La constitución del golf
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La Constitución del Golf, nueva novela de la serie Barrio Alto, de Elizabeth Subercaseaux, transcurre en el Chile actual, en un Santiago con personajes perfectamente reconocibles y representa un fresco panorama de cuanto ocurre en torno a la redacción de una nueva Carta Fundamental.
Con humor y fina ironía la autora nos induce a disfrutar y reírnos con una historia que da cuenta del extraño momento político que vive el país. La novela, con su trama hilarante, no exenta de aguda mordacidad, es un espejo del drama de una sociedad que debe darse una Constitución y ponerse de acuerdo entre sectores que hasta ahora parecen irreconciliables.
Una vez más la autora ratifica su excepcional manejo de la clave literaria del humor para entrar en profundidades y confirma el valor de este recurso para iluminar los momentos confusos de una sociedad.
Elizabeth Subercaseaux
Elizabeth Subercaseaux (Santiago de Chile, 1945) es periodista y escritora. En la actualidad vive en Pensilvania, Estados Unidos. Ha sido profesora de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile y ha trabajado como reportera, corresponsal y columnista para diversos medios chilenos y extranjeros. Ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan Una semana de octubre (Premio alemán Liberaturpreis 2009), Un hombre en la vereda, Asesinato en La Moneda, la biografía de la primera presidenta de Chile Michelle y Evo Morales. El presidente indígena de Bolivia.
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La constitución del golf - Elizabeth Subercaseaux
Imagen de portada: montaje de Mateo Infante V.
Corrección de textos: Genaro Hayden Gallo
Composición: Salgó Ltda.
Dirección editorial: Arturo Infante Reñasco
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Primera edición: junio 2023
ISBN: 978-956-415-025-3
ISBN digital: 978-956-415-026-0
RPI: 2023-A-5826
© Elizabeth Subercaseaux, 2023
© Catalonia Ltda., 2023
Santa Isabel 1235, Providencia
Santiago de Chile
www.catalonia.cl - @catalonialibros
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
Para
Beatriz Saavedra, Amparo Claro
y Luz María Edwards,
eternamente agradecida
por su entusiasmo por este libro,
su buena onda y su amistad.
Índice
Consejeros constitucionales
1
Chile es una república democrática cuya soberanía reside en el pueblo
2
Chile es un Estado unitario
y descentralizado
3
Chile: Estado social y democrático de derecho
4
El escudo nacional, la bandera y los himnos son emblemas patrios y se respetan
5
Derechos y libertades fundamentales
6
Los estados de excepción
7
Fuerzas Armadas, Fuerzas de Orden, Carabineros y Policía de Investigaciones
8
Los pueblos originarios como parte de la nación chilena
9
Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial
10
Banco Central, Ministerio Público y Contraloría
11
Cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad
12
Soberanía y terrorismo
El cocktail
Consejeros constitucionales
Iban a ser las once de la mañana cuando Alberto bajó la escalera del Club de Golf sintiéndose más viejo y más cansado que la última vez que estuvo allí. Y eso que no había pasado un mes. Es que no era para menos. En un mes su vida se había torcido y a estas alturas no tenía idea si para bien o para mal. Él nunca se había metido en política, no era su cosa, pero la Carmen Gloria le embolinó la perdiz, como se dice, y él, que andaba enamorisqueado de ella (le recordaba a la Cuca) y no quería seguir solo, la escuchó con mucha atención y finalmente le hizo caso. Hay que decir que la Carmen Gloria era una embaucadora profesional, sabía cómo engatusarlo; que su criterio era de oro, le dijo, que tenía los mejores valores del mundo, que era ponderado y justo y por último estaba el deber de devolverle a la sociedad lo que la sociedad le había dado. Alberto Larraín Errázuriz, mírame a los ojos, y él la miró; mano en el corazón, siguió ella: ¿es mucho pedirte que te presentes como candidato a representante del Consejo Constitucional?
Alberto lo habló con Pito Balmaceda y grande fue su sorpresa cuando Pito le dijo que él también pensaba presentarse. –Mira huevón, la izquierda se farreó la nueva Constitución. Si la tía Pikachú llegaba a la Asamblea disfrazada, la machi Francisca dictaba normas separatistas en mapudungún, otro constituyente votaba desde la ducha y una manga de vociferantes inventaba reglas encaminadas a volarnos la raja, como decían con toda desfachatez, lo menos que podemos hacer nosotros, desde la derecha, es ponernos serios con este asunto, hacer una buena Constitución para Chile. Lo siento como un deber, huevón. Tú deberías hacer lo mismo. La Carmen Gloria tiene toda la razón.
La cosa es que fueron en la lista Chile Seguro, uno por la UDI y otro por Renovación Nacional, y salieron elegidos los dos. Pero ni Pito, ni la Carmen Gloria (mucho menos él) se figuraron que la centro derecha iba a sufrir la derrota que les infligió el innombrable –como lo llamaba la Carmen Gloria–, y que de ahora en adelante denominarían con la letra K. El triunfo de los republicanos era contundente. Había que reconocerlo y hacer las lecturas apropiadas.
La última semana fue una locura. Cuatro, cinco, hasta seis reuniones diarias. Y ver a los presidentes de partido, atónitos, sin saber para dónde cortar, era bastante patético, para qué estarnos con cuentos. Macaya, Monckeberg, la Gloria Hutt, Undurraga. ¿Qué iban a hacer con K.? ¿Cómo diablos había pasado esto? ¿De dónde cresta habían salido esos votos? ¿Cómo iban a presentarse como una derecha dispuesta a pactar con K.? ¿No era un retroceso? ¿No era lo mismo pactar con K. que resucitar a Diego Portales? ¿No queríamos sacarnos la mochila de Pinochet? Escuchen, tenemos que ponernos de acuerdo. Fijar nuestra postura. ¿De dónde somos nosotros? ¿Vamos a perder nuestra identidad y diluirnos en una fuerza extremista que ha obtenido un triunfo transitorio? ¿Somos del ultra conservadurismo cultural o de una ventana al progreso? ¿Y el ultra liberalismo económico? ¿Lo seguimos abrazando o no? ¿Y qué vamos a hacer con el entuerto de si Chile es un Estado social de derecho o un Estado subsidiario? ¿Ah? ¿Vamos a tirar a la basura el modelo que nos hizo crecer y sacó a Chile de la miseria? ¿Somos Jaime Guzmán o una melcocha entre dos derechas que ni nosotros sabemos cómo definir? ¿Somos o no somos del centro? Se ahogaban en preguntas.
–Estamos en una situación imposible –decía Alberto–. Muy muy difícil. No sé cómo vamos a salvar el honor. Por lo menos el honor. Y a Evópoli, claro.
–Es que mira lo que nos pasó, huevón. Estábamos felices con el triunfo del Rechazo, subidos por el chorro a todo dar, éramos los salvadores de la institucionalidad, había primado el sentido común, íbamos a redactar una Constitución a la pinta, justa, con los cambios pertinentes, si hasta habíamos acordado terminar con la subsidiaridad, apaciguar el modelo. Chile sería un Estado social de derecho, huevón, pero como Dios manda, no como manda Atria, y entonces viene la elección de consejeros y resulta que los que ganan la mayoría, los que tienen derecho a veto, los que pueden llegar y decir ¿saben qué más?, no hacemos ni una Constitución y nos quedamos con la del Tata, son los que nunca han querido enterrar la de Pinocho, ni cambiar nada, ni progresar para ninguna parte, huevón. Chao derecha progresista. Chao derecha que está por el cambio. Chao paridad. Chao al matrimonio igualitario. Chao al aborto de tres causales. Chao derecha de un Macaya que tiene tanto que ver con el autoritarismo de Jaime Guzmán como tú con Mao Tse Tung. Bienvenido al mundo donde los gay vuelven al clóset, las mujeres a cuidar a los niños, se reza el rosario al caer la tarde y si a una cabra chica la viola un tío tiene que tener la guagua y sanseacabó.
*
Alberto y Pito asistieron juntos a todas las reuniones. Unas veces en la sede de Renovación Nacional, otras en la de la UDI y hasta hubo dos en la casa de un evópoli.
Fundamentalmente se hablaba de cómo proseguir, cómo organizarse, dónde juntarse. La idea era armar equipos pequeños, ocho o nueve consejeros por equipo y cada equipo se reuniría a debatir lo que ya estaba hecho porque a fin de cuentas la Constitución estaba casi lista, no había más que darle contenido a los bordes, cosa que ya habían hecho los expertos, afinar algunas cosas. En el fondo lo que les tocaba a los consejeros era estar de acuerdo con el texto que les entregaran o no, hacer una que otra sugerencia, o no, y fundamentalmente ver la reacción de quienes tenían veto, los republicanos. Por ahora no se sabía porque estaban mudos. Los pesimistas decían estos gallos van a vetar lo que no les guste porque lo que quieren es quedarse con la Constitución de Pinochet; los optimistas decían estos gallos van a ceder en todo y llegar a acuerdo porque lo que quieren es llegar a La Moneda.
Pito propuso reunirse no solamente entre ellos, la centro derecha y obviamente la de K., sino armar la comisión con gente de la centro izquierda, del Partido Comunista, del Frente Amplio y hasta Jadue si era necesario; no iban a cometer los errores de la Convención, la política de las cancelaciones debía ser cancelada. Hubo aplausos cuando lo dijo. Pero si iban a juntarse con gente de la izquierda era importante hacerlo discretamente y no en las sedes de los partidos, había que hacerlo lejos de los periodistas, lejos de las cámaras de televisión, tampoco en una casa porque era una joda para la señora, los niños y toda esa vaina y fue entonces cuando Alberto propuso que el grupo de ellos se juntara en el Club de Golf.
Cayó un silencio.
–¿El Club de Golf? –preguntó Juan Luis Ugarte, consejero de Renovación, mirando la hora en su reloj naranja.
–A mí no me parece una mala idea –dijo alguien que estaba cerca de la puerta de entrada a la sala.
Los diez pares de ojos se posaron en Tacho Huidobro que acababa de entrar. –Yo soy muy amigo del presidente del Golf y me ofrezco para hablar con él, y bueno, Alberto Larraín es aún más cercano que yo, el presidente del Club de Golf es el papá de la Pila, su primera mujer, ¿no es así, Alberto?
–Sí, yo tengo una buena relación con mi ex suegro y si ustedes están de acuerdo puedo hablar con él, pero ¿qué es lo que tengo que pedirle, exactamente?
Lo que tenía que pedirle, le dijeron después de una buena discusión porque no todos estaban de acuerdo en que el Club de Golf fuera un lugar indicado para una reunión de esa especie, era el club, vale decir, había que pedirle que les facilitara el recinto del Club de Golf una tarde a la semana y esa tarde podía ser el lunes puesto que era el día en que el club estaba cerrado. Y debían ser tres meses, lo que quedaba de mayo, junio, julio y parte de agosto. Doce reuniones. Una para cada borde.
Finalmente se pusieron de acuerdo. Pensándolo bien no era una mala idea. El Club de Golf era un lugar tranquilo, agradable, estaba bien ubicado, tenía buen estacionamiento y si la reunión se prolongaba podían quedarse a comer y alguien dijo que el fricasé del Golf era increíble.
Y así llegamos al sábado 13 de mayo.
Alberto acordó encontrarse en el Club de Golf con el papá de la Pila, su ex suegro, don Luis Felipe Yrarrázaval. Habían hablado largamente por teléfono y don Feli, que así lo llamaba medio mundo, fue cordial y se mostró abierto a ayudarlos. Él podría prestar el Club los días lunes en la tarde, digamos de seis a nueve, tenía que consultarlo con el directorio, obviamente, pero en principio no veía problemas. –Lo que sí me gustaría es reunirme contigo cuanto antes, Alberto, para discutir los detalles. Yo voy a citar ahora mismo a una reunión de directorio, me imagino que tienen bastante prisa para resolver una montaña de cuestiones en tan poco tiempo. Yo estoy instalado en Zapallar, lleno de maestros, haciendo unos arreglos en la casa, pero puedo pegarme un pique a Santiago el viernes en la tarde para volver el sábado. ¿Qué tal si nos juntamos en el Club el sábado en la mañana, antes que empiece a llegar la gente?
*
El lugar estaba silencioso y tranquilo. Había poca gente en la terraza, no más de dos o tres mesas ocupadas y todas cerca de la bajada a la piscina. Luchito lo