Aparecer, desaparecer

Por Janet Evans

De una vez por todas, Julia, una organizadora de bodas, cree que la recepción saldrá sin problemas.  Luego, el anillo de compromiso de oro y diamantes de la novia, una reliquia familiar, desaparece misteriosamente.  La policía está convencida de quién es el ladrón, y ha cerrado la investigación.  Depende de Julia y sus amigos salvar a un hombre inocente de la cárcel.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 30 abr 2017
• ISBN: 9781507180549

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Capítulo uno

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—¿Está ubicado el cortejo?

—Sí, Pam.

—¿Está lista la escultura de hielo?

—Sí.

—¿Está en camino el auto de la novia?

—Aún no. Nina está a punto de arrojar el ramo.

—De acuerdo. Diles a los camareros que coloquen el bufé ahora.

—Sí, Pam.

—Ah, ¿Jeopardy?

—¿Sí?

—¿La torta está segura?

Jeopardy rio disimuladamente.

—Sí.

Pam guiñó un ojo.

—Solo me aseguraba. No queremos que se repita lo de la última vez.

Jeopardy asintió y se alejó para transmitir las órdenes de Pam. Esta sacó el móvil y llamó a su amiga. Atendieron luego de dos timbres.

—¿Pam?

—Julia, ¿dónde estás?

—En el auto. Estamos en camino. ¿Cómo van los preparativos?

—Bien. Algunos invitados ya llegaron.

—Está bien. Nina está aquí. Debo irme.

—Adiós.

=-=

—Julia, Julia, tomemos un descanso. ¡Es momento de cabina fotográfica!

—¿Qué? Pero...

—Vamos —la alentó Jeopardy tirando de su brazo—. ¿Dónde encontrarás una cabina fotográfica como esta?

—Nos tomó años reservarlas —agregó Pam—. Probemos el producto... antes de que se acumulen todos los invitados.

Julia observó lo que sucedía al frente del salón. El maestro de ceremonias estaba presentando un video hecho por uno de los amigos de la pareja.

—No debería tomar mucho tiempo... —balbuceó Julia.

Eso fue todo lo que necesitaron sus amigas para sacarla de su asiento y llevarla a la cabina.

Las tres amigas sonrieron, posaron y se sacaron fotografías. La foto salió con el contorno: perfecta para colorearla, tal como la pareja lo había solicitado. Jeopardy se lamentó por la forma de su cabeza en la foto mientras las otras chicas se reían de ella.

—Creo que debemos regresar.

—Sí, probablemente.

La recepción continuó. Se sirvió el bufé. Se compartieron la primera torta y el primer vino. La pareja tuvo su primer baile. Todo iba bastante bien.

Julia tildó mentalmente las tareas finalizadas y respiró aliviada al darse cuenta de que solo quedaba una cosa: la fiesta.

—Oye, ¿estás bien?

Julia se dio vuelta para enfrentar la fuente de la voz. Era Tyron. Julia rio por dentro y se encogió de hombros.

—Bastante —respondió—. ¿Por qué?

Tyron también se encogió de hombros.

—Te ves bastante tensa —señaló—. Deja de preocuparte.

—Es tarea de la coordinadora de bodas preocuparse en lugar de la pareja, ¿no lo crees?

—Tal vez —concedió él. Julia volvió su atención hacia la escena de la boda y notó, con una vaga sensación de triunfo, que el