El día que María perdió la voz
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sorprendió. Mantuvo atenta a mi hija (de 5 años) como cinco noches, hace tiempo no encontraba un libro que le mantuviera atrapada (después de Elmer, el elefante multicolor). Es largo, pero a mi hija le encantó, claro que lo escojo para dormir pero la mantenía muy entretenida y no se dormía. Debía parar y escoger otro más corto y simple, aún así me lo pidió todas las noches antes de dormir. Estaba fascinada.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Es un cuento que te da un aprendizaje, ya que en la parte en la que su hermana pierde la voz su hermano se pone contento ya que le molestaba que hablara mucho ya que no podia dormir pero al cabo de los dias ya no era lo mismo extrañaba que su hermana hablara, el apredisaje que yo recibí es que nunca sabes lo que tienes hasta que lo tienes
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El día que María perdió la voz - Javier Peñalosa M.
El día que María perdió la voz
Javier Peñalosa M.
Ilustraciones de Cecilia Varela
MENCIÓN ESPECIAL,
PREMIO EL BARCO DE VAPOR 2009
A los que buscan su voz
1
MARÍA Martínez hablaba todo el día. Se despertaba hablando. Se bañaba hablando, se lavaba el pelo hablando, y hasta le salían burbujitas de jabón por la boca.
Marcela Martínez, su mamá, decía que María había empezado a hablar desde que estaba en su panza.
A María la comida siempre se le enfriaba porque hablaba y hablaba y hablaba y no comía. Le gustaba hablar de todo: de los aguacates, del peinado de las niñas de segundo, del día que se comió una manzana, de las pelusas en la ropa, del gato del vecino, de la lonchera de Fernanda, de sus caricaturas favoritas, de los tenis de Fermín, de bicicletas, de canguros, de camarones empanizados, de todo. María hablaba de todo con todo el mundo.
Por eso cuando cumplió seis años, Manuel, su hermano chico, les pidió a sus papás que le regalaran un par de tapones para los oídos. Él y María dormían en la misma recámara, y como su hermana hablaba hasta cuando estaba soñando, le costaba mucho trabajo dormirse.
A veces, Manuel soñaba que María dejaba de hablar. En el sueño, su hermana y él se sentaban a jugar y se ponían a comer dulces, que era lo que más le gustaba a Manuel en el mundo. En ese sueño, María escuchaba lo que su hermano decía y eso era muy emocionante. Como María se la pasaba hablando, nunca tenía tiempo para escuchar a los demás. A Manuel le gustaba mucho ese sueño, por eso nunca se lo contó a nadie. Dicen que si cuentas tus sueños no se hacen realidad.
María Martínez hablaba hasta con las piedras, de verdad. Una vez,