El enigma inaugural: Una investigación sherlockiana tras el origen del nombre de Pablo Neruda
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El enigma inaugural - Enrique Robertson
Enrique Robertson
El enigma inaugural
Una investigación sherlockiana
tras el origen del nombre
de Pablo Neruda
LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL
© LOM Ediciones
Primera edición, 2016
ISBN Impreso: 978-956-00-0642-4
ISBN Digital: 978-956-00-0906-7
Diseño, Composición y Diagramación
LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88
www.lom.cl
lom@lom.cl
El nerudiano tema que he osado intrusear –acerca del cual creo poder dar a conocer aquí un hallazgo novedoso– es el del enigmático origen del nombre de Pablo Neruda, sonoro nombre que el vate se dio cuando aún era alumno del Liceo de Temuco (fig. 1. Ver anexo de imágenes). Con ese nombre se inauguró como poeta. Transcurría el año 1920 y el estudiante temuquense contaba entonces escasos 16 años.
No dudo que todos saben que el poeta sustituyó por Pablo Neruda su nombre propio, que era el de Neftalí Reyes Basoalto. Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto. Muchos años después él mismo se preguntará: ¿Hay algo más tonto en la vida que llamarse Pablo Neruda? En relación a ese nombre, nada de tonto y de tan justo retumbo, es otra la pregunta que otros se han hecho más de una vez: ¿cómo se le ocurrió a Neftalí Reyes nombrarse, con tanto acierto, Pablo Neruda?. En lo que me toca, declaro que debo a mi profesor de castellano, Hernán Loyola, el haberme contagiado –hace más de medio siglo, en Temuco– la manía de hacerme también esa pregunta. En aquellos años elaboré una absurda teoría respecto al origen del nombre Neruda que no logró convencer a nadie. No me referiré a ella porque de manera asesada la deseché; aunque pensándolo bien
–creía que Neruda era el anagrama de una red–, tan mala no era. Dicho esto y para no alargar más la entrada en materia, me atreveré a comenzar sosteniendo que no se puede hablar de investigar el origen del nombre Pablo Neruda sin decir que fue Egon Erwin Kisch –escritor y periodista checo–
(fig. 2) quien por primera vez, a mediados del año 1937, preguntó al poeta por qué había elegido precisamente ese nombre. Neftalí Reyes había vivido poético-literariamente hasta los 33 años llamándose Pablo Neruda –y, como bien dice Loyola, «llenando ese nombre de existencia»– sin que nadie le hubiese pedido que explicara el por qué de su nombre electivo. Hasta que Kisch llegó a Madrid. A la imprevista pregunta del periodista checo, Neruda no quiso o no pudo dar una respuesta clara. Desde entonces Kisch se la repitió una y otra vez, muchas veces; durante toda una década. Egon Erwin Kisch hizo amistad con Neruda en el círculo internacional de amigos y colaboradores de El Mono Azul, publicación semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas cuyo primer número apareció en Madrid en septiembre de 1936, es decir, escasos dos meses después de iniciada la guerra civil. No pocos intelectuales hispano-americanos colaboraron en El Mono Azul. Entre los chilenos, además de Neruda, los más activos eran el músico Acario Cotapos y los poetas Vicente Huidobro y Juvencio Valle.
El chileno que tuvo el papel más protagónico en El Mono Azul fue, sin duda alguna, Pablo Neruda (fig. 3). Su participación en las actividades de la Alianza, considerada impropia de la neutralidad de un funcionario consular, sería el motivo por el que se le destituiría de su cargo. Antes de que esto ocurriera, su poema «Canto a las madres de los milicianos muertos» publicado en el número 5 –del día jueves 24 de septiembre de 1936–, apareció con la nota siguiente: «Este poema se debe a la pluma de un gran poeta cuyo nombre la redacción de El Mono Azul estima oportuno no dar por el momento». El nombre de Neruda reaparecería largos meses después, el primero de julio de 1937, con su poema «Es así», que después se llamaría «Explico algunas cosas», tal vez el más importante de los que integran su libro España en el Corazón. Dos semanas más tarde, el semanario publicó otra fotografía de Neruda en su portada. Es probable que haya sido alrededor de esas fechas cuando Egon Kisch le preguntó al poeta cómo y por qué se le había ocurrido rebautizarse Neruda. Porque El Mono Azul del 15 de julio de 1937 (fig. 4) muestra en su portada sendas fotografías del checo Kisch y del chileno con nombre checo, Neruda. También es probable que inicialmente Kisch se interesara por saber la proveniencia del apellido del poeta chileno, en el convencimiento de estar hablando con el hijo o nieto de un checo emigrado desde la maravillosa Praga –o de otro lugar de Bohemia– al sur más sur de la América del Sur. Y que por eso cuando este intruso profesional, que siempre quería estar bien informado de todo, oyó decir a Neruda que entre sus antepasados no contaba con ningún checo de ese ni de otro nombre, se sorprendiera muchísimo y quisiera satisfacer su curiosidad preguntándole:
–Pero entonces, ¿nombróse usted Neruda... por Jan Neruda?
Comprensible pregunta –que sugería la respuesta– si se sabe que Kisch nació en Praga donde hay una calle y un monumento en memoria y honor al escritor Jan Neruda, también nacido allí (fig. 5).
La obra más conocida de Jan Neruda es su libro Cuentos de Malà Strana, muy admirado por Kisch, quien en su juventud también escribió unos relatos parecidos a los cuentos de su Neruda. Indicios dados por José Miguel Varas, hacen suponer que antes de conocer a Kisch, nuestro Neruda nunca había oído hablar del Neruda checo. De acuerdo con esto último se puede asegurar que recién cuando Kisch le habló de él, el poeta chileno se vino a enterar de que en Praga había existido un escritor de ese nombre. Además –puesto que consideraba a Kisch un gran humorista– debe haber creído que éste bromeaba al relacionarlo con un escritor checo que le era totalmente desconocido. Por eso le contestó en broma desafiándole a que intentase dar él mismo con la respuesta verdadera (a la manera del: «Me preguntáis....?». «Indagadlo, indagadlo» de «Los Enigmas» del Canto General), diciéndole además que dudaba de que fuese capaz de resolver el misterio de su nombre con igual éxito que el que había tenido en otros casos. Porque Kisch, que tenía fama de ser una especie de Sherlock Holmes del periodismo, había logrado desentrañar más de un misterioso caso aplicando unos originales e infalibles métodos. Neruda cita en sus memorias el caso del coronel Redl, espía austríaco desenmascarado en 1913 por Kisch, con el que el rasante reportero logró ganar gran popularidad. Bohemia y su capital Praga eran entonces parte del Imperio Austro-Húngaro. Egon Kisch pertenecía a la minoría germanoparlante de Praga, donde se inició en el periodismo. Después trabajó diez años en Berlín, colaborando en publicaciones en idioma alemán que