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Tarot terapéutico: Un instrumento para el abordaje clínico
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Libro electrónico350 páginas4 horas

Tarot terapéutico: Un instrumento para el abordaje clínico

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Este trabajo surge como un esfuerzo por dar a conocer el Tarot como una herramienta para el abordaje terapéutico, dentro de esta obra se encuentran los conceptos claves para que el lector pueda comprender de manera clara y sencilla cómo es que con el Tarot puede tener un proceso de sanación interior. A través de este libro se busca integrar esa

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento12 feb 2024
ISBN9781685746339
Tarot terapéutico: Un instrumento para el abordaje clínico

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    Tarot terapéutico - Sinuhe Ulises García Reynoso

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    TAROT

    Terapéutico

    Un instrumento para el abordaje clínico

    Sinuhe Ulises García Reynoso

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright, excepto breves citas y con la fuente identificada correctamente.. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku, LLC

    www.ibukku.com

    Diseño de portada: Ángel Flores Guerra Bistrain

    Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

    Copyright © 2023 Sinhue Ulises García Reynoso

    ISBN Paperback: 978-1-68574-632-2

    ISBN Hardcover: 978-1-68574-634-6

    ISBN eBook: 978-1-68574-633-9

    Índice

    Capítulo 1

    El tarot como herramienta para el abordaje terapéutico

    Un viaje histórico a través del tarot

    Psicología y tarot

    Marco teórico

    Objetivos principales

    Fundamentos epistemológicos

    Sincronicidad y tarot

    Astrología y tarot

    Capítulo 2

    El tarot como camino evolutivo. Los veintidós arcanos mayores

    0-El Mat o Loco

    1-El Mago

    2- La Papisa o Sacerdotisa

    3-La Emperatriz

    4- Emperador

    5- El Papa o Hierofante

    6-Los Enamorados

    7- El Carro

    8-Justicia

    9-El Ermitaño

    10-La Rueda de la Fortuna

    11-La Fuerza

    12- El Colgado

    13. La Muerte

    14. La Templanza

    15. El Diablo

    16. La Torre

    17. La Estrella

    18. La Luna

    19. El Sol

    20. El Juicio

    21. El Mundo

    22. El Loco

    Capítulo 3

    El tarot como guía hacia el desarrollo personal. Los arcanos menores

    Cuatro Ases: Espadas, Copas, Oros, Bastos

    Las figuras de la corte

    Tarot y tipos psicológicos

    Tarot: mito, símbolo y sueño

    Capítulo 4

    Cuántica, geometría, número, color y alquimia

    Tarot cuántico

    Geometría

    Número

    Color

    Tarot alquímico

    Capítulo 5

    Lecturas psicoterapéuticas del tarot

    Tiradas del tarot

    Lectura del mundo

    Lectura del tiempo

    Lectura de emociones

    Lectura de constelaciones familiares

    Lectura de nacimiento

    Lectura del Destino

    Lectura de muerte

    Capítulo 6

    El tarot como instrumento clínico

    Miedos individuales

    Arquetipo paterno y materno como estructuración del pensamiento y sentimiento

    Las cinco heridas del alma

    Un abordaje clínico desde el tarot

    Reflexión final

    Bibliografía

    El amor por el mundo aún está en nosotros, nos habla de manera individual a cada uno de nosotros a través del alma de niño. Es él quien nos estrecha el corazón cuando sentimos el gran vacío de la vida y la necesidad imperante de restaurar la conexión con el universo. Todos tenemos el poder de contactar con nuestra identidad. La verdadera autorrealización del ser se encuentra en la libertad de descubrir quiénes somos realmente, y esa esencia solo la podemos encontrar más allá de que lo imaginamos ser, más allá de las creencias que otros proyectaron sobre nosotros y sobre todo más allá de los roles sociales con los que solemos identificarnos.

    Si queremos subsanar la condición actual de la humanidad, es necesario comprender que a través de nuestra imaginación podemos sanar nuestro sistema interior y modificar la realidad. Cuando resignificamos el pasado, presente y futuro, movilizamos una gran cantidad de energía hacia nuestro campo cuántico. Cuando fijamos nuestra atención en objetivos claros, abrimos la posibilidad a nuevas realidades que nos empoderan para dar un salto cuántico de gran relevancia para la evolución de nuestra especie. Si podemos cambiar nuestra percepción del mundo, entonces es posible lograr que una masa crítica lo suficientemente consciente pueda impulsar un cambio global. Si queremos diseñar un mundo de justicia e igualdad para todos, es necesario adquirir un compromiso colectivo. Si logramos unificar nuestras consciencias con un mismo objetivo, podremos traducir el futuro en una sola palabra: abundancia.

    De una manera u otra somos partes de una sola mente que todo lo abarca, un único gran ser humano.

    Carl Jung

    Capítulo 1

    El tarot como herramienta para el abordaje terapéutico

    Un viaje histórico a través del tarot

    Se dice que el tarot tuvo sus orígenes alrededor del año 1000, pero realmente nadie sabe con exactitud quién lo creó, ni dónde nació, ni cómo se difundió. Tampoco se sabe qué significa la palabra tarot ni a qué idioma pertenece. Se cree que tiene relación con el cristianismo, el judaísmo, el budismo y el islam. Es posible que sea parte de la tradición occidental y haya servido como un contrapeso femenino al desequilibrio monoteísta de la civilización. A pesar de sus fuertes raíces espirituales y científicas, el tarot fue prohibido por la Iglesia, al considerarlo un instrumento de magia relacionado con el arte adivinatorio.

    Cuando profundizamos sobre el tarot, observamos que está íntimamente vinculado con la superstición, y lo primero que salta a la vista son temas relacionados con brujas, gatos negros y magia, por lo cual el mayor reto de este trabajo es poder revelar el misterio oculto que tiene para mostrarnos un conocimiento que forma parte del legado cultural de la humanidad. Remontarse a los orígenes de los arcanos resulta aún más complicado. Estos símbolos nacieron junto con el pensamiento del hombre, y con este se han desarrollado a lo largo de la historia, pasando por diversas culturas. Su inicio se pierde en la noche de los tiempos, por lo cual determinar con exactitud su origen parece una tarea nada sencilla, dado que no han surgido en un momento específico, sino que se han desarrollado en el transcurso de la historia de nuestra civilización.

    Los numerosos mitos y leyendas alrededor del tarot no han contribuido a esclarecer su origen, y esto ha dado pie a que durante gran parte de su historia no se considerara la posibilidad de realizar un abordaje empírico del mismo, relegándolo como parte de las mancias adivinatorias. Sin embargo, por paradójico que parezca, a veces mirar al pasado puede hacer que evolucionemos más. Desde el siglo XVIII hasta la actualidad se han inventado cientos de historias sobre la creación del tarot: se les ha atribuido a atlantes, lemurianos, egipcios, templarios, gitanos, ángeles, demonios, personajes bíblicos, hasta a extraterrestres, según las creencias y fantasías personales de cada tarotista.

    Marinela Rodríguez, terapeuta holística y profesora de tarot, asegura: «El tarot recoge los conocimientos herméticos de grandes maestros espirituales en imágenes simbólicas y constituye el gran libro de la vida. En sus símbolos se han hallado influencias tan variadas como ritos griegos, el gnosticismo, el neoplatonismo, las enseñanzas de los cátaros, las antiguas filosofías árabes e índicas y la cábala judía». Desde una perspectiva histórica, las primeras barajas aparecieron durante el siglo XV, en el norte de Italia, y la mayoría de sus creadores decidieron perderse en el anonimato.

    Durante el Renacimiento hay sobre todo un personaje divino-arquetípico a quien se le pudo haber atribuido la invención de los primeros tarots: Hermes Trismegisto-Thot, señor de la escritura, de la sabiduría, de la magia, de los juegos de mesa, así como creador de la alquimia, la astrología y la astronomía, entre otras disciplinas que están ligadas a la génesis de los primeros mazos del tarot. A este personaje divino se le atribuye haber escrito una colección de textos filosóficos y mágicos que dieron origen a la tradición hermética, la cual tuvo una importante influencia durante la época renacentista. La figura de Hermes Trismegisto representa un vínculo de la tradición filosófica griega y la sabiduría egipcia, transmitida a los romanos, a los árabes durante la Edad Media y, posteriormente, a los filósofos y artistas del Renacimiento.

    La tradición hermética incluso llegó a la Nueva España y a otras partes del mundo, e influyó en personajes como sor Juana Inés de la Cruz. Esa misma tradición hermética menciona el túnel que conduce a través y debajo de las garras de la gran esfinge hasta el templo de la iniciación egipcia. En este templo, a lo largo de las paredes se hallan tablillas donde están inscritas las cartas del tarot, representando la historia de la iniciación del alma a medida que atraviesa el ciclo de la vida. En la Tabla Esmeralda de Hermes se encuentra escrito lo siguiente: «Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero: lo que está de abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar el milagro de la cosa única». En esta tablilla de piedra se dice que está escondido el mejor secreto de la alquimia, si se descubre, es posible lograr su máximo objetivo, la transmutación.

    Esta era la forma mediante la cual los antiguos iniciados egipcios accedían a un método para el desarrollo del alma. Generación tras generación, se especializaron en dos cosas: astrología y obtención de información relativa al alma humana. Se cree que en el antiguo Egipto rojo los iniciados atravesaban por una serie de aulas donde se formaban en un conocimiento oculto dictado por los sacerdotes de Osiris. Las leyendas que giran en torno a Egipto aseguran que algunos de los grandes maestros de la humanidad tuvieron un acercamiento a las ciencias secretas que otorgaban las enseñanzas de la tradición hermética.

    En la cultura africana de igual modo existió desde tiempos remotos registro de oráculos, los cuales eran una especie de recipiente de madera con dos pisos en el interior, separado por una pequeña plataforma superior, donde introduce el adivino un pequeño ratón o grillo, el cual se ponía en el piso y, atraído por el olor de la comida que depositaban en este artefacto, subía. Al comer los alimentos desplazaba una especie bastoncillos o caurís (caracoles). Esto era interpretado por el chaman como un mensaje del más allá. Para la cultura africana, el ratón, como animal que está en contacto con la tierra, tiene una estrecha relación con la diosa de la tierra, Asyé, esposa del dios del cielo, Niamyé.

    Por su parte, en el año 1120, en China ya existía un juego de 32 tablillas de marfil, con figuras relativas al cielo, a la tierra, al hombre, al deber y el destino del ciudadano. El juego se llamaba Mil veces diez mil y estaba compuesto de tres series de nueve tablillas más tres triunfos (9 x 3 = 21). Añadiendo los tres triunfos se llegaba a 30. Estas tabillas simbolizaban el microcosmos en el macrocosmos. También en China encontramos el I Ching conocido como El libro de las mutaciones, el cual se podría considerar uno de los primeros textos de la humanidad. Pero, para ser más exactos, es el libro chino más antiguo que conservamos, ya que históricamente existen escritos sumerios que corresponden a épocas anteriores.

    Los expertos coinciden en que los primeros escritos del I Ching están datados alrededor del 1200 a. C. Durante miles de años el I Ching ha sido consultado por millones de personas y, aunque los occidentales desconocemos en muchos aspectos culturas externas a la nuestra, grandes pensadores y filósofos a lo largo de la historia han sido influenciados por El libro de las mutaciones. Existen además referentes culturales que nos hemos encontrado a lo largo de la historia del séptimo arte con Neo en Matrix, Rick Sánchez en Rick y Morty o el Dr. Stephen en Dr. Strange. I Ching no es clarividencia ni adivinación, puede considerarse como una antigua computadora cuántica compuesta por un código binario simbolizado por tres monedas. Este código fuente permite acceder a ciertos conceptos y claves para orientar la vida del consultante, pero depende en gran medida de la capacidad del consultante para operar tal sistema y decodificar la información necesaria para mejorar su vida.

    Continuando nuestro recorrido oracular por la historia, vemos en la astrología maya un arte que permitía entender, manejar y explicar el entorno a través del lenguaje matemático, la cual era aplicada en las acciones de clasificar, ordenar, modelar, medir, calcular, contar y distribuir patrones expresados en la naturaleza. Estos patrones son básicos para atender necesidades, resolver situaciones dadas y comprender el entorno en la vida diaria.

    Recordemos una vez más que para las culturas precolombinas la vida es mágica y se expresa por la sacralidad de la naturaleza. Magia es advertir y comprender la generación, estudiar el crecimiento de una planta o los movimientos animales del cielo. Y sobre todo la correspondencia de estos ciclos vitales y su complementación produciendo la armonía universal. (Federico González, El simbolismo precolombino, 2016)

    La historia monocultural y eurocentrista que conocemos nos habla de los múltiples dioses de los pueblos anahuacas, ignorando que aquí se dio la concepción matemática de un Ser Divino cuya razón radica esencialmente en la energía. Dios de razón matemática, no metafísica. Aquí no se limitaron solo a creer, sino también a saber. En el antiguo México existió un sistema oracular llamado tzolkin, un nombre dado a la versión maya del ciclo sagrado de 260 días, constituido por veinte trecenas (o trece veintenas) utilizado en la Mesoamérica precolombina y equivalente al Tonalpohualli azteca, el cual era una compleja tecnología cosmológica que servía como instrumento para la cuenta del tiempo. El tzolkin aún se utiliza en las comunidades indígenas del altiplano guatemalteco y en el estado de Oaxaca, y recibe el título de «vigilantes de los días». Si los datos lingüísticos son correctos, el tolzkin ya estaba en uso antes del 1000 a. C. por los mayas y otros pueblos mesoamericanos. Se desconoce cuál fue la cultura mesoamericana que desarrolló el calendario. Las estelas más antiguas que fechan los acontecimientos empleando este calendario en combinación con el solar datan de la época zapoteca en Oaxaca (500 a. C.) y se han hallado en lugares como Monte Albán.

    De igual forma la pirámide de Chichén Itzá se usó como un calendario de 4 escaleras, cada una con 91 escalones y una plataforma en la parte superior, lo que hace un total de 365, exactamente equivalente a la cantidad de días en un año calendario de Haab. Para los antiguos mexicanos las pirámides eran la expresión simbólica de su gran conocimiento astronómico. Sus mitos son una guía para el análisis de su desarrollo geométrico y matemático. La cara del Sol da origen a las 4 direcciones: este, oeste, norte y sur. En todas las lenguas mayas, el camino del Sol define el espacio y el tiempo. A pesar de lo primitivo que nos parezcan este concepto de unidad entre el hombre, la comunidad y el cosmos, esta idea se expresaba en su saludo diario, IN LAK’ECH, que significa ‘yo soy otro tú’, a lo que contestaban HALA KEN, que significa ‘tú eres otro yo’, manifestando así la conexión que existe entre cada uno de nosotros. En tal sentido el psicólogo Carl Jung ha sido uno de los grandes exploradores del gran acervo cultural de los pueblos originarios:

    La necesaria y requerida reacción de lo inconsciente colectivo se expresa en representaciones formadas arquetípicamente. Es el mundo del agua, en el que flota, suspenso, todo lo vivo, donde comienza el reino del simpático, del alma de todo lo vivo, donde yo soy inseparable y soy este y aquel, donde experimento en mí al otro y el otro me experimenta a mí como al yo. (C. G. Jung. Arquetipos e inconsciente colectivos, 1969)

    Todos los pueblos antiguos de México y el mundo reconocieron ser hijos del Sol. La similitud de los diseños simbólicos de las pirámides es un gran misterio de porqué culturas que no tuvieron contacto entre sí expresaron ideas similares sobre conceptos espirituales; en específico, sobre qué ocurre con el ser humano tras la muerte y cuál es la relación del hombre con el cosmos. El pueblo mexica identificaba al Sol (Tonatiuh) como el espíritu de vida. Los antiguos mexicanos sabían, siglos antes que los europeos, que gracias al Sol existía la vida en la Tierra. De acuerdo con su cosmovisión, la Tierra estaba ubicada en la justa medida, ni más ni menos, para recibir los rayos fecundadores de Tonatiuh y manifestar la vida tal como la concebimos hoy en día.

    Actualmente la herencia numérica de los pueblos antiguos sigue más vigente que nunca. El nepohualtzintzin es una herramienta (calculadora), muy difundida entre los olmecas, aztecas y mayas, que en la actualidad sigue siendo utilizada como instrumento matemático para aquellos alumnos con dificultades de aprendizaje. Los pohuamatime (‘los que conocen la cuenta’), es el nombre con el que se identificaba a los sabios maestros de Anáhuac que definieron el cero, la unidad y el infinito como tres manifestaciones de una sola entidad, la cualidad. De igual modo existen culturas que han conservado el conocimiento antiguo. Para los huicholes, la geometría y el color representan la forma en que los dioses se comunican con los hombres. Sus rituales, danzas y arte reflejan tal cosmovisión.

    Los antiguos habitantes del continente mesoamericano crearon por medio del juego un lenguaje común: aunadas a la ciencia matemática a través del número, los colores, las figuras geométricas y la música, recreaban combinaciones que mostraban una relación numérica existente entre el ser humano y el universo, lo que significa que entre el pensamiento y el espíritu del individuo existe una conexión simbólica. La concepción de los números y la geometría representaron para las antiguas culturas una manifestación cultural de gran relevancia para el destino de sus pueblos y fueron pieza angular de su iconografía.

    Continuando nuestro recorrido histórico, nos encontramos con uno de los desarrollos más singulares de la religión griega durante el periodo helenístico (323-31 a. C.), fecha en la que ocurrió una transformación de una experiencia religiosa más comunal, pasando de la polis a una religión más individual, en la que se puso énfasis en lo que le ocurría al alma tras la muerte. A esto se lo conoció como religiones mistéricas. Todos estos cultos incluían mitos en los que un personaje bajaba al mundo de los muertos y regresaba, como metáfora de esa reencarnación. Por ejemplo, los misterios órficos, de Orfeo y Eurídice; o los de Eleusis, basados en el mito de Deméter y Perséfone. Los misterios de Eleusis estaban abiertos a todos aquellos que fueran griegos, es decir, hablantes de griego; mujeres y esclavos incluidos. Sabemos que había una jerarquía eclesiástica, con sacerdotes llamados hierofantes y sumas sacerdotisas. Los llamados grandes misterios, celebrados en septiembre u octubre, se iniciaban con una procesión desde Atenas a Eleusis, una vigilia en honor al mito del rapto de Perséfone.

    El legado mitológico de esa época perdura hasta fechas actuales en los denominados papiros mágicos griegos. Desde comienzos del siglo pasado se conocía la existencia de varios papiros de contenido mágico, los cuales habían sido adquiridos en las mismas localidades de su descubrimiento, especialmente Tebas y El Fayum, por los infatigables buscadores de papiros y antigüedades. Finalmente, los papiros fueron a parar a los grandes museos de Europa —Berlín, París, Leiden, Londres, Oxford, etc.—, y allí fueron catalogados y brevemente descritos. Al llegar a las universidades y museos de Europa los textos mágicos en papiro comenzaron a editarse y la producción científica en torno a los mismos creció de forma extraordinaria, llegando en la actualidad a formar parte de un gran campo de estudio.

    Como hemos visto, desde el inicio de los tiempos el ser humano ha tratado de conocer su futuro, leyendo su destino en las estrellas o en los fondos de café. Puede que sea porque hoy al igual que ayer todos andamos igual de perdidos con las grandes respuestas de la vida, en torno a qué hacemos aquí o a dónde vamos. A lo largo y ancho del globo encontramos registros de numerosos sitios de adivinación, como el Oráculo de Delfos (Grecia), Amón (Egipto), Nechung (Tíbet), el templo de Upsala (Suecia), etc. Inclusive dentro de la misma Biblia encontramos registros de un variado número de sueños proféticos. El propio relato de Moisés y la tabla de los diez mandamientos tiene una similitud extraordinaria con los oráculos como un medio para contactar con la sabiduría divina.

    Ahora que tenemos un panorama general de los distintos oráculos y mitos de la historia, podemos volcar nuestra mirada sobre el tema central de este trabajo, que es el tarot. Como vemos, es posible observar que, más allá del misterio oculto, las figuras de los arcanos aparecen como un gran tesoro histórico que puede revelarnos el gran legado filosófico que forma parte de los cimientos culturales de la civilización actual. El tarot permitió a nuestros ancestros desarrollar los sentidos psíquicos hasta un alto nivel y conservaron laboriosamente registros de sus experimentos durante siglos, igual que posteriormente lo harían los antiguos masones durante más de 1500 años y cuyos registros se han podido estudiar porque están en la serie que se denomina Anu-Enlil de Caldea, que hoy en día se puede encontrar en el Museo Británico de Historia Natural.

    Cualquiera que sea su origen, es fácil imaginar el poder que tuvo el tarot como instrumento de comunicación profunda. Al manejarse con imágenes cargadas de simbolismos inconscientes, llegaba directo a las emociones, no hacía falta saber leer para comunicarse a través del tarot. Si pensamos que a fines del siglo XIX apenas el 30% de los europeos sabía leer, es posible suponer que aquellos que intentaban comprender lo espiritual o acceder a un conocimiento más profundo y trascendente sobre su propia vida se valían de, entre otros instrumentos, los símbolos e imágenes del tarot. (Beatriz Leveratto. Tarot 1. arcanos mayores, los símbolos arquetípicos del destino, 2005)

    Desde esta perspectiva, todas las mitologías primitivas, todas las religiones paganas y todas las cosmovisiones politeístas esotéricas pueden comprenderse como un mapa simbólico del cosmos. Al respecto, Joshep Campbell refirió lo siguiente:

    El misterio del cielo nocturno, ese paso enigmático de luces que se desplazan lenta pero incesantemente entre las estrellas fijas, condujo, una vez trazado matemáticamente, a la revelación de un orden cósmico, lo que en respuesta suscitó, desde las profundidades de la imaginación humana, un reconocimiento recíproco. Cobró forma un amplio concepto del universo como un ser viviente semejante a una gran madre, en cuyo útero tenían su existencia todos los mundos, tanto los de la vida como los de la muerte.

    El mazo del tarot es un conjunto de 78 cartas llamadas arcanos, donde se halla plasmada la vida humana con todos sus momentos: pasado, presente y futuro. De manera genérica, el tarot podemos pensarlo como un conjunto de símbolos universales que halla su asiento en la mente de toda la humanidad. Esta mente universal fue definida por Carl Jung como el inconsciente colectivo. Cuenta la leyenda que el origen del tarot se remonta a las primeras décadas del siglo XIII, cuando los mercaderes del Mediterráneo recorrían la extensa Ruta de la Seda por China, Persia y África, trayendo entre sus pertenencias el primer mazo de cartas conocido en Occidente, llamado Mamluk. Su origen era islámico y estaba organizado en cuatro palos.

    Ya en 1392, Jacques Gringonneur pintó una baraja por encargo del rey Carlos VI de Francia, quien padecía de insania mental, por lo cual algunos historiadores supusieron que el tarot fue ideado para distraer la locura del rey. De todos modos, si bien se conoce por crónicas de la época la existencia de este mazo, el mismo no sobrevivió hasta nuestros días, quedando en manos del primer duque de Milano, Visconti-Sforza, el derecho a ser el guardián de uno de los más antiguos mazos conservados en la actualidad, el cual lo poseen un reducido número de coleccionistas repartidos entre Italia y Estados Unidos. Este mazo está pintado a mano y contiene polvo de oro en varios de sus trazos.

    La baraja Visconti-Sforza posee un descomunal valor histórico y económico, debido a que fue la primera que tuvo como arcano 2 a una mujer sacerdotisa, la Papisa, que, según refieren los historiadores, no es otra que Maifreda Visconti da Pirovano, hermana del duque Matteo Visconti. A esta mujer la Inquisición la condenó a morir en la hoguera por considerarla hereje, ya que creía en la profecía de san Joaquín de Fiore y postulaba la idea de que el Espíritu Santo se habría encarnado en la tierra con forma de mujer, y que tenía un hijo adulto cuya paternidad se atribuía al rey de Bohemia.

    Los orígenes del tarot de Marsella de los que se tienen indicios son principalmente de Italia, elaborado un mazo de cartas para la Familia Visconti-Sforza para celebrar la boda de la hija de la familia y dicho mazo como regalo de bodas alrededor del siglo XV. Se introdujo en el sur de Francia cuando los franceses conquistaron Milán y Piamonte en 1499. Es incalculable la cantidad de mazos de tarot que han aparecido desde entonces, y se cree que existen muchos otros de los cuales no se tiene registro. El médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Jung escribió El libro rojo, un manuscrito ilustrado al que grosso modo se le puede concebir como un tipo de tarot surgido del contacto directo que tuvo Jung con el conocimiento arcaico.

    Existen sugerencias acerca de que las cartas del tarot se desarrollaron a partir de una antigua forma de ajedrez. También podría suponerse que el ajedrez proviene del tarot. No es posible establecer si las cartas provinieron

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