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Un dragón en la nevera
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Libro electrónico121 páginas1 hora

Un dragón en la nevera

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¡Hola, amigos!

Me llamo Sara Rubio y tengo diez años recién cumplidos. Vivo en una casa normal, como la de todos vosotros, pero tiene un pequeño secreto que la hace muy especial.

Veréis, la nevera de mi casa no es exactamente lo que parece. En realidad, dentro de mi frigorífico hay un mundo mágico que se llama MundoVera, y está lleno de las cosas más increíbles que os podáis imaginar.

Hay edificios construidos con cubitos de hielo, tomates tan grandes como una catedral y un ejército de palitos de merluza que llevan espadas hechas con raspas. También hay indios salvajes con cabeza de champiñón, gambas de carreras que corren como el viento, un volcán de espinacas y otras muchas cosas sorprendentes.

En MundoVera vive el Príncipe Rubiales, un chico muy guapo que además es bastante simpático. Tiene un ayudante que se llama Donratón, que aunque es un poco despistado y algo miedoso, resulta muy divertido. Siempre que puedo, me escapo un rato al frigorífico a jugar con ellos y a correr aventuras.

Pero un peligro muy grande amenaza al reino mágico de MundoVera: ¡Un dragón de fuego se ha colado en la nevera!

Y está muy enfadado...

Nota del autor: 'Un dragón en la nevera' es la continuación de la novela infantil 'Un príncipe en la nevera'. Comparte los personajes principales (Sara y Donratón) y está ambientada en el mismo mundo mágico, pero se puede leer de forma independiente sin necesidad de haber leído antes 'Un príncipe en la nevera'.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 sept 2013
ISBN9781301612871
Un dragón en la nevera

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    Un dragón en la nevera - César García Muñoz

    dragon

    UN DRAGÓN EN LA NEVERA

    César García Muñoz

    SMASHWORDS EDITION

    Copyright © 2012 César García Muñoz

    http://www.facebook.com/cesarius32

    cesarius32@hotmail.com

    All rights reserved. Without limiting the rights under copyright reserved above, no part of this publication may be reproduced, stored in or introduced into a retrieval system, or transmitted, in any form, or by any means (electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise) without the prior written permission of both the copyright owner and the above publisher of this book.

    This is a work of fiction. Names, characters, places, brands, media, and incidents are either the product of the author's imagination or are used fictitiously. The author acknowledges the trademarked status and trademark owners of various products referenced in this work of fiction, which have been used without permission. The publication/use of these trademarks is not authorized, associated with, or sponsored by the trademark owners.

    La presente novela es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos en él descritos son producto de la imaginación del autor. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor.

    Smashwords Edition License Notes

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each person you share it with. If you're reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then you should return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the author's work.

    Edición y correción

    Nieves García Bautista

    Portada

    Julián García Muñoz

    CAPÍTULO 0

    capitulo

    ¡Hola, amigos!

    Me llamo Sara Rubio y tengo diez años recién cumplidos. Para todos lo que no hayáis leído las aventuras que viví en Un príncipe en la nevera, dejadme que os cuente un par de cosas muy interesantes.

    Vivo con mis padres en un piso en Madrid, en el Ensanche de Vallecas. Parece una casa normal, como la de todos vosotros, pero tiene un pequeño secreto que la hace muy especial.

    Veréis, la nevera de mi casa no es exactamente lo que parece. En realidad, dentro de mi frigorífico hay un mundo mágico que se llama MundoVera, y está lleno de las cosas más increíbles y de los habitantes más divertidos que os imaginéis. Hay edificios construidos con cubitos de hielo, tomates tan grandes como una catedral y un ejército de palitos de merluza que llevan espadas hechas con raspas. También hay indios salvajes con cabeza de champiñón, gambas de carreras que corren como el viento, un volcán de espinacas y otras muchas cosas sorprendentes.

    El reino de MundoVera está gobernado por el Príncipe Rubiales, un chico muy guapo que además es bastante simpático. Tiene un ayudante que se llama Donratón, que aunque es un poco despistado y algo miedoso, resulta muy divertido.

    Pues bien, hace un año, ayudé al Príncipe Rubiales y a Donratón a solucionar un problemilla que hubo en MundoVera, y desde entonces nos hicimos muy amigos.

    Siempre que puedo, me escapo un rato a la nevera para visitarles y pasármelo pipa con ellos. Y espero que vosotros también os lo paséis igual de bien.

    ¡Bienvenidos a MundoVera!

    CAPÍTULO 1

    capitulo

    Donratón estaba subido en la consola Nintendo que había sobre mi mesilla, paseando su cuerpo rechoncho de un lado a otro. Como todos los duendes de la nevera, Donratón es muy pequeño. Mide menos de diez centímetros, pero está tan gordo que su camisa de rayas rojas y blancas parece a punto de explotar.

    El hombrecillo se rascó la narizota roja, de la que salían unos pelos largos y muy finos, como los de un ratón de campo.

    —Oh, oh. ¡Debo de ser el duende de nevera más preocupado del mundo! —dijo Donratón con su voz chillona—. Los petit suisse caducados se han vuelto locos y han pisoteado las flores del palacio de MundoVera.

    —Bueno, tampoco es tan grave —contesté yo.

    —¿Cómo que no? El Príncipe Rubiales vuelve dentro de tres días y cuando vea cómo ha quedado el jardín real se va a enfadar mucho —dijo Donratón—. No sé qué hacer, caballero Sara Rubio.

    ¡Qué manía! Donratón siempre me llama caballero Sara Rubio, aunque soy una niña de diez años. En realidad ya no me molesta, sino que me hace gracia. Me llamo Sara Rubio, y el propio Príncipe Rubiales me nombró caballero cuando le ayudé a salvar MundoVera, hace unos meses.

    Porque, como ya os he dicho, y aunque parezca increíble, MundoVera es el reino mágico que hay en el frigorífico de mi cocina. Ya sé que suena un poco raro y yo también aluciné cuando lo descubrí, pero es un sitio muy divertido y he hecho muchos amigos allí.

    —¡Todas las flores pisoteadas y manchadas de petit suisse! —se quejó de nuevo Donratón.

    —No es para tanto —contesté, tratando de tranquilizarle—. Solo han sido unas pocas flores, seguro que el príncipe ni se da cuenta.

    —¿Pero qué dices? Al príncipe le encanta el orden y la limpieza. Me ha dejado al cargo de todo mientras él esta fuera y no puedo fallarle de esta manera, mi honor está en juego. ¿Qué pensará de mí? —dijo secándose una lágrima que asomaba por su ojo izquierdo.

    Después se sonó la nariz roja con un ruido muy fuerte y se guardó el pañuelo en el chaleco. El pobre Donratón estaba muy agobiado. El Príncipe Rubiales se había ido de viaje de estudios al reino del Friegaplatos y le había dejado a él a cargo de la nevera. Nadie se explicaba por qué, ya que Donratón es bastante desastre y siempre se mete en líos.

    Pero yo sí sabía el motivo. El verano pasado Donratón y yo ayudamos al Príncipe Rubiales a derrotar al malvado y apestoso duque de Roquefort, que le tenía secuestrado en los calabozos. En agradecimiento, el príncipe le había nombrado gobernador de la nevera.

    —¿Y por qué no usas abono mágico para que vuelvan a crecer las flores? —le pregunté a Donratón.

    —¿Abono mágico? ¿Con esta crisis? Está carísimo y el tesoro real está más vacío que una playa con tiburones —dijo el duende—. Tiene que haber otra solución, caballero Sara Rubio.

    Donratón es un poco tacaño, pero tiene buen corazón y es muy gracioso, así que decidí ayudarle. Pero para poder hacerlo, yo también tenía un problema muy grande que resolver… Un problema de casi cien kilos de peso: mi tía Diana.

    Mi tía había venido a pasar unos días con nosotros y estaba durmiendo conmigo en mi cuarto. Me había regalado un montón de peluches, todos bastante feos y muy raros, y los había colocado sobre mi cama, cubriéndola casi por completo.

    La montaña de peluches era tan grande que tapaba mi muñeca preferida, la princesa Juana Serrana. Es la versión española de Hannah Montana, y en vez de canciones de rock, canta sevillanas con acento andaluz. La pobre parecía asustada entre tanto bicho.

    ¡Y no me extrañaba! Menuda colección de peluches me había traído mi tía. Yo la quiero un montón, pero tiene un gusto muy raro para las faldas y para los peluches. Hasta ese momento, me había regalado un rinoceronte con el cuerno torcido, diez arañas negras de ojos saltones y un cocodrilo con los dientes muy afilados… ¿Qué sería lo siguiente?

    —Se me está ocurriendo algo para ayudarte —dije, después de pensar un momento—. Pero mi tía Diana puede ser un problema.

    —¿Tu tía Diana, la loca de los peluches? —dijo Donratón, mirando los muñecos con temor. Se notaba que le daban un poco de miedo— ¿Qué tiene que ver ella con las flores?

    —Pues que esta noche tenemos que esperar a que mi tía se duerma

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