El Perú Ilustrado. Semanario para las familias: Litografías y cultura visual en la posguerra (1887-1892)
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En el libro El Perú Ilustrado. Semanario para las familias. Litografías y cultura visual en la posguerra (1887-1892), de Emma Patricia Victorio Cánovas, se investigan los argumentos que configuraron nuestra peruanidad a través de textos e imágenes que generaron sentimientos de pertenencia e identidad durante el periodo de posguerra. Además, los temas orientaban la comprensión del mensaje y el sentimiento del orgullo patrio, reivindicativo de una gran nación.
Asimismo, la imagen publicitaria complementaba el discurso de recuperación de la autoestima presente en el semanario, y mostraba una sociedad en plena capacidad de satisfacer nuevas necesidades, asociadas al bienestar y a la idea de progreso de un país que buscaba conocerse.
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El Perú Ilustrado. Semanario para las familias - Emma Patricia Victorio Cánovas
Emma Patricia Victorio Cánovas es magíster en Arte Peruano y Latinoamericano y candidata a doctora en Historia del Arte en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). En 2015 fue distinguida con el Premio al Mérito Científico en el Área de Humanidades por su destacada trayectoria en el campo de la investigación, otorgado por la UNMSM. Además, es autora del libro Seda y oro para la gloria de Dios. Los ornamentos litúrgicos de la Basílica Catedral de Lima, así como de numerosos artículos en revistas especializadas y capítulos de libros. Actualmente, dirige el Departamento Académico de Arte de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM y se dedica a la docencia de pregrado y posgrado en la misma casa de estudios.
ORCID: 0000-0002-9733-372X
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AGRADECIMIENTO
En primer lugar, agradezco a mis padres, que siempre tuvieron confianza en mí, y a Abraham por todo el apoyo brindado y por las innumerables veces que escuchó mis reflexiones mientras iba redactando el documento final, tarea que se prolongó más tiempo del previsto debido a la riqueza del material gráfico, pero, sobre todo, por la cantidad de información que se fue generando desde el inicio de la investigación.
Mi especial agradecimiento a la doctora Martha Barriga Tello, quien aceptó ser asesora de la tesis que ha dado origen a la publicación de este libro y que siempre estuvo dispuesta a escuchar y absolver mis consultas con la gentileza que la caracteriza; a la magíster Adela Pino Jordán, por su apoyo y por toda su paciencia para responder a mis interrogantes; y al arquitecto doctor Wiley Ludeña Urquizo, por despertar en mí el interés en el estudio de El Perú Ilustrado.
A Marcela Ramírez Ruiz, que me apoyó en el registro fotográfico de algunas litografías; a Stephany Hoyos Tineo, por su ayuda en la elaboración de los listados y el fotografiado preliminar; y a mi amigo, el doctor Octavio Santa Cruz, quien orientó mis indagaciones sobre el diseño gráfico y me proporcionó valiosa bibliografía sobre el tema.
Esta investigación también fue posible gracias al personal que labora tanto en el Fondo Reservado de la Hemeroteca Central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como en la Biblioteca del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, por haber permitido consultar las colecciones de El Perú Ilustrado y por brindar las facilidades para tomar fotografías.
PRÓLOGO
Algunos intentos breves de comunicación visual en nuestro medio fueron El Murciélago (1855-1868), La Broma (1855), El Cascabel (1872-1873) y, con mayor continuidad, El Correo del Perú, que incorporó ilustraciones sobre el país desde su fundación en1871 y en los años subsiguientes. En la sección Apuntes históricos
de E. Larrabure y Unanue se incluyeron grabados sobre Las ruinas de Chancharí (año 1, No 13) y La fortaleza de Chuquimancu (año 1, No 13); el monumento Bolívar en la plaza de la Constitución y exterior del Cementerio General, a cuyo autor el semanario envió a perfeccionarse a Europa (año II, No 5); varios de Dumont: Templo de La Merced; Plaza del Mercado Principal (año II, No 10); Ferrocarril Lima-Chancay y Huacho; Gran Viaducto Pasamayo; Retrato de Enrique Meiggs, contratista de los ferrocarriles nacionales (año II, No 15); Segundo cuartel del Cementerio General de Lima (año II, No 20); Cárcel sobre planos de Teodoro Elmore; Malecón entre el puente Balta y el antiguo en su último arco; Ensanche del puente sobre el Rímac que incluye la reparación total del arco de los Desamparados y Nueva Alameda que debió circunvalar Lima de acuerdo a los planos de Meiggs (año II, No 21). Siguieron en las siguientes entregas otros sobre Lima y las provincias, acompañando observaciones científicas, el seguimiento de la red de ferrocarriles, el número especial del 1 de julio dedicado a la Exposición Nacional de 1872, Costumbres nacionales
y retratos de personajes destacados de la cultura y el comercio, así como noticias y obras de arte y arquitectura nacionales e internacionales, en especial a partir del número 5 de 1873. La edición extraordinaria del 31 de diciembre de ese año retomó con insistencia los temas locales. En A propósito de Bellas Artes
, F. Torrico informó de las obras de artistas plásticos peruanos y extranjeros que participaron en la exposición, y en la sección Antigüedades peruanas
Melquíades Saldívar mostró la colección Montes de Segura y Aldazábal del Cusco (año IV, No 5). Hasta el 29 de julio de 1877, El Correo del Perú incluyó publicaciones sobre construcciones locales y noticias nacionales e internacionales, acompañadas con ilustraciones, manteniendo la mirada centrada en el país, en su historia ancestral y en la reciente, con artículos de intelectuales y académicos en una ruta que propició el conocimiento del Perú, su historia, el empuje de su pueblo, sus logros, la incipiente industrialización y su rico patrimonio cultural. Una ruta que fue truncada y desalentada, poco después, por una guerra.
El libro de Emma Patricia Victorio Cánovas confirma la voluntad de recuperación del país a través de El Perú Ilustrado. Semanario para las familias, demostrando la exitosa y trascendente colaboración de pares entre la información textual y la imagen, instaladas para crear memoria e imaginarios visuales de optimismo y superación. La decisión que determina el espacio en el que aparece una imagen y la organización estructural del medio por el que se transmite suponen la presencia de una idea que deberá convencer de su pertinencia a los receptores. La verosimilitud se convierte, en la relación combinada de texto e imagen, en una poderosa arma de persuasión. El periodismo ilustrado advirtió desde su inicio lo ideológicamente fundamental que era el manejo inteligente de ambas herramientas de comunicación, inicialmente con técnicas manuales, la litografía, y luego, con aparente mayor certeza de verdad, mediante la fotografía. Actualmente no puede negarse el impacto que tiene en su posibilidad de construir opinión y determinar acciones. El público, sin proponérselo e incluso estando prevenido, otorga un alto grado de certeza a lo publicado por los medios de comunicación. El papelito manda
de Garcilaso de la Vega Inca, más aún cuando lo refuerza una imagen.
El Perú Ilustrado. Semanario para las familias resalta la importancia de la cultura visual en los medios de comunicación. Desde la metodología de la historia del arte, Patricia Victorio Cánovas aborda el proceso político, social y cultural que enmarcó la aparición de este semanario, cuya vigencia significó un aporte a la reconstrucción de la autoestima y la identidad nacionales, que, aunque mermadas por los hechos derivados de la guerra del Pacífico (1879-1884), ofrecieron en sí mismas un ejemplo de emprendimiento y perseverancia. La autora toma como ejes temáticos cuatro conceptos: nacionalismo, romanticismo, patria y héroe, a través de los que transcurren los hechos que motivaron la publicación y el objetivo que tuvo en el marco de la delicada condición que atravesaba el Perú. Estos cuatro conceptos tienen como núcleo a un individuo que se sintió responsable de una comunidad mayor, por la que tomó medidas que advirtió necesarias y con la que se solidarizó. Peter Bacigalupi fue promotor de este esfuerzo editorial e impulsó la difusión de imágenes de contenido nacional para contribuir a retomar el conocimiento del país, sus tradiciones y los hechos heroicos que le recordaran su pasado glorioso y lo orientaran a un futuro confiado en sus potencialidades. Promovió su modernización por medio de los productos que importaba y comercializaba su empresa, así como otras que el semanario publicitaba, con lo que a la vez lograba cubrir los costos editoriales en una positiva vía de interacción.
A través del análisis de los textos y del estudio plástico formal de 20 litografías representativas de distintos aspectos temáticos, sobre un corpus de 96 incluidas en esta edición, se prueba con sustento teórico, así como con un manejo metodológico de análisis formal preciso, que la gráfica fue un factor esencial en la construcción del imaginario público en beneficio de la recuperación del Perú como motivo de orgullo para sus habitantes, a la vez que ofrecía los instrumentos para lograrlo. El Perú Ilustrado destaca por su interés en lo histórico y también en lo cotidiano, como la organización de fiestas, las representaciones escénicas y la moda, mediante las que difunde un ideal estético selectivo y promueve el uso de materiales y diseños acordes con su paralelo interés comercial. La intención de reconstruir y consolidar la memoria de un pueblo, no solo afectado moral y económicamente sino también enfrentado por las distintas posturas que mostraron sus habitantes durante la ocupación del ejército enemigo, fue una tarea realizada de manera inteligente, enfocada en aquellos aspectos que unían a la población más allá de sus discrepancias y sus desencantos, resaltando las ilustraciones de monumentos y objetos del Perú antiguo, virreinales y republicanos ofrecidos como valiosas muestras de esfuerzo cultural colectivo.
El estudio de Patricia Victorio permite apreciar la calidad técnica de los litógrafos involucrados en la conformación del semanario, así como su interés por ofrecer un material plásticamente adecuado a los fines que perseguía. Los encargados de seleccionar los motivos representados, y aquellos que obtuvieron y difundieron las fotografías acordes al propósito de la publicación, tienen un valor tan relevante como el de los intelectuales de renombre escritores de los textos que las acompañaron. Palabra e imagen destacan unidas y confirman el rol fundamental que juntas tuvieron como gestoras de propuestas innovadoras y portadoras del pensamiento crítico y abierto que permitieron las publicaciones periódicas en el siglo xix. El italoestadounidense Peter Bacigalupi se identificó con el país que lo había acogido, al que pudo comprender en la complejidad de su circunstancia, y propició el efecto colateral de cubrir el espacio de formación artística que en el Perú no había podido consolidarse adecuadamente, al proveer posibilidades para la formación de litógrafos en su taller, una decisión que brindó además espacios de trabajo necesarios para los jóvenes.
La importancia de El Perú Ilustrado es manifiesta porque evidencia el efecto traumático de los resultados de la guerra con Chile en todo el Perú, efectos que se reactivan periódicamente frente a un asunto no resuelto definitivamente, y cuya génesis histórica es importante conocer en sus múltiples aspectos. Además del interés comercial de Bacigalupi, la intención que impulsó la publicación fue reactivar positivamente la consciencia nacional. Revisar sus páginas y analizarlas formalmente permite ratificar lo importante del estudio de la obra de creación artística como catalizadora de preocupaciones que la configuran y la trascienden, así como apreciarla y valorarla en su condición de expresión de reconocimiento colectivo en una sociedad. En la medida en que se consolidaba la publicación, también lo hacía la estructura interna de las ilustraciones mediante las cuales la escena —o el personaje representado— se afianzaba para profundizar el mensaje. Victorio resalta la significación de la ilustración de portada de Belisario Garay Mártires de la patria, del 19 de julio de 1890, un ejemplo de composición múltiple centrada en los retratos de Miguel Grau y Francisco Bolognesi que congrega hábilmente, en sentido radiado, a personajes que destacaron en el conflicto bélico, equilibrando los pesos plásticos y significantes.
Desde la visión contemporánea, esta edición evidencia que, a pesar de su poco tiempo de circulación, El Perú Ilustrado consolidó en sus páginas las imágenes paradigmáticas que desde entonces representan a los peruanos ilustres, instalando el aspecto que los aloja visualmente en el imaginario nacional. Frecuentemente desarrollado sobre la base de fotografías, el mismo proceso se extiende a la comprensión gráfica del Perú orientado al progreso y la industrialización, pero contrastado con el lugar idílico poblado por personajes construidos para ejemplificar la armonía entre la naturaleza, el paisaje urbano rural y sus habitantes, una visión utópica que se alojará en las artes plásticas y en otros ámbitos y que impidió el reconocimiento preciso de la multiplicidad y variedad que ofrecía el país. La visión distópica en el contexto de la negación también se observa en el tratamiento de Las ciudades cautivas, alejándolas formalmente de cualquier aspecto traumático que recordara la devastación por la guerra que hubiera podido orientar el proceso de recuperación de los bienes perdidos. La intención pudo ser promover una actitud positiva de tregua y superación que, a la luz de acontecimientos posteriores, no tuvo éxito. En las ilustraciones se representa a los héroes militares o culturales en primer plano, en posturas de ligero tres cuartos y mirada conminativa dirigida al espectador, con niveles artísticos dispares pero un objetivo definido de exaltación patriótica. Sin embargo, la voluntad de construcción de heroicidad tampoco arraigó en la población, porque en el Perú se cuestionan permanentemente los hechos que la reconocen y a los individuos que los protagonizan, a diferencia de la amplia aceptación que tienen santos y mártires religiosos, tradicionales y contemporáneos.
Resaltan el esfuerzo y la dedicación que supuso para Patricia Victorio reconstruir un corpus para investigar sobre la base de ejemplares incompletos de El Perú Ilustrado en tres importantes repositorios nacionales y, lo más grave, que usuarios irresponsables los hayan mutilado. La identidad no solamente es el reconocimiento de la historia y de los avatares político-sociales del país, sino que comprende la defensa de un patrimonio construido durante milenios que lo identifica como único y que es propiedad compartida para disfrutar, cuidar y difundir. La acertada publicación de este libro es un importante aporte a la historia del arte peruano del siglo xix, así como un reconocimiento al protagonismo y nivel de persuasión de la imagen en los medios de difusión masiva.
Martha Barriga Tello
INTRODUCCIÓN
La historia del arte peruano del siglo xix se está escribiendo paulatinamente, sobre todo en los últimos años, en que el interés en su investigación se ha incrementado¹. Se trata de un periodo todavía poco conocido, en el que se realizaron una serie de discursos que formalizaron categorías de identidad y se desarrollaron procesos de construcción simbólica de nuestra nacionalidad.
Para los estudiosos de la prensa, el siglo xix es por excelencia el siglo del periodismo como vehículo de opinión, de cruzada política y de cultura, así como de aviso e información comercial (Seoane, 1992, pp. 313-314). A mediados de siglo, gracias a la invención de la fotografía y al desarrollo de la litografía, surgieron los diarios, periódicos y revistas con ilustraciones que ocuparon un lugar importante en el impreso, fuera del texto tipográfico o cerca de él. El aspecto cultural, literario y artístico predominó en las revistas ilustradas, que difundieron los argumentos de la nacionalidad, y son precisamente estas publicaciones las fuentes de primera mano en las que el investigador puede buscar la información que le permita recrear en parte dicho siglo para comprenderlo y explicarlo. Por tanto, la investigación hemerográfica es de especial importancia en el develamiento del siglo xix.
El Perú Ilustrado. Semanario para las familias fue publicado a fines del siglo xix por el empresario Peter Bacigalupi, un migrante que, pese a su origen italoestadounidense, se comprometió en un significativo esfuerzo editorial y artístico, en un país que se recuperaba lentamente de la debacle provocada por la derrota sufrida en la guerra del Pacífico. El semanario presenta un material visual y documental muy interesante que no ha sido abordado en su complejidad, en el que destaca sobre todo la presencia de imágenes litografiadas de gran calidad artística. Se trata de la publicación semanal más destacada de la época, cuyas litografías permitieron poner al alcance de buen número de personas representaciones visuales que satisfacían la curiosidad y el deseo de ver y poseer imágenes, llegando a convertirse también en un medio de difusión de ideas y emociones.
En sus páginas, también destacan las imágenes publicitarias litografiadas —aunque hay algunas que fueron obtenidas mediante el uso de clisés importados, de uso común en otras revistas del momento—, que recogen y expresan el gusto de la época, y
