Blushing, cuando sonrojarse duele
Por Enrique Jadresic
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Información de este libro electrónico
Raúl Zurita
Poeta Chileno
Premio Nacional de Literatura 2000
El libro del Dr. Jadresic, al mismo tiempo riguroso y cálido, es un gran aporte para la divulgación y mejor comprensión de un trastorno médicamente benigno pero psicológicamente atormentador y orienta a los médicos y legos sobre las posibilidades terapéuticas que ofrece la medicina en el estado actual de los conocimientos.
Dr. Alejandro Goic G.
Presidente de la Academia Chilena de Medicina
La objetividad y delicadeza de su estilo reflejan profunda sabiduría. Nos presenta y habla de personas a quienes acoge y sostiene más allá de su condición de pacientes. Son personas que comparten emociones y trozos de vida, y que encuentran en la nobleza y eminencia profesional del Dr. Jadresic una perspectiva serena y reconfortante.
Dr. Juan E. Mezzich
Ex-Presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría
La riqueza de información clínica, científica y técnica del libro es realmente extraordinaria. Pero, además, he admirado una vez más, al leer BLUSHING, la habilidad expositiva del Dr. Jadresic, su pluma elegante y poética, su honestidad reflexiva y su capacidad clínica. Como dijera Anatole Broyard (1992): “El médico, al igual que el escritor, debe hablar por sí mismo, expresarse con voz que trasmita el timbre, el ritmo, la dicción y la música de su genuina humanidad….”. Enrique Jadresic lo ha logrado.
Dr. Renato D. Alarcón
Professor of Psychiatry, Mayo Medical School
Rochester, Minnesota, USA
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Blushing, cuando sonrojarse duele - Enrique Jadresic
2013.
CAPÍTULO I
Descubriendo las emociones
El hombre, más que un animal racional, es un animal sentimental
Miguel de Unamuno
En lo que a mí atañe, mis primeros recuerdos desagradables asociados al sonrojo se remontan a los años de la pubertad y la adolescencia. Podría citar varios ejemplos, pero voy a mencionar uno que me resulta fácil evocar. En el colegio una vez presidía una reunión de curso en mi calidad de vice-presidente, en ausencia del presidente, y, por motivos que el tiempo fue desdibujando y que hoy he olvidado, sentí de pronto arder mis mejillas, lo que me generó una automática e intensa sensación de embarazo (turbación), que probablemente no hizo más que aumentar el rubor, lo que dio inicio a una alternancia de sonrojo y angustia, los cuales se iban potenciando mutuamente. No obstante la torpeza mental e incluso física que acompaña casi invariablemente, en distinto grado, a los que se sonrojan, atiné a decirle a la profesora jefe que me sentía mal y que iba a ir un momento al