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Mujeres de la Biblia: Un devocional de estudio para un año sobre las mujeres de la Escritura
Mujeres de la Biblia: Un devocional de estudio para un año sobre las mujeres de la Escritura
Mujeres de la Biblia: Un devocional de estudio para un año sobre las mujeres de la Escritura
Libro electrónico626 páginas9 horas

Mujeres de la Biblia: Un devocional de estudio para un año sobre las mujeres de la Escritura

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Deja que sus vidas enriquezcan la tuyaMujeres de la Biblia se enfoca en cincuenta y dos notables mujeres de la Biblia, mujeres cuya lucha por vivir con fe y coraje no difiere de la nuestra.Este libro incluye:• Una lista de las mujeres de la Biblia.• Una línea del tiempo en la que aparecen las mujeres de la Biblia.• Una lista de las mujeres pertenecientes al árbol genealógico de Jesús.• Una lista de las mujeres relacionadas con la vida y el ministerio de Jesús.Profundamente humanas y vitales, las mujeres que aparecen en este libro pueden transmitirnos aliento, tanto a través de sus aciertos, como de sus fracasos. Descubriremos el modo en que Dios actuó de maneras sorprendentes y maravillosas para acercarlas a él, y también puede hacerlo con nosotras. Este libro cubre un año de devocionales y proporciona un método sin igual para ayudarnos a desacelerar nuestro ritmo y poder saborear la historia del persistente amor de Dios por su pueblo desde una perspectiva renovada, capaz de nutrir y fortalecer nuestra comunión personal con el Señor.
IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento15 dic 2009
ISBN9780829781489
Mujeres de la Biblia: Un devocional de estudio para un año sobre las mujeres de la Escritura
Autor

Ann Spangler

Ann Spangler is an award-winning writer and the author of many bestselling books, including Praying the Names of God, Women of the Bible and Sitting at the Feet of Rabbi Jesus. She is also the author of The One Year Devotions for Women and the general editor of the Names of God Bible. Ann’s fascination with and love of Scripture have resulted in books that have opened the Bible to a wide range of readers. She and her two daughters live in Grand Rapids, Michigan.

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    one year devotional bible study on facinating women of the bible

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Mujeres de la Biblia - Ann Spangler

Introducción

Poco después de haber publicado Mujeres de la Biblia por primera vez, un colega editor me confesó lo sorprendido que estaba por el éxito inmediato alcanzado por el libro. Al descubrirlo en una librería local, predijo con convicción que jamás se vendería. Sonreía al contarnos eso, sintiéndose feliz por nosotros al comprobar que su predicción había resultado errónea. Creo que nuestro colega cometió un error muy comprensible. Había subestimado las ansias que tienen las mujeres por las historias auténticas de otras mujeres en las que se ven reflejadas sus propias luchas por vivir en fe y esperanza.

La Biblia es mucho más que una árida recopilación de genealogías, profecías y leyes. Se trata de la historia de la relación más importante del mundo: la de Dios con su pueblo. El marco de dicha historia se traslada rápidamente desde el paraíso a un mundo caído, y culmina, luego de mucha insensatez y sufrimientos, en el mismo cielo. Revela lo que fue, lo que es y lo que será. A medida que se desarrolla la historia, pone en evidencia la índole de nuestros problemas más profundos y las raíces de nuestros peores padecimientos. A través de los diversos personajes, logramos reconocer el tira y afloja que ocurre en nuestra propia alma en su lucha por responder a Dios.

A veces se logra comprender cualquier época histórica de manera más provechosa y agradable al aprender los relatos de sus hombres y mujeres más famosos, personas cuya vida refleja y a la vez influye en la época vivida. Y eso es precisamente lo que se ve en la popular serie televisiva Biografías. Dicha serie se promociona mediante un eslogan intrigante que afirma que «Cada vida tiene una historia». Por cierto se podría decir lo mismo de las mujeres de la Biblia, dado que sus vidas revelan mucho acerca del carácter de Dios y de su estrategia para salvarnos.

Si bien nos resultan conocidos Adán, Abraham, Noé, Moisés, Sansón, Saúl, David y Pedro —algunos de los hombres más notables de la Biblia— a muchos nos resultarían desconocidas Agar, Miriam, Débora, Noemí y Ester, y ni hablemos de Jael, Rizpa o Juana. Sabemos de qué modo encajan los hombres dentro de la historia de la salvación, pero, ¿qué se sabe de las mujeres? ¿Qué nos cuentan sus historias con respecto al amor de Dios y de nuestra propia manera de responderle?

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Mujeres de la Biblia considera la vida de cincuenta y dos mujeres que aparecen en las Escrituras, algunas prominentes y otras no tanto, y nos ofrece una perspectiva renovada de la historia de la salvación. El elenco de personajes es extenso y colorido, e incluye todo un desfile de prostitutas, reinas malvadas, profetisas, mujeres ricas, mujeres maltratadas, casadas y solteras, y hasta viudas jóvenes y ancianas. Lejos de ser personajes unidimensionales; se trata de mujeres reales que luchan por superar la tragedia, aunque en ocasiones la crean. Dichas mujeres arriesgan la vida y reputación por el bien de otros, y su compasión y sabiduría a menudo han evitado situaciones difíciles. Pese a que nuestra cultura es completamente diferente de la de ellas, compartimos muchas de sus reacciones emocionales y de sus preocupaciones. Nos desesperamos ante la infertilidad, nos preocupamos por nuestros hijos, anhelamos recibir un poco de afecto, nos esforzamos por adquirir sabiduría, y a veces damos cabida a algunas dudas con respecto a las verdaderas intenciones de Dios para con nosotras. Sus historias revelan mucho acerca de la gracia de Dios, su persistente amor y su habilidad creativa para producir cosas buenas a partir de las circunstancias más desesperadas.

La presente edición actualizada y ampliada de Mujeres de la Biblia ofrece a las lectoras varios cambios y mejoras. Teniendo en cuenta que muchas mujeres usan los estudios del día miércoles en un marco grupal, los cincuenta y dos estudios correspondientes se han revisado haciéndolos más dinámicos, a fin de que resultaran útiles para grupos e individuos por igual. También agregamos varios apéndices al final del libro. Dichos índices y cuadros agregan información y describen el trasfondo de otras mujeres más cuya vida constituye una parte sumamente vital de las Escrituras.

A fin de interpretar la trascendencia de las historias de estas mujeres, hemos desarrollado un programa devocional que les permitirá a las lectoras reflexionar acerca de la vida de una mujer cada semana durante un año entero. Cada tema devocional combina cinco elementos principales: inspiración, información sobre el contexto, estudio bíblico, promesas bíblicas y oración. He aquí el desarrollo semanal:

Lunes: Su historia: un retrato inspirador de la vida de una mujer.

Martes: Su vida y su época: información sobre el contexto cultural de su época.

Miércoles: Su legado en las Escrituras: un breve estudio bíblico sobre su vida, más una aplicación a la nuestra.

Jueves: La promesa que recibe: promesas bíblicas que se aplican tanto a su vida como a la nuestra.

Viernes: Su legado de oración: cómo orar a la luz de su historia.

Al centrar la atención en cada una de estas mujeres durante cinco días consecutivos, esperamos poder ofrecerles un programa devocional singular, que fomenta la lectura, la reflexión, el estudio y la oración, centrados en los principales personajes femeninos de la Biblia. Deliberadamente preparamos las lecturas de los jueves y viernes de modo que fueran más breves que las demás, a fin de brindarle más tiempo para reflexión y oración.

CÓMO UTILIZAR ESTE LIBRO

Sugeriríamos que comenzara con el retrato que describimos el lunes para lograr una buena comprensión de los elementos principales que conforman la historia de la mujer. A continuación, quizá le interese leer las escrituras específicas que se refieren a su vida, las que aparecen como «Escrituras clave» en la introducción que se encuentra inmediatamente antes de la historia. A pesar de que la narración de los lunes, destinada a inspirar, a veces se apoya en técnicas usadas en el género de la ficción a fin de poner de manifiesto las diferentes dimensiones de una historia y las reacciones emocionales de los personajes, hemos hecho el mayor esfuerzo por mantenernos fieles al texto original y derivar implicaciones razonables a partir del relato de las Escrituras. La reflexión de los martes permite observar de cerca algún aspecto en particular de la vida y la cultura de la mujer que estudiamos. El estudio del miércoles tiene el propósito de equilibrar el relato inspirador del lunes, al conducirnos directamente a la Biblia a fin de que podamos entender y aplicar las Escrituras a nuestra propia vida. Las promesas del jueves nos hacen avanzar un paso más, al proporcionar versículos bíblicos en los que podemos meditar, los cuales también se pueden memorizar o copiar en tarjetas que se pueden colocar como ayuda memoria en nuestro lugar de trabajo o en el hogar. Las oraciones del viernes tienen el propósito de edificar sobre todo lo estudiado y reflexionado durante la semana. Al incluir un equilibrio entre alabanza, acción de gracias, confesión y petición como base para la oración, esta sección procura que profundicemos nuestra comunión con Dios. Tal vez algunas prefieran saltear las secciones de estudio, en tanto que otras quizá deseen detenerse más tiempo en ellas. No hay una manera correcta o incorrecta de usar el presente libro. Esperamos que se permitan leerlo de la forma que mejor le resulte a cada una.

Ann escribió los textos de los lunes y viernes y Jean los correspondientes a los martes, miércoles y jueves. Esperamos que en su conjunto resulte una herramienta que pueda usarse tanto para el estudio bíblico y la oración personal, como dentro del contexto de los grupos pequeños. Cualquiera sea el enfoque elegido al abordar Mujeres de la Biblia, las lecturas diarias tienen el propósito de ayudarnos a aminorar la marcha y empaparnos de las Escrituras, de modo que lleguemos a saborear sus riquezas, y logremos una nueva comprensión acerca del modo en que Dios actúa, valiéndose de maneras maravillosas y sorprendentes para acercarnos a él.

Tenemos una especial deuda de gratitud con nuestros editores: con Sandy Vander Zicht, por su perspicacia, aliento y apoyo; con Rachel Boers, por su trabajo experto y esmerado sobre el manuscrito original; y con Verlyn Verbrugge, por la cuidadosa labor en la tarea de actualizar esta edición. También agradecemos a nuestro agente, Robert Wolgemuth, a Sue Brower, Sherry Guzzy y a su equipo de mercadeo creativo que les permitió captar la visión de este libro. Agradecemos además a Leanne Van Dyk por su revisión en cuanto a las perspectivas teológicas y por sus comentarios. Pocos libros pueden alcanzar el éxito sin contar con personas que luchen a su favor, y estamos agradecidas de que estas estuvieran de nuestro lado.

Por supuesto, solo nosotras somos responsables de cualquier deficiencia que encuentren en el libro. Sean las que fueren, esperamos que no les impidan lograr una apreciación más profunda de todas las mujeres de la Biblia, las que nos han precedido viviendo a la luz de la presencia de Dios.

ANN SPANGLER

JEAN SYSWERDA

2007

Eva

SU NOMBRE SIGNIFICA

«Dadora de vida» o «Madre de todos los que tienen vida»

Lunes

SU HISTORIA

La mujer se despertó y se estiró; su piel era tersa y flexible como la de un recién nacido. Primero un dedo, luego otro se movieron con suavidad al explorar el suelo que la acunaba. Podía percibir cierta calidez que la llenaba y cosquilleaba en su garganta al intentar salir, desbordando en el sonido fuerte y agradable de la risa. Se sintió rodeada como si miles de alegrías y luego un toque la calmaran sin disminuir su gozo.

Al abrir los ojos percibió un Resplandor; sus oídos oyeron una Voz. Y luego una voz más pequeña, como en un eco de alborozada respuesta: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará mujer porque del hombre fue sacada». Adán la abrazó, y la risa de ambos se encontró como arroyos convergentes.

El hombre y la mujer caminaban desnudos, sin avergonzarse, en el paraíso. Ninguna sombra se extendía sobre el Edén, ni desorden alguno ni discordia ni temor.

Luego, un día, una serpiente le preguntó a la mujer: «¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? . . . ¡No es cierto; no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal».

La mujer escuchó. Recordó el Resplandor y la voz de Dios que la habían llenado de gozo. ¿Podría verdaderamente ser como Dios? Muy presionada por ese deseo, tomó la fruta y luego la compartió con su marido. De pronto la oscuridad se extendió sobre el Edén. No venía de afuera sino de adentro, llenando al hombre y a la mujer de sombras, ansias y sufrimiento. El orden cedió ante el desorden, la armonía ante la discordia, la confianza ante el temor.

Muy pronto Adán y Eva escucharon el sonido de su Creador que caminaba en el jardín y se escondieron. Dios llamó a Adán y le dijo:

—¿Dónde estás?

Adán le contestó:

—Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.

El pecado había metido una cuña en el corazón de ellos, y Dios los expulsó del Edén, pronunciando palabras de juicio primero sobre la astuta serpiente que había tentado a la mujer, y luego sobre ella y su marido. A la maldición emitida sobre la serpiente agregó la siguiente promesa: «Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón». A la mujer Dios le dijo: «Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará».

Entonces Dios advirtió a Adán que tendría una vida de penosos trabajos, y que su fortaleza disminuiría hasta que el mismo polvo del que Dios lo había formado envolviera finalmente su cuerpo. La maldición de la muerte cayó de repente sobre el nuevo mundo.

De modo que el hombre y su esposa se vieron obligados a huir del paraíso, y Adán le puso por nombre Eva, porque sería la madre de todos los vivientes. Pero su primogénito, Caín, se convertiría en un asesino, y su segundo hijo, Abel, en su víctima.

Al pasar los años, un sufrimiento siguió a otro dentro del corazón de la primera mujer, y la última percepción que tenemos de ella nos lleva a imaginarla no como una criatura llena de frescura que surge de la mano de Dios, sino como una mujer en angustias que da a luz otro hijo. Su piel ahora se extiende como pergamino gastado sobre sus miembros, sus manos se prenden como garras a un suelo pedregoso, intentando encontrar algo a lo que se pueda aferrar, cualquier cosa que alivie su dolor. Puede sentir al niño que lleva en su interior, que la llena, y nota que su cuerpo presiona en busca de una vía de escape. Las exclamaciones de madre e hijo se unen como arroyos convergentes. Y nace Set.

Finalmente, al acunar a su hijo contra su pecho, el alivio comienza a esbozarse en el rostro de Eva. Con el descanso, retorna su esperanza; se le dibuja una sonrisa, y finalmente la risa brota de sus labios. Por más que lo intente, no puede contener su gozo. Porque recuerda el Resplandor, la Voz y la promesa que Dios le dio: Tarde o temprano, a pesar de muchos sufrimientos, su simiente aplastará a la serpiente. Al final, la mujer vencerá.

Martes

SU VIDA Y SU ÉPOCA

PARTO

Eva fue la primera mujer en concebir un hijo, la primera en albergar un óvulo fertilizado en su seno. ¿Comprendía el milagro que ocurría en su interior a medida que su vientre se agrandaba y su hijo comenzaba a moverse? ¿Entendía el milagro del amor por un hijo que aún no nació? La Biblia no nos da esas respuestas. Pero sí nos dice que Eva reconocía que la vida estaba bajo el control de Dios. Al nacer Caín exclamó: «¡Con la ayuda del SEÑOR he tenido un hijo varón!» (Génesis 4:1).

El juicio que Dios pronunció sobre Eva («darás a luz a tus hijos con dolor») sin duda fue exactamente lo que Eva experimentó al dar a luz a su primer hijo. Se trata del proceso al que apropiadamente llamamos trabajo de parto. Lo más probable es que Eva haya soportado el dolor y haya pasado por todo el proceso de parto solo con la ayuda de Adán.

Con el tiempo, las mujeres hebreas recibirían la ayuda de parteras experimentadas que sabían cómo remediar los problemas más comunes en un alumbramiento. La responsabilidad de las parteras luego del parto incluía cortar el cordón umbilical, lavar al recién nacido, frotarlo con sal para limpiarlo y luego envolverlo en pañales.

El taburete de parto* que se menciona en Éxodo 1:16 probablemente fuera un banquillo pequeño sobre el que la parturienta se sentaba en cuclillas a fin de permitir que la fuerza de gravedad ayudara en el proceso del parto. La partera, y posiblemente otras parientes cercanas, sostenían las manos de la madre para brindarle comodidad y también estabilidad al pujar.

Las mujeres han sufrido durante siglos a causa del pecado de Eva. El dolor que sufren al dar a luz a sus hijos las une en el vínculo común de una experiencia compartida. La experiencia consiste en la combinación inusual de lo terrenal y lo sobrenatural. Los dolores, los jadeos, la confusión y el desorden que se relacionan con el nacimiento de un niño pertenecen a lo terrenal, a lo propio de Eva. Pero lo que se da a luz, y el vínculo que se forma entre la madre y el hijo, es sobrenatural, algo que solamente el Creador de la vida puede forjar.

Miércoles

SU LEGADO EN LAS ESCRITURAS

Léase Génesis 2:18–25.

1. ¿Qué necesidades tiene Adán que solo una mujer puede satisfacer?

2. ¿Qué significa ser «una sola carne» en un matrimonio, tanto en lo físico como en lo espiritual?

Léase Génesis 3:1–24.

3. ¿A cuáles deseos y temores apela la serpiente cuando trata de tentar a Eva?

4. ¿Cuáles deseos y temores la vuelven vulnerable ante la tentación?

5. Cuando Eva se ve descubierta después de su pecado ¿de qué modo vive las siguientes experiencias?

Vergüenza

Culpa

Dolor

Jueves

LA PROMESA QUE RECIBE

Plantada en medio de la misma maldición que se pronuncia sobre Eva a causa de su pecado hay una promesa maravillosa. Dios le promete a ella y a las generaciones subsiguientes: «Darás a luz a tus hijos» (Génesis 3:16). La gracia y la misericordia de Dios se hacen evidentes de un modo asombroso incluso cuando emite su juicio. Promete que la raza humana continuará a la vez que anuncia que la muerte ahora será inevitable.

A lo largo de las Escrituras, la gracia de Dios a menudo se hace evidente en toda su hermosura dentro de los juicios que emite. Cuando el mundo estaba tan lleno de pecado que tuvo que destruirlo, la gracia de Dios salvó a Noé y a su familia. Cuando los israelitas se rebelaron de manera tan absoluta que el cautiverio resultó inevitable, la gracia de Dios les prometió restauración. Mientras el juicio de Dios caía sobre David por el pecado cometido con Betsabé, la gracia de Dios les dio a Salomón como hijo y sucesor.

Cuando estamos en nuestro punto más bajo, de rodillas ante el juicio de Dios, nunca olvidemos que su gracia aún obra. Y eso es verdaderamente asombroso.

Promesas en las Escrituras

De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.

—JUAN 1:16

Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.

—ROMANOS 5:20–21

Viernes

SU LEGADO DE ORACIÓN

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.

—GÉNESIS 1:27

Eleve el corazón

Busque un ambiente apacible, rodeado de la belleza de la creación, para meditar sobre lo que debe de haber sido la vida en el jardín del Edén. Piense en cómo sería su vida si experimentara paz en todas sus relaciones, si nunca padeciera dolor físico o emocional, si nunca se sintiera confundida, avergonzada o culpable, y si siempre pudiera experimentar el amor y la amistad de Dios. Permita que su imaginación corra libremente al completar los detalles del propósito original de Dios para su vida y para las personas que ama.

Luego considere lo siguiente: Usted fue hecha para el paraíso. Las alegrías que hoy disfruta son ínfimas en comparación con las que la esperan en el cielo, porque «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman» (1 Corintios 2:9).

Padre, dame una mayor comprensión de tu plan original para nuestro mundo. Ayúdame a visualizar su belleza, de modo que pueda vivir constantemente con la conciencia de que intentas restaurar al paraíso a todos los que te pertenecen. Que yo pueda rendir todo pecado y todo dolor a ti, confiando en que tú cumplirás tu propósito para mi vida. Lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Sara

SU NOMBRE SIGNIFICA

«Capitana» o «Princesa»

Lunes

SU HISTORIA

Sara tenía sesenta y cinco años, edad a la que muchas de nosotras nos jubilamos, cuando comenzó un viaje que la llevaría a un territorio espiritual inexplorado. Dejando atrás su patria, ella y su marido Abraham se trasladaron cientos de kilómetros hacia el sur, a Canaán, una tierra cargada de promesas de Dios pero carente de todo lo que les era preciado y conocido. Dios había prometido dicha tierra a Abraham y a su descendencia. A partir de él no surgiría una simple familia, un clan o una tribu, sino una nación entera, un pueblo que pertenecería a Dios como ningún otro.

La promesa se expandió como las ondas que genera una piedra lanzada al agua. Si Abraham iba a ser el padre de una nueva nación, con seguridad Sara sería su madre. Sin embargo, ella no anhelaba dar a luz una nación sino a un niño pequeño que ella pudiera besar y acunar.

Al principio a Abraham y a Sara les resultó difícil lograr el sustento en su nueva tierra. Muy pronto una hambruna les hizo tan difícil la vida que decidieron trasladarse a Egipto, donde Abraham, por temor al faraón, sugirió una maniobra engañosa para salvar el pellejo: «Yo sé que eres una mujer muy hermosa. Estoy seguro que en cuanto te vean los egipcios, dirán: Es su esposa; entonces a mí me matarán, pero a ti te dejarán con vida. Por favor, di que eres mi hermana, (ella era su medio hermana, en realidad) para que gracias a ti me vaya bien y me dejen con vida».

Así que Sara hizo lo que su marido le pidió, y el faraón pronto la anexó a su harén de bellas mujeres. Por ese privilegio le pagó a Abraham con la moneda de la época: una buena cantidad de ovejas, vacas, asnos, camellos y sirvientes. Pero aunque los dos hombres parecían satisfechos por el buen negocio, Dios no lo estaba. Procedió entonces a castigar al faraón y a su familia con enfermedades. El gobernante egipcio con presteza mandó llamar a Abraham para exigirle una explicación. En cuanto supo la verdad, permitió que Sara y Abraham se fueran, llevándose las riquezas obtenidas en Egipto.

De modo que esta pareja se trasladó nuevamente a su hogar. Ya para ese entonces habían pasado varios años desde que Abraham y Sara recibieran la extraordinaria promesa de Dios, pero todavía no tenían un hijo. Así que Sara decidió meter mano en el asunto. Imitando una costumbre común en el mundo antiguo, le dio permiso a Abraham para que durmiera con Agar, su esclava egipcia. La esclava de Sara se convertiría en la madre sustituta del hijo prometido.

Al poco tiempo nació Ismael. Pero el niño solo produjo discordia entre las dos mujeres.

Un día, varios años después, el Señor se le apareció a Abraham mientras estaba sentado a la entrada de su tienda.

—¿Dónde está Sara, tu esposa?

—Allí en la carpa —respondió Abraham.

Entonces el Señor le dijo:

—Dentro de un año volveré a verte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo.

Sara, que había estado escuchando secretamente adentro de la tienda, se rió y dijo:

—¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?

Pero el Señor le dijo a Abraham:

—¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que podrá tener un hijo en su vejez? ¿Acaso hay algo imposible para el SEÑOR? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo.

Sara tuvo miedo, y mintió al decirle:

—Yo no me estaba riendo.

Pero el SEÑOR le replicó:

—Sí, te reíste.

Un año después Sara dio a luz a Isaac, cuyo nombre significa «risa». Por supuesto que esa madre de noventa años de edad supo apreciar el humor de la situación, porque exclamó: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo, se reirán conmigo».

Pero el buen humor le duró poco a Sara.

Estalló la discordia una vez más entre ambas madres, hasta que Sara obligó a Agar e Ismael a abandonar la casa de Abraham, lo cual hizo que anduvieran errantes por el árido desierto. Si bien Dios hizo provisión para los dos parias, fue a través de Isaac que él mantendría su promesa de levantar una nueva nación y un libertador para su pueblo.

Sara murió a la edad de ciento veintisiete años y fue enterrada en Hebrón. Entre el nacimiento de Isaac y la muerte de ella habían transcurrido treinta y siete años, tiempo más que suficiente para reflexionar sobre la aventura que había sido su vida con Dios. ¿Se sentía avergonzada por el tratamiento que le había dado a la infortunada Agar? ¿Recordaba que se había reído cuando Dios le dijo a Abraham que ella tendría un hijo a la edad de noventa años? ¿Percibió el eco irónico en la risa del joven Isaac? ¿Tuvo la noción siquiera de que un día sería venerada como la madre de Israel, en efecto, que sería símbolo de la promesa, del mismo modo en que Agar pasaría a ser símbolo de la esclavitud bajo la ley? Las Escrituras no lo dicen. Pero resulta alentador darnos cuenta de que Dios lleva a cabo sus propósitos a pesar de nuestra fragilidad, nuestra poca fe y de nuestra confianza arraigada en nosotros mismos.

Por cierto, el intento pragmático de Sara por ayudarle a Dios a cumplir su promesa fue causa de mucha angustia. (Aun en nuestros días, las luchas entre Israel y sus vecinos árabes derivan de las antiguas disputas entre aquellas dos mujeres y los hijos que dieron a luz.) Con todo, y a pesar de sus celos, ansiedad y escepticismo con respecto a la capacidad de Dios para cumplir sus promesas, no podemos negar que Sara fue una mujer que con decisión aceptó correr riesgos, alguien que dijo adiós a todo lo conocido para viajar a una tierra que le era completamente extraña. Era la clase de mujer real, de carne y hueso, capaz de vivir una aventura más extenuante que la de cualquier heroína de cuento de hadas, una aventura que comenzó con una promesa y acabó entre risas.

Martes

SU VIDA Y SU ÉPOCA

NOMBRES

En los tiempos bíblicos los nombres tenían un significado que a menudo no tienen hoy. Los nombres que los padres y las madres de aquella época les ponían a sus hijos nos permiten echar un vistazo a sus vivencias personales, y a veces reflejaban su reacción emocional ante una situación dada. Cuando Sara tenía noventa años, Dios le dijo que ella y Abraham finalmente tendrían el hijo que ella tanto había anhelado. ¡Y Sara apenas lo podía creer! «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?» (Génesis 18:12). Cuando nació su hijo, Sara le puso por nombre Isaac, que significa «él se ríe», y dijo: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo, se reirán conmigo» (Génesis 21:6).

Quizá una de las escenas más conmovedoras de la Biblia sea aquella en la que Raquel, en medio de gran dolor y sabiendo que estaba a punto de morir, llamó a su hijo Ben-Oni, que significa «hijo de mi aflicción». Pero Jacob, el padre del niño, aun en medio de su dolor, por amor a ese pequeñito, le cambió el nombre a Benjamín, que quiere decir «hijo de la mano derecha» (Génesis 35:16-20). Cuando nació el hijo de Ana, ella le puso el nombre de Samuel, que suena parecido a la palabra hebrea que significa «Dios me ha oído», porque Dios había escuchado su clamor por un hijo (1 Samuel 1:20). Muchos de los profetas del Antiguo Testamento tenían nombres que se referían a su misión: el nombre de Isaías quiere decir «el SEÑOR salva», el de Abdías significa «siervo del SEÑOR», el de Nahúm, «consuelo», y el de Malaquías, «mi mensajero».

A través de las Escrituras, Dios da a su pueblo nombres que ilustran lo que ellos significan y valen para él. Somos su «propiedad exclusiva» (Éxodo 19:5; Malaquías 3:17), «el pueblo de su propiedad» (Deuteronomio 4:20), los «hijos del Dios viviente» (Oseas 1:10). Somos sus «amigos» (Juan 15:15). No importa cuál sea el nombre que te hayan dado, Dios lo conoce. Por amor él te llama por tu nombre para que te acerques, porque tú le perteneces (Isaías 43:1).

Miércoles

SU LEGADO EN LAS ESCRITURAS

Léase Génesis 12:10–20.

1. Imagina que eres Sara en Egipto. ¿Cuáles son tus sentimientos hacia Abraham en los distintos momentos de esta situación? ¿Y hacia Dios? ¿Y con respecto a tu propia persona como mujer?

Léase Génesis 16:1–6.

2. ¿Qué impresión recoges con respecto a Sara en este episodio? ¿Qué es lo que ella desea? ¿Qué es lo que teme? ¿De qué modo se relaciona con la gente?

Léase Génesis 18:10–15; 21:1–7.

3. ¿Qué te dicen estas escenas con respecto a Sara?

4. Dios obró a través de la vida de Sara a pesar de sus fracasos. ¿De qué manera puede usarte a ti a pesar de tus imperfecciones?

5. ¿Tu situación presente se parece a la de Sara antes de que Dios cumpliera su promesa, o a la de ella luego de recibir lo prometido? Explícalo.

Jueves

LA PROMESA QUE RECIBE

¡Qdifícil fue para Sara (y también lo es para nosotras) recordar las promesas de Dios y esperar que él las cumpliera. Las promesas de Dios nos son reveladas y cumplidas en el tiempo de él, que normalmente obedece a un calendario muy diferente del nuestro.

Esperar pacientemente a que Dios obre puede resultar una de las experiencias más difíciles de nuestro andar cristiano. Vivimos en la época de la inmediatez. Creemos que esperar en quietud es de alguna manera menos valioso y hasta un poco perezoso. Somos los reyes del «hazlo por ti mismo», pero muchas veces interferimos con Dios cuando tomamos las cosas en nuestras manos.

¿Estás esperando que Dios haga algo por ti? ¿Le has pedido la salvación de tu marido? ¿O tal vez la de algún otro integrante de la familia? ¿Estás orando para que un hijo rebelde regrese al hogar? Cualesquiera sean las circunstancias, el tiempo de Dios es el más oportuno. Cuando te sientas tentada a intervenir y hacer que las cosas sucedan, acuérdate de Sara. Sus intentos por lograr que se cumpliera la promesa de Dios a través de un hijo de su sierva Agar produjeron resultados desastrosos. Recuerda que Dios tiene su propia agenda, y descansa en la seguridad de que él te ama y cumplirá las promesas que te hizo.

Promesas de las Escrituras

Pon tu esperanza en el SEÑOR;

ten valor, cobra ánimo;

¡pon tu esperanza en el SEÑOR!

—SALMO 27:14

Espero al SEÑOR, lo espero con toda el alma;

en su palabra he puesto mi esperanza.

—SALMO 130:5

Por eso el SEÑOR los espera, para tenerles piedad;

por eso se levanta para mostrarles compasión.

Porque el SEÑOR es un Dios de justicia.

¡Dichosos todos los que en él esperan!

—ISAÍAS 30:18

Pero yo he puesto mi esperanza en el SEÑOR;

yo espero en el Dios de mi salvación.

¡Mi Dios me escuchará!

—MIQUEAS 7:7

Viernes

SU LEGADO DE ORACIÓN

También le dijo Dios a Abraham:

—A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y por medio de ella te daré un hijo. Tanto la bendeciré, que será madre de naciones, y de ella surgirán reyes de pueblos.

—GÉNESIS 17:15–16

Eleve el corazón

Dios le da a entender su propósito para usted al plantar sueños dentro de su corazón. El sueño de Sara era dar a luz un hijo. Busque un lugar tranquilo y pasa algún tiempo concentrándose en sus sueños. Pregúntese qué sueños son los que ha dejado de perseguir a causa de haber estado demasiado ocupada, demasiado temerosa o demasiado desilusionada. Anótelos y ore por cada uno de ellos. Dios tal vez le está pidiendo que espere, o quizá le está dando vía libre para que procure hacer realidad alguno de ellos en particular. Si es tiempo de dar el paso decisivo, es posible que encuentren eco en usted las palabras de Sara en Génesis 21:6: «Dios me ha hecho reír».

Padre, gracias por amarme a pesar de que mi alma todavía contiene sombras que en ocasiones bloquean la luz de tu Espíritu. Te pido que con el correr de los años pueda confiar en ti más plenamente en cuanto a esos sueños que me has implantado en el alma, esas promesas que me has hecho. Y que, al igual que Sara, me vea rodeada de risa a causa de la forma maravillosa en que cumples tu propósito a pesar de mi debilidad. En el nombre de

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