En defensa de la sociología: Contra el mito de que los sociólogos son unos charlatanes, justifican a los delincuentes y distorsionan la realidad
Por Bernard Lahire
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En este libro, pensado y escrito con ánimo de intervenir fuertemente en el debate público, Bernard Lahire reivindica el rol de los sociólogos, politólogos, antropólogos y demás científicos sociales, porque son ellos los que aportan explicaciones que surgen de la observación y el estudio serio, los que desbaratan el mito de que vivimos en un mundo de individuos aislados que deciden sin condicionamientos sobre todos los aspectos de su vida y que, por eso, son los únicos responsables de sus propios éxitos y fracasos. Contra este culto liviano del libre albedrío y la libertad personal –coartadas para legitimar la dominación–, Lahire defiende el trabajo de las ciencias sociales, que historizan y reponen contexto, y que descubren tramas multicausales allí donde políticos y periodistas simplifican, señalando con el dedo a un solo culpable.
Con estilo franco y polémico, sostenido en convicciones siempre razonadas y en ejemplos reveladores, Lahire entrega un ensayo fundamental para pensar el rol transformador de las ciencias sociales en una democracia.
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En defensa de la sociología - Bernard Lahire
Índice
Cubierta
Índice
Colección
Portada
Copyright
Dedicatoria
Introducción. Heridas narcisistas y resistencias
1. Acusada de excusar: la sociología en el banquillo
2. Entender, juzgar, castigar
Castigar sin entender
Entender sin juzgar
¿Para qué sirve entender?
3. La ficción del Homo clausus y del libre albedrío
4. Velar a los dominados su realidad, negar la dominación
Cómo se vela la realidad de los dominados
El consentimiento individual borra cualquier dominación
5. Terminar con las falsas evidencias: la sociología en acción
El aporte de la sociología
La sociología no se reduce al estudio de los colectivos
La sociología es relacional
Fuerzas de comprensión, fuerzas de represión
Conclusión. Ciencias para la democracia
Anexo. El mundo según Val: una variante de la mirada conservadora
El fantasma de una sociología omnipresente
La sociología según Val
Singularidad, libertad, responsabilidad
La ideología del balanceo de caderas
La defensa de los dominantes: el dinero, la elegancia y lo bello
Desigualdad, mon amour
La lógica de las contradicciones
Bibliografía
colección
sociología y política
Bernard Lahire
EN DEFENSA DE LA SOCIOLOGÍA
Contra el mito de que los sociólogos son unos charlatanes, justifican a los delincuentes y distorsionan la realidad
Traducción de
Georgina Fraser
Lahire, Bernard
En defensa de la sociología: Contra el mito de que los sociólogos son unos charlatanes, justifican a los delincuentes y distorsionan la realidad.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2016.
Libro digital, EPUB.- (Sociología y política)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-629-713-4
1. Sociología. I. Frazer, Georgina, trad. II. Título.
CDD 301
Cet ouvrage a bénéficié du soutien du Programme d’aide à la publication Victoria Ocampo de l’Institut français d’Argentine/Ambassade de France.
Este volumen cuenta con el apoyo del Programa Victoria Ocampo de ayuda a la publicación, Institut Français d’Argentine/Embajada de Francia
Título original: Pour la sociologie. Et pour en finir avec une prétendue culture de l’excuse
© 2016, Éditions La Découverte, París
© 2016, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Diseño de portada: Eugenia Lardiés
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: noviembre de 2016
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-713-4
A todos aquellos y aquellas que con calma y sin reposo intentan comprender, incluso en épocas de borrascas
Introducción
Heridas narcisistas y resistencias
La sociología provoca diversas resistencias. Al hacer visibles las regularidades colectivas o los hábitos (no siempre conscientes) de los individuos, al echar luz sobre estructuras, mecanismos o procesos sociales que, aunque surcan íntima y permanentemente a los individuos, pocas veces son producto de su voluntad, esta ciencia le infligió a la humanidad una cuarta herida narcisista. Después de la herida copernicana que demolió la creencia de que la Tierra era el centro del Universo, después de la herida darwiniana que echó por tierra cualquier perspectiva de una humanidad separada radicalmente del reino animal y después de la herida freudiana que llevó a reconocer que la actividad psíquica no era del todo consciente, la herida sociológica rompió la ilusión de que cada individuo es un átomo aislado, libre y dueño de su destino, un pequeño centro autónomo de una experiencia del mundo, con sus elecciones, decisiones y voluntades, sin límites ni causas.
La sociología recuerda que el individuo no es una entidad encerrada en sí misma, portadora de todos los principios y todas las razones de su comportamiento. Así, contraría todas las visiones encantadas de un Hombre libre, autodeterminado y responsable. También echa luz sobre la realidad de las disimetrías, las desigualdades, las relaciones de dominación y explotación, el ejercicio del poder y los procesos de estigmatización. Al hacerlo, es inevitable que incomode a quienes poseen algún privilegio o ejercen un poder de cualquier índole y querrían aprovechar las ventajas de su posición entre la ignorancia general. Por eso provoca la cólera de quienes tienen interés en hacer pasar gato por liebre: relaciones de fuerza y desigualdades históricas por estados de hecho naturales, y situaciones de dominación por realidades libremente consentidas.
En la intersección de estos dos puntos neurálgicos se alza la crítica de la sociología. Desde hace casi cuarenta años, aunque de manera más intensa durante los últimos veinte, se la acusó de justificar o excusar la delincuencia, la perturbación del orden público, el crimen, el terrorismo e incluso, en un registro completamente distinto, los fracasos, la mala conducta o el ausentismo escolar. Pero quienes atacan lo que llaman la excusa sociológica
confunden derecho y ciencia. Así, consideran que entender es una manera de excusar que libra de responsabilidades.
Paradigmáticamente, esta crítica se encuentra en una obra publicada en Francia en abril de 2015, con el título Malaise dans l’inculture [Malestar en la incultura] (Val, 2015). Su autor, Philippe Val, que fue director de la redacción de Charlie Hebdo y luego de la estación de radio France Inter, desarrolla allí una reflexión personal inspirada en los atentados del 7 y 9 de enero de ese año. Su objetivo es diagnosticar los males de nuestra sociedad que, a su entender, se resumen en una palabra: sociologismo
. El término podría llevar a pensar que el autor hace una diferencia entre la sociología y sus derivas. Sin embargo, la lectura integral de la obra no deja duda alguna sobre el hecho de que, en realidad, la que está en el banquillo de los acusados es la sociología: la sociología junto con su supuesta desresponsabilización de los individuos y la colonización sociológica de las mentes. De creerle, esta disciplina tendría el control total de todas las esferas y atormentaría las mentes de todas y todos. Nos encontraríamos incluso frente al advenimiento de la era sociológica
(2015: 106). De esta manera, Philippe Val declara la guerra a la sociología y a sus adeptos, que según se supone actuarían en todo el mundo social. Como su obra condensa un gran número de lugares comunes de esta época, será objeto de un examen más detallado al final del libro.
El desarrollo de múltiples contraverdades –en su mayoría, cercanas al delirio– suscita un intenso sentimiento de indignación en aquellas personas que creen que las ciencias sociales son útiles, ahora más que nunca, en un mundo donde los discursos ilusorios buscan una y otra vez interferir en la mirada de los ciudadanos acerca de la realidad. Sin embargo, si se tratara únicamente de una toma de posición aislada o no hubiese gozado de una publicidad tan sustancial, la obra de Val no habría merecido más que risa o indiferencia. Por desgracia, no fue el caso. Así, el objetivo de estas líneas es responder al conjunto de ataques recurrentes dirigidos a la sociología con una argumentación lo más explícita y clara posible.
Las críticas que hoy en día se hacen a la sociología y, de manera más amplia, a todas las ciencias que estudian la realidad social se basan sobre una mezcla de desconocimiento y resistencia. En ocasiones, por puro desconocimiento, se atribuyen a estas ciencias intenciones o defectos que no tienen. Se confunde su trabajo de descripción e interpretación con un trabajo de justificación o de denuncia, según el caso: cuando buscan entender actos moral o jurídicamente condenables, son sospechosas de excusar; cuando enuncian estados de hecho que causan indignación (desigualdad, dominación, etc.), se las acusa por denunciar.
A algunos actores políticos, algunos periodistas-editorialistas y algunos ensayistas sin disciplina (en todos los sentidos del término) que pasan su tiempo diciendo qué está bien y qué está mal les cuesta entender que haya trabajos de investigación cuyo único objetivo sea intentar entender lo que existe de la manera más racional posible y no juzgarlo o procurar transformarlo. Sus funciones, como los lugares y carreras en que se formaron, difícilmente los predispongan a entender qué son estas ciencias.
En estos días puede armarse un revuelo cuando una ministra de Cultura confiesa que no tiene tiempo para leer literatura. Sin embargo, también habría que sorprenderse, e incluso escandalizarse, porque ni ella ni gran parte de los ministros pasados o presentes leen con regularidad libros de sociología o antropología, historia o ciencias políticas. Cuando se quiere actuar sobre el mundo físico, a todos les parece normal que haya que apoyarse en conocimientos científicos y técnicos muy sólidos. Es imposible construir un puente sin conocer las propiedades del suelo, los materiales utilizados, las tensiones y las fuerzas a las cuales el puente en cuestión estará sometido, etc. Por el contrario, es posible hacer política –tener intenciones de actuar sobre la realidad social–, sin siquiera haber leído una línea de las ciencias que la estudian.
La crítica también es una resistencia por parte de quienes, con toda razón, ven en estas ciencias un ataque a la idea de un sujeto libre y consciente, o entienden demasiado bien el riesgo que su desarrollo plantea a toda una serie de privilegios o ventajas. Privilegios y ventajas que son tanto menos atacables en cuanto permanecen en las sombras. Por ende, se vuelve necesario explicar qué son estas ciencias de la sociedad y qué no son, destruir los procesos de intención que las involucran y recordar su utilidad social.
Este texto está escrito deliberamente para no profesionales de la sociología. Por mi parte, habría podido multiplicar las referencias bibliográficas y los incisos