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Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo
Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo
Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo
Libro electrónico253 páginas3 horas

Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo

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La presente obra intenta dilucidar la propuesta ética y política de Fernando Savater, cuál es el fundamento de su ética, cuál el criterio de moralidad, cuál su idea de democracia. La segunda mitad del siglo XX asistió a una sorprendente y necesaria recuperación de la filosofía moral. La ética ha vuelto a aparecer, no sólo en el discurso filosófico,
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2024
ISBN9786074172201
Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo
Autor

Javier Prado Galán

Javier Prado Galán estudió la licenciatura en Filosofía y Ciencias Sociales en el Instituto Libre de Filosofía, la licenciatura en Teología en el Colegio Máximo de Cristo Rey, la maestría en Filosofía en la Ibero y el doctorado en Filosofía en la UNAM. Se ha especializado en general en Filosofía y en particular en Ética. También ha incursionado en otras ramas de la llamada Filosofía práctica: Filosofía política, Estética y Filosofía de la Religión.

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    Fernando Savater - Javier Prado Galán

    A Gilberto, amigo y hermano,

    por su testimonio de afirmación vital.

    PARA COMENZAR

    El boom del librito de divulgación de Fernando Savater, Ética para Amador, obliga a una reflexión seria sobre las posibilidades y los límites de este planteamiento ético.

    Este libro ha sido aceptado y rechazado por propios y extraños. La invitación al haz lo que quieras y al date la buena vida, tiene aliados y adversarios. Este estilo, siempre provocador, es fuente de contradicciones. Tola de Habich publicó Ética para el bichorro y Carmena Ética para Pancho en un afán por cuestionar al irreverente escrito savateriano.

    Savater, por si fuera poco, ha prolongado el empeño divulgador de su obra. Ha publicado Política para Amador. Un libro que plasma las reflexiones del vasco sobre ética social. Se trata de una decidida defensa del proyecto democrático occidental que también ha levantado polvareda.[1]

    Savater se ha convertido en uno de los filósofos de habla hispana más leídos. Esto nos obliga a un análisis crítico y detallado de su obra.

    Algunas de las razones del éxito de la obra de este filósofo son:

    •Su estilo divulgador;

    •La propuesta liberal que ayuda a justificar la acción de amplios sectores de la sociedad;

    •La impronta literaria de sus planteamientos;

    •El tratamiento de temas cotidianos que normalmente no son tocados por los filósofos.

    Por otra parte salta a la vista que la ética es el tema de nuestro tiempo. En filosofía se sostiene hoy, como lugar común, que mientras la metafísica asiste a su crepúsculo, que no ocaso, la ética se apodera del calificativo de filosofía primera.

    La segunda mitad del siglo XX ha asistido a una sorprendente y necesaria recuperación de la filosofía moral. El comportamiento ético y político es una de las manifestaciones culturales que requieren tal vez mayor reflexión. Por las condiciones de deshumanización creciente del planeta se ha tornado ineludible el diseño de una ética pertinente. La ética no sólo ha vuelto a aparecer en el discurso filosófico, sino que está adquiriendo en él un papel mucho más central que el que tuvo en otros períodos históricos.

    La ética de Fernando Savater habría que ubicarla en este contexto. Aunque, indudablemente, en el caso del filósofo vasco no se trata de una recuperación de Kant –perfil de un buen número de las éticas actuales–, sino más bien de una prolongación de las tesis nietzscheanas. Hay en el filósofo vasco una crítica a cierta ética y a la vez una propuesta.

    Fernando Savater ha plasmado sus principales tesis éticas en los libros La tarea del héroe, Invitación a la ética y Ética como amor propio. Los libros Ética para Amador y Política para Amador son la presentación popular y accesible de las tesis vertidas en la trilogía arriba citada. Su obra madura Diccionario filosófico nos ofrece el conjunto de la filosofía del vasco en un estilo volteriano.

    Savater sostiene en La tarea del héroe, que el fundamento de la ética sólo es descubierto en el análisis de la aventura heroica. En Invitación a la ética continúa sus reflexiones de La tarea del héroe y propone como fuente de todos los valores la llamada voluntad de valor, la preeminencia del querer sobre el deber. Finalmente, en Ética como amor propio polemiza, obvio, en favor del amor propio, del individualismo, como el primordium de la ética.

    Tres filósofos determinan el derrotero de la obra de Savater, tal como él lo ha confesado y tal como se advierte de inmediato en su obra: Spinoza, Nietzsche y Cioran. De Spinoza retomará las cavilaciones en torno a la perseverancia en el ser; de Nietzsche, su insistencia en el querer como clave de la felicidad y de Cioran el imperativo de la lucidez para hacer filosofía.

    La presente obra intenta dilucidar la propuesta ética y política de Fernando Savater, cuál es el fundamento de su ética, cuál el criterio de moralidad, cuál su idea de democracia, etc.

    También es objetivo de esta investigación el esclarecimiento de las posibilidades y límites de este planteamiento. Un filósofo vitalista como Savater buscará conceder a los valores que conservan y aumentan la vida primacía sobre todos los demás. Señalará que lo debido es lo que magnifica la vida. Que el criterio ético por excelencia es la afirmación del goce vital. Tendremos que verificar si esto constituye un acierto teórico, o bien, si se presienten inconsistencias en el núcleo vitalista savateriano. Lo haremos desde el eudemonismo aristotélico y zubiriano.

    Se pretende también averiguar los corrimientos que ha sufrido esta ética en el decurso histórico; comprender cabalmente las influencias directas en su pensamiento; verificar si posee originalidad; examinar el aporte de esta ética en el contexto latinoamericano; visualizar el parentesco entre esta ética y los postulados de la modernidad y de la posmodernidad; y destacar, en actitud propositiva, los elementos rescatables de un planteamiento de esta índole.

    En lo que respecta a su pensamiento político, nos interesa determinar los alcances de su propuesta democrática; establecer nítidamente su concepción de los derechos humanos, y precisar su noción de individualismo.

    Partimos de tres hipótesis de trabajo:

    •En los fundamentos de la ética de Savater parece haber una combinación entre el amor propio y el "reconocimiento en el otro";

    •El vitalismo savateriano deviene versión hedonista o epicúrea del eudemonismo clásico;

    •El proyecto democrático savateriano preconiza en demasía el individualismo.

    Hemos denominado este ensayo Fernando Savater: grandeza y miseria del vitalismo pues, como hemos señalado, queremos contribuir tanto a la divulgación como a la crítica de la filosofía de un autor vitalista de la talla de Savater.[2]

    Los límites de nuestro intento son los siguientes:

    •No expondremos su obra literaria;[3]

    •Nuestro filósofo aún vive y sigue en plan altamente productivo;[4]

    •No analizaremos la ética aplicada o especial del filósofo.[5]

    Algunas de las preguntas a las que nos gustaría responder, en la medida de nuestras posibilidades, serían:

    •Savater concilia amor propio y "reconocimiento en el otro" ¿es posible hacerlo?

    •Desde el eudemonismo aristotélico y zubiriano ¿qué críticas le podemos hacer al planteamiento individualista savateriano?

    •¿Qué nexos se descubren entre este planteamiento ético y la llamada filosofía del desencanto, de la diferencia, del fragmento: la posmodernidad?

    •¿Qué vínculos guarda la "Ética como amor propio" con la modernidad?

    •Una ética de este talante ¿puede contribuir a la liberación de la llamada Patria grande latinoamericana?

    •Una ética que preconiza el amor propio ¿cae acaso en el olvido del otro?

    •La política savateriana que canoniza la revolución democrática responde al reto latinoamericano de la injusticia?

    •Savater concilia democracia, individualismo y derechos humanos, ¿es posible hacerlo?

    En el capítulo primero pasaremos revista a la situación actual de la ética en el planeta y, en particular, en España. Además, determinaremos críticamente el contexto moderno y posmoderno.

    El capítulo segundo esclarecerá el marco teórico eudemonista desde el que se busca cribar la filosofía de Fernando Savater. Lo haremos de la mano de Aristóteles y de Zubiri.

    El capítulo tercero recogerá los principales influjos teóricos en el pensamiento del vasco. Explicitará la interpretación que Savater hace de Nietzsche, Spinoza y Cioran.

    La cuarta parte hará la exposición de los fundamentos de la ética de Savater. También se ofrecerán algunas reflexiones sobre la noción de filosofía y de ética del vasco.

    El capítulo quinto explicitará las principales ideas políticas del filósofo donostiarra.

    El último capítulo pretende ser la valoración de la filosofía, la ética y la política que el vasco defiende en sus múltiples obras.

    Notas

    [1] A últimas fechas apareció su introducción a la filosofía Las preguntas de la vida, texto de divulgación también.

    [2] Obviamente nos referimos sólo al vitalismo de Fernando Savater. La historia da cuenta de gran variedad de vitalismos. Ortega y Gasset, por mencionar sólo un ejemplo, opta por un vitalismo altruista. Véase para esto su obra El tema de nuestro tiempo.

    [3] Una buena parte de la obra del filósofo vasco versa sobre motivos literarios. Malos y malditos, La infancia recuperada, etc., son libros de crítica literaria.

    [4] Esto significa que su pensamiento puede cambiar con el paso de los años. Lo apuntado en este libro posee, por tanto, un carácter provisional.

    [5] Concentraremos nuestra atención en los fundamentos de la ética y de la política de este filósofo.

    CAPÍTULO I

    El contexto: ética hodierna, modernidad y posmodernidad

    La moral es la razón de vivir

    Cicerón

    El pensamiento de Savater es fundamentalmente de corte ético-político. Será necesario asomarnos a la situación de la ética contemporánea, tanto a nivel mundial, como en el contexto particular hispano, para comprender y ubicar cabalmente la ética savateriana.

    Podría pensarse, de entrada, que la ética como amor propio que propugna Savater encaja perfectamente en el entorno cultural español, que no tiene nada que ver con la vuelta a Kant. Que el vitalismo savateriano hunde sus raíces en el raciovitalismo de Ortega y Gasset. O bien, que no se trata más que de otro intento neonietzscheano. Este tipo de embrollos sólo es posible deshacerlos echando un vistazo al panorama de la ética actual. Savater es un moderno que escribe en un contexto posmoderno. Tendremos que incursionar en el contexto moderno y posmoderno. Analizar qué quiere decir eso que Lipovetsky llama crepúsculo del deber, para verificar o desmentir un lugar común: la ética de Savater no es otra cosa que un refrito posmoderno a la española. O, dicho en otros términos, la ética de Savater está preñada del nihilismo y el esteticismo, propios de la corriente posmoderna actual.

    Panorama de la ética hodierna

    La ética planetaria

    Dos grandes etapas se pueden distinguir en la filosofía moral que va del siglo XIX hasta el presente: La de los llamados maestros de la sospecha, Marx, Nietzsche y Freud, que arremeten sin piedad contra los fundamentos de la filosofía moral, y la de la rehabilitación de la ética que acontece ya bien avanzado este siglo.

    Los maestros de la sospecha contra la ética moderna

    Kant concibió un sistema moral que se quedó en la mera formalidad, ajeno a toda contingencia material. Los contenidos morales se difuminaban por obra y gracia del imperativo categórico. Kant hablaba de una ley moral universal anterior a cualquier experiencia, y no relacionada con determinadas situaciones de elección moral. En teoría, los problemas morales podían resolverse, pero, en la práctica quedaban presos de aporías irresolubles. Kant sostuvo la tesis de la validez de un deber ser absoluto. No es que propusiera obrar conforme al deber, era más radical, proponía obrar por deber: …el cielo estrellado encima de mí, y la ley moral dentro de mí. Su ética era formal y autónoma. Nacía así el formalismo kantiano.

    Hegel lo criticó y se abrió el debate: Si obrar moralmente consiste en asumir el puro deber, siempre será preciso renunciar a obrar. Hegel motejó el discurso kantiano, lo llamó la retórica del deber por el deber. Según Hegel, la moral kantiana peca de formalismo porque ignora erróneamente los contenidos y a cambio nos proporciona sólo cáscaras vacías donde caben todas las inmoralidades. Hegel llega a pensar que el imperativo categórico puede justificar cualquier aberración moral.

    Desde Hegel hasta bien mediado el siglo XX, casi todos los filósofos más sobresalientes han coincidido en la tesis de que la moral universal es un engaño. Recordemos ahora a los filósofos de la sospecha. Marx prolongará agudamente la crítica de Hegel con respecto a la ética. La concibe como ideología pura, una superestructura alienante e ilusoria sin otra misión que la de legitimar un sistema socioeconómico injusto a todas luces. La ley y la moral son, a fin de cuentas, prejuicios burgueses. Marx no se equivoca al sostener que lo inmoral es sinónimo de alienación, de extrañamiento, de pérdida de identidad del individuo por estar vendido a otro o dominado por otro. Errará, en cambio, al creer que la inmoralidad del sistema capitalista llegará inevitablemente a su fin con el arribo del socialismo, que el desarrollo histórico habrá de conducir a la humanidad hacia una sociedad desprovista de sus internas contradicciones y conflictos. Contra Marx hay que decir que la transformación moral del mundo se debe a la voluntad de los seres humanos que habitan en él y no sólo a las leyes históricas. Pero con Marx hay que reconocer que la transformación moral del mundo será una falacia si no atiende fundamentalmente a la corrección de una distribución de la riqueza radicalmente injusta e inmoral.[6]

    Otra crítica, quizá la más radical, del pensamiento ético es la de Nietzsche. Nietzsche denuncia la falsa universalidad de los valores morales. Estos no proceden de la singularidad de la conciencia, ya que la conciencia, a su juicio, no es particular ni singular, sino la voz del rebaño entre nosotros. Se trata de una conciencia gregaria. La moral del rebaño es la moral del resentimiento. Nietzsche propone una transmutación de los valores a través de la llamada Gran Política para acceder al Superhombre.

    Tanto Nietzsche como Marx se empeñaron en mostrar el engaño oculto en la supuesta universalidad de los valores morales. Lejos de hablar en nombre de la humanidad, los valores morales eran portavoces de intereses innombrables: Los intereses de la clase dominante, según Marx; y los intereses de las voluntades débiles, según Nietzsche.[7]

    Freud se suma al esfuerzo por poner en crisis la moral en el pensamiento contemporáneo. Su libro El malestar en la cultura expresa la profunda paradoja del ser humano que se afana en crear una civilización que le conduzca a un mayor bienestar, y sólo encuentra infelicidad. La cultura ha ido imponiendo prescripciones contrarias al placer y a las necesidades vitales. Así pues, la consecuencia de la cultura ha sido, en efecto, la producción de seres más morales, pero más reprimidos. Para Freud la cultura –y la moral, como parte de ella– es sin duda causa de un profundo malestar.

    Kant y la ética vuelven por sus fueros

    En la segunda mitad del siglo XX hemos asistido a una sorprendente recuperación de la filosofía moral. Hoy por hoy la filosofía primera ya no es metafísica o teoría del conocimiento, sino filosofía moral. Propiamente la filosofía hoy se concibe a sí misma como una reflexión sobre la cultura, siendo el comportamiento ético y político una de las manifestaciones culturales tal vez necesitadas de mayor profundización.[8]

    En gran medida, debemos la recuperación de la ética contemporánea al empeño anglosajón. El utilitarismo de Bentham y Mill, por una parte, y la filosofía analítica, por otra, concentraron su atención en la ética, con el fin de elaborar una teoría empírica, el primero, o de analizar la función específica del lenguaje ético, la segunda.

    Sin embargo es Kant quien está detrás del repunte de la ética en la segunda parte del siglo XX. Veamos un par de ejemplos: Rawls y la ética discursiva.

    Rawls en su Teoría de la justicia, fiel a Kant, defiende una ética deontológica, una justicia no derivable de las apreciaciones empíricas del bienestar o de la utilidad. La ética que pretende un alcance universal restringe, así, su espacio al de la justicia. La concepción de la justicia ha de ser pública, compartida y universalizable. A diferencia de Hobbes, Rawls no concibe al ser humano como egoísta por naturaleza (un lobo para el hombre), sino más bien como un ser con capacidad para cooperar. Además de ser racional, la personalidad moral es razonable. La concepción de Rawls es liberal: la unidad social se basa únicamente en el acuerdo sobre lo que es justo, el acuerdo mínimo imprescindible para que podamos hablar de sociedad moral.

    La teoría de Rawls representa, en efecto, un cierto regreso a la filosofía moderna por cuanto recobra para la ética la base del contrato social. Lo que Rawls se plantea es la posibilidad de que puedan determinarse unos primeros principios, esto es, unos principios admitidos por todos como constitutivos de una sociedad justa y que, al mismo tiempo, permitan el desarrollo de las concepciones morales particulares de cada individuo. Apelando a la idea kantiana de autonomía los primeros principios tendrán que ser determinados sin recurrir al carácter social e histórico de la moralidad.

    Otro conato de renovación del formalismo kantiano es el que han emprendido los filósofos alemanes Apel y Habermas. Apel y Habermas son los creadores de la llamada ética discursiva. Para la ética discursiva, comunicativa o dialógica, el acuerdo o el consenso es el fundamento de toda ley nacida de una sociedad democrática. La búsqueda y aceptación del acuerdo es una consecuencia de algo que nos constituye: el a priori de la comunicación.

    La ética discursiva es una ética procedimental que no reflexiona sobre contenidos morales –como haría una ética material–, sino acerca de los procedimientos mediante los cuales podemos declarar qué normas surgidas de la vida cotidiana son correctas. Se trata de una ética, que de las

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