido a los avances tecnológicos en la reanimación, estos traen a la vida corazones que ya no funcionaban y que, sin la reanimación cardiopulmonar, hubiesen muerto).

    Eran personas que tenían el corazón parado. En esas condiciones ninguna parte del cuerpo recibe sangre, hay cese de la respiración espontánea, necesitan respiración asistida con oxígeno a través de mascarilla o intubación; tampoco tienen reflejos medulares, como puede ser la reacción de las pupilas a la luz y tampoco reaccionan a estímulos dolorosos potentes.

    Hasta ahora eran los tres elementos que definían la muerte clínica: la parada cardíaca, ausencia de respiración espontánea y de reflejos medulares.

    Actualmente y debido a los controles previos a donación de órganos, el que dicta la muerte es el cerebro, con repetición de las pruebas y comprobación de la nula actividad eléctrica en el electroencefalograma a pesar del intervalo de tiempo.

    Hay estudios científicos probados de que nuestra conciencia sobrevive a la muerte de nuestro cerebro, que nos hacen pensar que somos más que un cuerpo físico, y que la esencia que somos, sobrevive.

    No podemos negar, bajo la mirada de la ciencia, que las ECM existen y que no son alucinaciones, porque las experiencias de las personas que han sufrido un paro y entran al hospital en coma, son luego capaces de reconocer a la persona que les intubó al llegar a urgencias o la conversación que mantenían en el quirófano cuando sucedió el paro, o cómo era el quirófano, el material quirúrgico utilizado, el calzado si era llamativo.

    Lo que tenemos que averiguar es si el cerebro capta parte de la conciencia universal, ese campo cero, campo cuántico, campo akáshico como lo llama Ervin László, o el vacío. De cualquier manera, a ese Todo también lo podríamos llamar Fuente, Vida, Universo, Dios o el Uno.

    Los físicos cuánticos para mí son los místicos del siglo XXI, están convencidos de que el Universo es ese Orden Bello, significado de la palabra cosmos, y sugieren que es creación de una Mente perfecta, que todo está entrelazado, que no existen las casualidades sino las causalidades, y además, todo está en evolución constante y es perfecto.

    Decía Einstein que la casualidad era la manera que tiene Dios de permanecer en el anonimato.

    Los nombres son lo de menos, parece que todos provenimos de una Energía que lo contiene todo, somos parte de esa energía y la transmitimos en nuestra vida a través de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Somos parte del Todo, y somos la manifestación del Todo aquí en la Tierra.

    Pero además algo muy interesante en las ECM, que tanto las experiencias positivas como las negativas, todas, tienen efectos en las vidas de las personas que las experimentan. Ahí están los estudios y observaciones del doctor Raymond Moody, el doctor Ring o el doctor Greyson entre otros.

    También son testimonios de que la vida sigue, las experiencias visuales que algunas personas tienen en el momento previo a la muerte, en las que se ha descartado sean alucinaciones producidas por la medicación o su patología previa, sino que son un componente intrínseco del mismo desarrollo organizado del proceso de morir, y nos damos cuenta de que tanto la muerte como el nacimiento, son procesos ordenados y tienen fases plenamente establecidas.

    Estas visiones en el lecho de muerte se comprueban cada vez más cuando estamos observando a la persona que se va, en lugar de dar como establecido que son debidas a un proceso exterior.

    Además, los pacientes, cuando las tienen, dejan de sentir dolor y son visiones muy claras de seres queridos que les vienen a acompañar en el viaje, que les llenan de confort, alegría y el miedo desaparece. En un porcentaje alto, según estudios de la Universidad de Virginia, suele aparecer la madre si ha fallecido previamente. Curioso, la madre presente en el nacimiento terrenal y también en el espiritual.

    Si usted lector tenía alguna duda respecto a que somos más que un cuerpo físico y que la verdadera vida sigue, espero encuentre argumentos suficientes en este libro que le disipen ese concepto o si no, que le inquieten y siga buscando.

    En cualquier caso, espero disfruten ustedes de esta obra, tanto como he disfrutado yo.

      -  PREFACIO  -

    ¿Quién no se ha preguntado alguna vez en su vida si con la muerte termina todo o si algo de nosotros sigue existiendo? Quizás tú lo hayas hecho cuando asististe por primera vez a la muerte de un ser querido y lloraste su ausencia. O acaso simplemente cuando comenzaste a hacerte las preguntas esenciales, tan repetidas: ¿Quién soy, de dónde vengo, adónde voy?.

    Se ha dicho que la filosofía es, ante todo, una meditatio mortis, una meditación de la muerte, una meditación sobre la muerte. Y que las religiones han ofrecido su propia respuesta a esa pregunta, hablando de algún tipo de salvación o de liberación. Se ha creído en la resurrección de los muertos, así como en la transmigración o reencarnación del alma. Todo ello implica una concepción que podemos llamar espiritualista. Pero también ha habido quienes han vivido convencidos de que con la muerte termina todo, rechazando cualquier tipo de supervivencia post mortem. Esta concepción, que podemos denominar materialista, se fue imponiendo a medida que asistíamos al declive de la religión, e incluso de la metafísica. Desde la Modernidad occidental se fue fortaleciendo un cierto positivismo, que ha acompañado al anterior materialismo, y fue reforzado por una actitud cientificista que fue dejando de lado todo pensar que no se atuviera al método científico.

    Platón dijo que la filosofía era un ejercitarse en morir. Comprender lo que quería decir, entender el significado de sus palabras solo es posible teniendo en cuenta su concepción del ser humano y de la realidad. La realidad no se agota, para Platón, en lo que vemos del mundo sensible. Al contrario, este es solo una copia, un reflejo pálido de otra dimensión de la realidad, a la que él llamaba mundo inteligible, pero que podemos entender como la dimensión espiritual de la realidad. El mundo físico, sensible, material es como el interior de la caverna, en su famosa alegoría, y sus cosas no son sino una especie de sombras que se reflejan en la pared de dicha caverna. Pero el sabio, el verdadero filósofo, es el que ha tenido experiencia de otro mundo, otra dimensión de la realidad, que está fuera de la caverna. Y allí encuentra la verdadera realidad, la realidad esencial, los arquetipos de todas las cosas que vemos en este mundo. En esa dimensión no existe ni el espacio ni el tiempo. Y es a esa dimensión espiritual a la que pertenece nuestra alma. Como al mundo físico-material pertenece nuestro cuerpo.

    La muerte no es, para Platón, sino la separación del alma respecto del cuerpo. El cuerpo es pasajero, efímero, mortal. Pero el alma es eterna, no pertenece a este mundo, está fuera del espacio y es ajena al tiempo. Es infinita y eterna. El cuerpo es la vestidura que utiliza el alma para manifestarse en el mundo físico, pero ella existe antes del nacimiento y después de la muerte.

    En la Grecia antigua existían ya corrientes y autores materialistas, como Leucipo y Demócrito, aunque estuviesen rodeados de espiritualistas como los órficos, los pitagóricos, los platónicos, etc. También en la India antigua hay referencias a los carvakas, los materialistas, pero estaban igualmente rodeados de espiritualistas que, ante la pregunta ¿quién soy yo?, afirmaban que la esencia perdurable, inmortal, eterna del ser humano es el âtman. Al menos desde las Upanishads, y ya desde entonces, en la mayor parte de la tradición hindú, se impone la noción de que el cuerpo, pero también las emociones, los pensamientos, el ego, no son sino vestiduras que velan ―pero también expresan― la luz del âtman. La sabiduría hindú consiste, ante

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