La tradición alemana en la filosofía
Por Jean-Luc Nancy y Alain Badiou
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La tradición alemana en la filosofía traza ese mapa, que no es otro que el del camino llevado a cabo por un pensamiento tan exigente y riguroso como radical.
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La tradición alemana en la filosofía - Jean-Luc Nancy
francesa.
La tradición alemana en la filosofía
Alain Badiou y Jean-Luc Nancy
Jan Völker: Para comenzar, quisiera plantear una pregunta bastante general. La filosofía alemana juega un rol importante en las obras de ambos, tanto como la cuestión de la presencia de la filosofía, de la actualidad y de su intervención en el tiempo contemporáneo. ¿Cómo juzgan ustedes el estado, por decirlo así, de las relaciones filosóficas entre Francia y Alemania?
Alain Badiou: Pienso que la filosofía existe de manera discontinua. Hay, creo, momentos filosóficos. La idea de una continuidad, de una tradición es, a pesar de todo, una idea académica. En cuanto a la idea de que hay filosofía siempre y en todas partes, de que el hombre es un animal filosofante, es una convicción del periodismo contemporáneo. Hay momentos filosóficos, discontinuos, y pueden localizarse en la historia. Hubo, naturalmente, el gran momento griego de la filosofía. Hubo un gran momento árabe, acoplado al momento griego. Pienso que en el siglo ⅩⅦ hubo un momento francés a partir de Descartes y con Malebranche, Spinoza y Leibniz, incluso si Leibniz era alemán y Spinoza judío flamenco. Hacia fines del siglo ⅩⅦ, principios del siglo ⅩⅧ, hubo un gran momento inglés con Locke, Hobbes y Hume. Y luego hubo un momento alemán, conocido bajo el nombre de idealismo alemán, con Kant, Fiche, Schelling, Hegel. Me parece que en siglo ⅩⅩ hubo algo así como un momento franco-alemán. Y ese momento franco-alemán gravitó en torno a la fenomenología. Comenzó muy temprano con Husserl, después Heidegger, y en Francia tuvimos a Sartre, que fue a Berlín justo antes de la guerra, y Merleau-Ponty. La situación hoy es, quizá (tomo un riesgo), la del fin de un momento francés. The French Touch, como dicen los estadounidenses, que han contribuido ampliamente a la popularidad académica de ese momento francés, el que, por lo demás, es quizá también franco-esloveno si se mira de cerca: no olvidemos a Slavoj Zizek y su descendencia. Ese momento, como lo he dicho, comenzó en la fenomenología, y más todavía en una compleja relación con Heidegger de parte de Derrida, Lacoue-Labarthe, Nancy, Ricœur. Continuó atravesando el estructuralismo francés, marcado especialmente por Lacan y Foucault… Y aquí tienen ustedes a dos representantes tardíos, dos sobrevivientes de esa tentativa.
Ahora bien, ¿qué fue ese momento francés que nació como un momento franco-alemán y fue lentamente afrancesándose, al punto de representar a Francia en Estados Unidos? Fue, yo creo, la tentativa de instalar a la filosofía en eso que yo llamaría un nuevo lugar. Se trataba de no circunscribirla académicamente, de ponerla en relación con su exterior de manera muy viva, de alimentarla de literatura, de pintura, de cine, de matemáticas, de psicoanálisis, y también de reanimar el vitalismo de Nietzsche y de Bergson, como lo hizo Deleuze. Así, todos estos pensadores deseaban instalar también a la filosofía en una posición crítica renovada, lo que implicaba una relación estrecha con la política. Hubo, naturalmente, tendencias diferentes. Hubo con Derrida la deconstrucción. Hubo los posmodernos, con Lyotard. Hubo la Escuela de Estrasburgo, con Lacoue-Labarthe y Nancy. Y luego hubo empresas particulares, como la mía, empresa que gustoso asumo como neoclásica. Al fin de este sobrevuelo, pienso que la relación filosófica entre Francia y Alemania ha atravesado un período de grandes intercambios, de gran proximidad, entre los años treinta y los años sesenta o un poco más allá, en todo caso durante una secuencia bastante larga que atravesó muy bien, cosa destacable, la Segunda Guerra Mundial.
¿Dónde estamos ahora? Pienso que probablemente en el fin de ese período. Y que no sabemos a dónde vamos. La incertidumbre es grande en cuanto al destino de la filosofía en general, y particularmente en lo que en ese campo toca a la relación franco-alemana.
Una verdad: me parece que la situación de la filosofía hoy, reflejada en la cuestión de la relación franco-alemana, es una cuestión que va a depender de ustedes. Quiero decir, dado el lugar en el que hablamos, de ustedes, los jóvenes alemanes, pero evidentemente también de los jóvenes franceses interesados en la filosofía.
Quisiera recordar lo siguiente, y con esto termino: personalmente y desde hace mucho tiempo soy partisano de la fusión entre Francia y Alemania. No soy un ardiente partisano de Europa. ¿Qué es en el fondo Europa sin Rusia, sin Turquía, crispada en una relación defensiva y muy poco creadora con su grandeza imperial pasada? No. Lo que deseo es la fusión entre Francia y Alemania. Un solo país, un solo Estado federal, dos lenguas dominantes… Es perfectamente posible. Francia es un país demasiado viejo, aplastado por su historia, tan agazapado como pretencioso, sin que haya motivos. Y Alemania es un país demasiado incierto. No sabe lo que es, se busca desesperadamente y desde siempre. Si fusionamos Francia y Alemania, pondremos fin a la vieja Francia y le daremos una verdadera juventud a Alemania. En ese contexto, ¿qué será la filosofía? Bueno, pienso que será verdaderamente franco-alemana. Y ese será quizá su período más glorioso. Ese es mi mito contemporáneo.
Jean-Luc Nancy: Para empezar, hay una paradoja. Hablamos de la filosofía entre Francia y Alemania o a la manera franco-alemana, como Alain acaba de profetizar, y somos franceses. ¡Es cuanto menos raro! Pero quizá no tan raro como parece, pues pienso que entre nosotros dos hay algo poco visible, muy sutil, marcado como una mismidad francesa y que sin embargo funciona como una diferencia entre más bien Francia de un lado, más bien Alemania del otro. No sé si ustedes están de acuerdo, pero…
Alain Badiou: ¿Entonces yo demasiado francés y tú demasiado alemán?
Jean-Luc Nancy: Demasiado… No sé. En todo caso, creo que podría retomar muy bien todo el recorrido histórico que hacías, pero le agregaría algo y al mismo tiempo cambiaría un poco el funcionamiento. Por ejemplo, especialmente a partir de lo que has repetido dos veces al decir: a pesar de la guerra
o: tanto como la guerra
. Yo tendría la tendencia a pensar que eso no fue a pesar de la guerra
, que estuvo justamente ligado a la guerra. Es decir, que Francia en efecto se alemanizó mucho filosóficamente entre las dos guerras. La introducción de Hegel en Francia a través de Kojève, las poco conocidas pero existentes proximidades de Bataille con Heidegger en el pensamiento, y muchas cosas así. Creo que no es para nada azaroso que al mismo tiempo que la guerra (la Primera Guerra Mundial, que de todas formas fue la primera gran sacudida, el comienzo del fin de Europa) se haya producido ese cruce que está esencialmente marcado por una importación hacia Francia de la filosofía alemana, que hasta ese entonces era, curiosamente, puede decirse, desconocida en Francia. Bueno, no es que no hubiera posibilidades de comunicación, pero no había