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Desde los albores de la arqueología mexicana y por un conocimiento tomado de las diversas narrativas plasmadas en las fuentes novohispanas elaboradas por los frailes evangelizadores en el siglo XVI, la figura de Quetzalcóatl (serpiente de plumas preciosas), gobernante de Tula, aparece relacionada con el cerro Coatepec (cerro de las serpientes), lugar de nacimiento de Huitzilopochtli (colibrí del sur), ya que se menciona que uno se encuentra en los términos del otro.
Dualidad antagónica
Las fuentes históricas señalan que en el Coatepec vivía Coatlicue (la de la falda de serpientes), madre de los Cenzohuiznahuac (los cuatrocientos surianos, la Vía Láctea) y de Coyolxauhqui (la Luna). Coatlicue recogió una bola de heno y se la colocó en su regazo quedando embarazada, lo que provocó el enojo de sus hijos que pensaron en sacrificarla. El niño que traía en su vientre le hablaba diciendo que no se preocupara porque, llegado el momento, él la iba a proteger. Cuando los Cenzohuiznahuac y la Coyolxauhqui iniciaron el ataque al Coatepec, nació Huitzilopochtli armado con la serpiente de fuego, la Xiuhcóatl, que le permitió exterminar a sus hermanos y matar a Coyolxauhqui, cuya cabeza quedó a la mitad del cerro y su cuerpo desmembrado al pie.