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Las cartas adivinatorias de la magia blanca
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Las cartas adivinatorias de la magia blanca

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En realidad, las cartas representan un instrumento y no un vínculo; ofrecen un punto sobre el cual fijar la atención para alejar del espíritu cualquier otro pensamiento, aparecen como «amplificadores» de la percepción gracias a sus colores, a su simbolismo y a su fuerza expresiva. A esta razón se debe el que las cartas utilizadas para aportar respuestas posean tantos colores y formas: tienen un papel estimulante a través de sus armonías cromáticas y a través de sus formas y, en una atmósfera discreta y silenciosa, predisponen a la percepción del tiempo absoluto. Sin embargo, ellas solas no captan nada: la sensibilidad del clarividente es la que se combina con la dimensión del tiempo y del espacio. Las cartas son un medio que sirve para amplificar el sentido de la percepción, pero es el sentido de la clarividencia lo que permite explicar algunos acontecimientos puesto que las cartas, por sí mismas, no tienen nada que explicar. Quienes utilicen las cartas deben poseer una sensibilidad particular, una especie de don natural manifestado desde del nacimiento pero que puede afinarse con el tiempo mediante experiencias de vida, prácticas espirituales y magia blanca, y una serie de ejercicios de meditación que se tienen que realizar sobre el simbolismo que contienen los distintos dibujos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 nov 2017
ISBN9781683255420
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    Las cartas adivinatorias de la magia blanca - E. Impe­riali

    juego

    INTRODUCCIÓN A LA CLARIVIDENCIA Y A LA MAGIA BLANCA

    La clarividencia puede considerarse como un sentido de pleno derecho.

    Evidentemente, no existen escuelas o academias capaces de proporcionar un diploma para esta aptitud: se nace clarividente. En un individuo, el sentido del gusto o del oído puede estar más o menos desarrollado; de la misma forma, el sentido de la clarividencia puede jugar un papel más o menos evidente en la vida de una persona.

    A pesar de los estudios y de los programas de investigación realizados sobre este tema, conocemos muy pocas cosas sobre esta aptitud.

    Sabemos con seguridad que los clarividentes tienen el sentido del «tiempo absoluto» muy desarrollado y, por lo tanto, son capaces de ver hechos que pertenecen al futuro, al presente o al pasado, pero no somos capaces de definir fisiológicamente esta capacidad.

    La única cosa evidente es que esta facultad proviene del inconsciente y presenta por tanto características atemporales y vacíos absolutos en la relación de causa-efecto.

    Cuando el acontecimiento ya ha sido percibido con el ojo del «tiempo absoluto», el mismo sentido ya no es capaz de situarlo en el «tiempo relativo», es decir, no es posible precisar si el acontecimiento se ha producido en el pasado, si tiene que producirse en un periodo de tiempo más o menos lejano, o si se está verificando en ese preciso momento. Por tanto, es necesario hacer trabajar la propia intuición, afinando poco a poco esta visión y distinguiendo los casos de telepatía (un hecho que alguien está realizando, imaginando o recordando en ese preciso momento) de los casos llamados de premonición (un acontecimiento que todavía tiene que producirse, aunque no sea posible establecer el momento en el que se producirá).

    Después de la exposición de estas consideraciones previas vamos a ver cuáles son las condiciones particulares que permiten a una persona ejercer este poder y entrar en el reino del tiempo absoluto.

    Cada clarividente posee su propia técnica, que es única y personal y que ha perfeccionado y convertido en única a lo largo de años de experiencia y de investigaciones. Las técnicas más comunes son sin embargo:

    — el trance;

    — el sueño;

    — las cartas.

    El trance es el método característico del médium; el sueño es el método de los «sensitivos»; las cartas, el tema tratado en esta obra, son el método de los «videntes».

    Es posible plantearse entonces esta pregunta: ¿si la clarividencia es un sentido, por qué las cartas poseen un don de clarividencia?

    En realidad, las cartas representan un instrumento y no un vínculo; ofrecen un punto sobre el cual fijar la atención para alejar del espíritu cualquier otro pensamiento, aparecen como «amplificadores» de la percepción gracias a sus colores, a su simbolismo y a su fuerza expresiva. A esta razón se debe el que las cartas utilizadas para aportar respuestas posean tantos colores y formas: tienen un papel estimulante a través de sus armonías cromáticas y a través de sus formas y, en una atmósfera discreta y silenciosa, predisponen a la percepción del tiempo absoluto. Sin embargo, ellas solas no captan nada: la sensibilidad del clarividente es la que se combina con la dimensión del tiempo y del espacio. Las cartas son un medio que sirve para amplificar el sentido de la percepción, pero es el sentido de la clarividencia lo que permite explicar algunos acontecimientos puesto que las cartas, por sí mismas, no tienen nada que explicar.

    Quienes utilicen las cartas deben poseer una sensibilidad particular, una especie de don natural manifestado desde del nacimiento pero que puede afinarse con el tiempo mediante experiencias de vida, prácticas espirituales y magia blanca, y una serie de ejercicios de meditación que se tienen que realizar sobre el simbolismo que contienen los distintos dibujos.

    La concentración sigue siendo un factor fundamental. La adivinación a través de las cartas no puede practicarse en cualquier momento y es conveniente tener una disposición de espíritu particular, y un deseo de concentrarse atentamente sobre el significado de los distintos símbolos para no equivocarse en la interpretación.

    También es necesario ser capaz de establecer una relación humana sincera y profunda con el consultante.

    Si todas estas condiciones, indispensables para conseguir una buena concentración, no se producen, es mejor aplazar la sesión.

    Lo mismo es válido para los que se encuentran en el otro lado de la mesa y desean conocer el futuro: deben tener confianza y poseer un estado de ánimo positivo y lleno de curiosidad. Por tanto, para que la experiencia tenga éxito, es indispensable establecer una especie de feeling, es decir, una especie de entendimiento entre las dos personas que van a establecer un contacto espiritual íntimo. La presencia de una antipatía obvia entre el vidente y el consultante pondrá en dificultades a la persona que lee las cartas y hará que el individuo que desea conocer su futuro tenga poca confianza en ella.

    Esto afecta sobre todo a las cartas y a los poderes intrínsecos a su estructura; anteriormente hemos mencionado la relación entre el don de clarividencia y las prácticas de magia blanca.

    ¿Cuál es la relación entre magia y cartas? ¿Es posible ampliar la capacidad de percepción de las cartas a través de esta ciencia esotérica? O también: ¿después de haber leído el destino, es posible poder influir sobre él? Todas estas preguntas nos permiten tocar un ámbito asimismo muy importante. Las cartas amplían la percepción del tiempo absoluto, pero también nuestros deseos, nuestra voluntad y nuestros proyectos. De esta forma, pueden ayudarnos a captar, en consecuencia, lo que está escrito en el tiempo y en el espacio, pero pueden dar también al clarividente el poder de influir sobre estas dimensiones.

    Sabemos que el mundo de la naturaleza puede verse influido por prácticas particulares que se agrupan bajo el nombre de magia. Están divididas en prácticas negras, si lo que persiguen es causar dolor y daño a otras personas, y en blancas, si tienen como función proteger al individuo de las fuerzas negativas e influir en los acontecimientos de forma positiva y sin perjudicar a los demás.

    El hecho de leer lo que está inscrito en el tiempo y en el espacio e intentar modificar los acontecimientos a favor propio representa por tanto un único proceso que es posible seguir a través de la experiencia de la cartomancia unida a la práctica de la magia blanca.

    En realidad, no se trata de un descubrimiento sino de un retorno a los tiempos antiguos. Desde el principio de la civilización hasta la actualidad, el hombre, mediante técnicas diversas, ha intentado conocer e influir siempre sobre su destino utilizando medios muy variados y afinando las técnicas y los métodos que se han acabado fusionando.

    A este respecto, las citas de hombres famosos son numerosas. Platón, en el Symposium, definió las artes adivinatorias como un «don precioso de los dioses concedido a los hombres para influir en la realidad» y en la Apología, Sócrates pide poder hacer profecías antes de que el veneno oscurezca totalmente su espíritu.

    Orfeo, con su canto melodioso y taumatúrgico, es reconocido como el padre de todas las profecías y el fundador de todos los misterios y todas las iniciaciones; las pitias y los oráculos, como el de Delfos, el del monte Parnaso o la sibila de Cumas (región de Nápoles) eran famosos por sus adivinaciones a través de hojas que contenían símbolos particulares.

    A partir de todo esto es posible comprender que en realidad la cartomancia, en el sentido amplio de la palabra, es fruto de una estratificación lenta y gradual y también de una unión de códigos y de símbolos mágicos utilizados en las distintas civilizaciones, transmitidos oralmente a lo largo de los siglos y extendidos a continuación por la Europa de la Edad Media por los gitanos.

    Al principio, la cartomancia se utilizaba como una forma de lanzar sortilegios y como instrumento de adivinación, pero cuando en la Edad Media la convicción según la cual las cartas eran la obra del diablo se reforzó, este sistema fue víctima de una siniestra reputación que impedía su libre difusión y su utilización se limitó a la simple lectura del futuro.

    Este libro tiene como objetivo explorar las cartas en su concepción original.

    El enfoque que proponemos aquí es, en efecto, distinto del enfoque tradicional. Sin embargo, las técnicas y los pequeños rituales de magia blanca que se explican en este libro pueden utilizarse para ampliar el poder de las cartas, con el objetivo de otorgar a este medio de expresión no sólo su capacidad adivinatoria, sino también la de influir en el futuro.

    Con el objetivo de hacer más eficaz esta experiencia, hemos preparado cuarenta cartas capaces de favorecer la concentración y la sintonización con la dimensión del tiempo absoluto. El dibujo, los colores y los propios temas, aunque se refieren a la tradición más antigua, han sido realizados teniendo en cuenta diferentes técnicas adoptadas por el ser humano en el seno de distintas culturas a lo largo de los siglos y han sido adaptados al estilo y a las exigencias de la vida y de la civilización moderna.

    Después de examinar cada carta y de proporcionar una serie de consejos fundamentales para obtener el éxito en los distintos «juegos», el libro tratará algunos temas, como los miedos, los deseos y las esperanzas de cada individuo, sugiriendo juegos y sistemas así como métodos que permitan no sólo leer e interpretar los acontecimientos, sino también ejercer una ligera influencia benéfica.

    Todo esto se explica con un lenguaje sencillo, claro y directo para conseguir que el aprendizaje de los distintos sistemas sea fácil y divertido. De esta forma, paso a paso, el lector neófito podrá apropiarse también (o más exactamente apropiarse de nuevo) de esta antigua sabiduría y de esta capacidad humana que se ha reforzado a lo largo de milenios de utilización y que se encuentra casi completamente olvidada en la actualidad.

    NUESTRAS CARTAS

    Empezaremos a examinar nuestras cartas, que son las herramientas indispensables para que tengan éxito los juegos que proponemos. Existen cuarenta, y cada una representa los distintos recorridos de la vida y está ilustrada con imágenes que recuerdan situaciones, acontecimientos o personajes característicos.

    Cada carta tiene un número de referencia y presenta un sentido de lectura. El símbolo y la posición en la que esté dan a la carta un significado preciso que vamos a examinar con todo detalle.

    Empezaremos por la lista de cartas que componen la baraja, y de esta forma podremos saber su denominación oficial. Siguiendo el orden numérico que se les atribuye obtenemos la siguiente relación:

    Las cartas pueden agruparse por temas; cada uno de ellos juega un papel particular en la dinámica de la interpretación. Tenemos, por tanto, las cartas personaje, las cartas acontecimiento, las que representan el tiempo, etc.

    Vamos a examinar de nuevo la división de las cuarenta cartas agrupándolas ahora por categorías. Es muy importante reconocer el tema relacionado con cada grupo de cartas, puesto que ayuda a encuadrar mejor las figuras en el interior del juego y a captar todos los matices que puede presentar su interpretación.

    ■ Los personajes

    Representan a los actores de las acciones o los acontecimientos. Pueden representar al consultante, a una tercera persona conocida o a uno o varios personajes que todavía no están muy bien determinados y que participarán en la realización de la acción. En las prácticas de magia blanca, estas cartas poseen normalmente una identidad precisa; encarnan al consultante o a una o varias personas destinatarias del ritual mágico.

    la mujer rubia

    el hombre rubio

    la mujer morena

    el hombre moreno

    los dos jóvenes

    la juventud

    la emperatriz

    el rey

    ■ Los acontecimientos

    Estas cartas asocian su acción a un acontecimiento que tiene que cumplirse para que otras situaciones puedan seguir su curso. Se trata normalmente de anuncios, noticias que llegan, acontecimientos extraordinarios o encuentros con personajes que, aunque no son los protagonistas de los acontecimientos, influyen en las acciones del consultante o permiten que las situaciones sigan su curso. Se trata de cinco cartas que presentan simbolismos y características distintos.

    el ángel

    el mensajero

    el sabio

    la sirena

    el rayo

    ■ El tiempo

    El tiempo es un factor determinante en la predicción de los acontecimientos que deben realizarse. A menudo, en efecto, es necesario esperar que la situación evolucione antes de efectuar determinadas elecciones o antes de dar rienda suelta a acciones precisas y concretas. Estas tres cartas aconsejan esperar y calcular el lapso de tiempo que hay que respetar previendo el aplazamiento de una acción o un acontecimiento.

    el reloj

    la rueda del tiempo

    el cambio

    ■ Los sentimientos y las acciones

    Los sentimientos y las acciones están relacionados a menudo entre ellos a través de una relación de causa-efecto. Algunos estados de ánimo o algunas sensaciones precisas pueden ser la causa del acontecimiento, de la misma forma que algunas acciones y acontecimientos pueden provocar estados de ánimo muy fuertes. En las prácticas de magia blanca, estas cartas se definen como «dinámicas», porque tienden a producir estados emocionales capaces de generar acontecimientos o de influir en la vida del consultante y de otros individuos. Por lo tanto, es conveniente utilizarlas con muchas precauciones puesto que son capaces de provocar emociones tan fuertes que pueden condicionar totalmente la vida y las

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