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Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III
Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III
Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III
Libro electrónico358 páginas5 horas

Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III

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Información de este libro electrónico

El encuentro diario con la Palabra a través de la lectio divina tiene pleno sentido en sí mismo y es un medio extraordinario para que cada creyente se disponga a la escucha atenta de la Palabra. Pero, además, la lectura del evangelio de la misa se orienta también a la preparación previa de la celebración de la eucaristía: es en ella donde se dan las condiciones genuinas para una auténtica meditación en clave personal, pastoral y comunitaria.
Este volumen se centra en los días de Tiempo Ordinario desde la Semana XXIII hasta la Semana XXXIV
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento29 abr 2013
ISBN9788428825399
Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III

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    Lectio divina para todos los días del año. Tiempo Ordinario III - La Casa de la Biblia

    PRESENTACIÓN

    Desde hace algunos años venimos ofreciendo diversas publicaciones destinadas a facilitar la lectura creyente de la Biblia. Hemos tratado por este medio de responder a la necesidad de que la Palabra de Dios ocupe el lugar que le corresponde en el centro de la vida y de la pastoral de la Iglesia. Después de haber realizado distintos trabajos con los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, hemos considerado oportuno avanzar en un proyecto que ya iniciábamos hace unos años y que tiene como horizonte acercar a los cristianos a los textos del evangelio que leemos en la celebración diaria de la misa.

    Este encuentro diario con la Palabra tiene pleno sentido en sí mismo y es un medio extraordinario para que cada creyente, cada «discípulo», se disponga a la escucha atenta de la voz del único Maestro. Pero, además, la lectura del evangelio de la misa se orienta también a la preparación previa de la celebración de la eucaristía: es en ella donde se dan las condiciones genuinas para una auténtica interpretación eclesial de la Palabra de Dios. Constantemente comprobamos que, cuando se han leído y meditado con anterioridad los pasajes que luego escuchamos en la liturgia, esta resulta mucho más viva y enriquecedora.

    Por todo ello, es nuestro deseo ofrecer estos materiales que de una manera sencilla, breve y profunda a la vez faciliten el acercamiento de los fieles al evangelio, siguiendo el ritmo que nos propone la liturgia de la Iglesia en la celebración de la misa.

    Metodología: la lectio divina

    Seguiremos en estos materiales una forma de leer la Biblia conocida como lectio divina. Este itinerario de lectura se ha cultivado durante siglos en el seno de la vida monástica. Gracias a la insistencia de la doctrina de la Iglesia –en el sentido de que todos los fieles tengan un más fácil acceso a la Sagrada Escritura–, la lectio divina «ha saltado los muros de los monasterios» y ha ido adquiriendo progresivamente carta de ciudadanía en infinidad de comunidades eclesiales de todo tipo. En nuestros días son millones los cristianos de todo el mundo que cada día se acercan a la Biblia utilizando este sencillo método de lectura.

    La lectio divina propone la lectura de un pasaje desplegada básicamente en cuatro momentos sucesivos, que son cuatro formas complementarias de penetrar en el sentido de los textos sagrados: lectura, meditación, oración y contemplación.

    En cada una de las guías de lectura podremos realizar este itinerario que nos llevará de la lectura del texto a su meditación y oración. Como es lógico, la contemplación –ese fruto sabroso de la lectio divina– no se refleja en la guía de lectura: con la ayuda de Dios irá aflorando progresivamente en el proceso espiritual del creyente que se acerca dócilmente a la Palabra del Señor.

    Qué vamos a encontrar en estos materiales

    Desde los primeros pasos de este proyecto pensamos en unos libros breves en los que dedicaríamos apenas dos páginas al evangelio de cada día. De esta manera queríamos formar una colección de seis libros recogiendo los textos del Evangelio según los distintos tiempos del año litúrgico:

    En cada una de las guías de lectura del Evangelio encontramos los siguientes contenidos:

    Día del calendario litúrgico

    Sirve como título de la guía de lectura al indicar el día litúrgico en el que nos encontramos. Va precedido de un número que identifica la guía en el calendario que encontraremos al final del libro.

    Citas de los textos que se leen en la liturgia de la misa de ese día

    Recogemos las citas de todas las lecturas de la misa de ese día. Esto permite al lector que disponga de tiempo dedicar unos instantes a los textos que se leen en la liturgia antes del evangelio.

    Leemos

    Corresponde al primer paso de la lectio divina, la lectura.

    Lo primero que encontramos es el texto del evangelio según la versión de La Biblia, de La Casa de la Biblia. A continuación, en dos o tres párrafos breves, proponemos unas orientaciones para que los lectores descubran algunos aspectos fundamentales del mensaje del texto. No son unas explicaciones exhaustivas o cerradas, sino más bien unas pistas que ayuden a comprender el sentido del pasaje que estamos leyendo.

    Meditamos

    Corresponde al segundo paso, la meditación.

    El apartado comienza con un párrafo que establece algunas líneas de conexión entre la lectura que hemos hecho y las circunstancias de la vida que rodean a un lector de nuestros días. A continuación proponemos unas preguntas que intentan facilitar la actualización de ese texto a partir de los temas más evidentes por los que avanzar en la meditación. Es una ayuda para profundizar en este segundo momento de la lectio, y en ningún caso pretende agotar la infinidad de sentidos que un texto puede tener para los diversos lectores del mismo.

    Oramos

    Corresponde al tercer paso de la lectio divina, la oración.

    Un breve párrafo introductorio quiere servir de ambientación a este momento de oración. A continuación se sugiere repetir la lectura del evangelio y se termina con una propuesta de oración, a través un salmo, una canción, etc.

    Personalmente o en grupo

    Como hemos dicho, este trabajo está pensado para celebrar un encuentro diario con la Palabra de Dios. Este encuentro puede realizarse según diversas modalidades, atendiendo a las circunstancias de la vida de cada persona.

    Una forma muy práctica es la lectura individual. Esto permite elegir personalmente el lugar y el momento del día más adecuados. Es muy interesante que tanto el lugar como el momento sean siempre los mismos, para que vaya calando en nosotros –casi sin darnos cuenta– el hábito de este encuentro diario con el Señor a través de su Palabra.

    Pero es evidente que esta lectura es mucho más rica si se realiza en grupo. Esta modalidad tiene la dificultad de encontrar un tiempo que vaya bien a todos los participantes. Sin embargo, el diálogo que se puede establecer en cada uno de los momentos o el reconocimiento del grupo como una pequeña Iglesia doméstica que se pone a la escucha del Maestro hacen que esta forma de lectura sea muy recomendable. Y esto sirve tanto para una pequeña comunidad religiosa como para la lectura de la Biblia que podemos hacer diariamente en nuestra familia.

    Qué guía de lectura he de seguir hoy

    La Iglesia, mediante el calendario litúrgico, distribuye los acontecimientos de la acción salvadora de Dios a lo largo del año civil. Así, cada año vamos rememorando los misterios del amor de Dios según vamos pasando por los diversos «tiempos litúrgicos»: Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Pascua y Tiempo Ordinario.

    Ciertamente, saber qué día del calendario litúrgico celebramos en una fecha concreta puede ser algo complicado. Existen algunas publicaciones que facilitan esta tarea.

    Con el fin de que el lector sepa qué texto debe leer cada día, hemos preparado una sencilla guía para el calendario de lecturas que se encuentra al final del libro. En ella, cada fecha del calendario civil indica el número de la guía de lectura que hemos de utilizar.

    Por ejemplo, el día 23 de noviembre de 2012, que es viernes, hay leer la guía número 98, que corresponde al «viernes de la trigesimotercera semana del Tiempo Ordinario».

    En estas guías de lectura quedan pendientes de ser incorporadas todas las solemnidades, fiestas y memorias que celebramos a lo largo del año y que tienen lecturas propias (todas o alguna de ellas). Hemos previsto preparar un último libro que contenga todos esos días festivos. De momento, en la guía para el calendario de lecturas del final del libro están señaladas con un asterisco (*).

    1

    VIGESIMOTERCER DOMINGO

    DEL TIEMPO ORDINARIO

    CICLO A

    Ez 33,7-9

    Sal 94,1-2.6-9

    Rom 13,8-10

    Mt 18,15-20

    LEEMOS

    Por eso, si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

    Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo; y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

    En el evangelio de hoy se habla de la corrección fraterna y de la oración. Sobre la corrección fraterna, el evangelio aconseja tres tácticas: primero a solas, después en presencia de testigos y, por último, diciéndolo a la comunidad. Solo después de intentarlo por todos los medios será considerado una persona extranjera. Es, por tanto, una invitación a hacer lo posible para ganarse al hermano que te ha ofendido.

    La sentencia sobre el atar y desatar en la tierra y en el cielo conecta la vida terrena de la comunidad cristiana con el cielo, con Dios. Es, pues, la relación con Dios (cielo) lo que guía al cristiano a atar y desatar en la tierra.

    Esta conexión con Dios enlaza también con la oración de la que se habla al final del evangelio. No se trata de una oración personal y egocéntrica, sino de ponerse de acuerdo para pedir al Padre. Haber llegado a un acuerdo en la intención es ya signo de comunión con Dios y señal de su presencia. Para Mateo, la presencia de Jesús resucitado en medio de la comunidad es fundamental. Esta presencia no es solo teórica, sino funcional, operativa y eficaz, pues se obtendrá del Padre aquello que se pida.

    MEDITAMOS

    El evangelio nos invita a corregir al hermano cuando este nos ofende, no con el objetivo de echarle fuera de la comunidad, sino de ganárnoslo. Desde ahí nos invita a hablar con él, pedir ayuda a testigos o a la comunidad.

    ORAMOS

    El evangelio nos invita a ponernos de acuerdo para pedir al Padre lo que deseemos. Este modo de orar requiere un trabajo previo de diálogo y consenso. Volvemos a leer el texto tratando de descubrir la presencia del Señor en medio del acuerdo comunitario.

    Pedimos a Dios sentir su presencia en medio de la comunidad de creyentes, en medio de nuestros deseos de llegar a acuerdos, en medio de nuestras peticiones y nuestros deseos de reconciliación.

    Acabamos rezando el Padrenuestro, deteniéndonos en la petición: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden».

    2

    VIGESIMOTERCER DOMINGO

    DEL TIEMPO ORDINARIO

    CICLO B

    Is 35,4-7a

    Sal 145,1.6b-10

    Sant 2,1-5

    Mc 7,31-37

    LEEMOS

    Dejó [Jesús] el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que le impusiera la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:

    –Effathá (que significa: «Ábrete»).

    Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente. Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo pregonaban. Y en el colmo de la admiración decían:

    –Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

    En el camino de regreso a Galilea le presentan a Jesús un sordomudo para que lo cure. El sordomudo no va a Jesús por propia iniciativa, sino que es llevado por otros. Su incapacidad para comunicarse le hace dependiente y tiene que ser llevado.

    ¿Cómo le cura Jesús? Al principio, los acompañantes piden a Jesús que le imponga las manos para que se cure. Sin embargo, Jesús le cura detenidamente con gestos y palabras.

    a) Gestos. Separa al impedido y toca cada uno de sus órganos enfermos por separado. Primero el oído, metiéndole los dedos (práctica curativa de la época) y después la boca con la saliva, a la que los antiguos atribuían propiedades curativas. Al final, Jesús mira al cielo tratando de establecer una relación con Dios antes de la curación.

    b) Palabras. A través de un suspiro o gemido, Jesús se hace cargo de la situación del hombre y se compadece de él. Después utiliza la palabra solemne: effathá.

    El resultado es que se le abren los oídos en relación con la palabra pronunciada: «Ábrete». Y que se le desata la lengua, que estaba paralizada y le impedía hablar.

    Jesús ha desatado la lengua al mudo y ha abierto sus oídos, pero, a juzgar por el final del relato, da la impresión de que se la ha desatado a todos los gentiles, que empiezan a predicar lo que ha hecho Jesús. Además, cuanto más insiste Jesús en que se callen, más encarecidamente lo predican.

    MEDITAMOS

    Los cristianos, al igual que el sordomudo, a veces somos incapaces de oír a Jesús y de hablar de su acción en la vida.

    ORAMOS

    Jesús mira al cielo para invocar a Dios. Tras este gesto hay una gran confianza en el Padre. Con esta misma confianza volvemos a leer el texto evangélico.

    Pedimos a Dios que nos cure de nuestras sorderas, sobre todo las que nos impiden oírle en nuestra vida. Pedimos también que nos suelte la lengua para predicarle con valentía.

    Acabamos rezando con el Salmo 66 (65), que nos invita a levantar los ojos a Dios: «A ti levanto mis ojos, a ti, que habitas en el cielo; a ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia».

    3

    VIGESIMOTERCER DOMINGO

    DEL TIEMPO ORDINARIO

    CICLO C

    Sab 9,13-18

    Sal 89,3-6.12-17

    Flm 9b-10.12-17

    Lc 14,25-33

    LEEMOS

    Como lo seguía mucha gente, Jesús se volvió a ellos y les dijo:

    –Si alguno quiere venir conmigo y no está dispuesto a renunciar a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Si uno de vosotros piensa construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, si pone los cimientos y no puede acabar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: «Este comenzó a edificar y no pudo terminar». O si un rey está en guerra contra otro, ¿no se sienta antes a considerar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que le va a atacar con veinte mil? Y si no puede, cuando el enemigo aún está lejos, enviará una embajada para negociar la paz. Del mismo modo, aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío.

    El evangelista Lucas plantea en este texto las exigencias del discipulado a través de dos dichos de Jesús y dos parábolas.

    Los dichos se refieren a la renuncia a la familia y a la necesidad de cargar con la cruz. Las parábolas del constructor y del rey que va a entrar en batalla son una llamada a la reflexión antes de ir detrás de Jesús y compartir su destino. El texto concluye con la invitación a la renuncia total para seguir a Jesús.

    En el camino hacia Jerusalén se entiende que Jesús haga una llamada a caer en la cuenta de las dificultades del seguimiento. Deja claro que no puede ser discípulo suyo quien no está dispuesto a renunciar incluso a sí mismo y a todos sus lazos familiares, quien no carga con la cruz detrás del maestro y no renuncia a sus bienes.

    El seguidor de Jesús, como el que va a construir una casa o va a entrar en una guerra, tiene que calcular lo que le va a costar el seguimiento. Es necesario sentarse y deliberar con otros para ver si es capaz de acabar la empresa que inició. Los efectos negativos de la actuación impulsiva acarrearían las burlas de los demás. En la sociedad de esta época, eso significaba perder el honor, que era un valor clave. El modo en

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