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Teotihuacán fue una de las ciudades más originales de la antigüedad, una gigantesca metrópoli densa y pluriétnica, la urbe más grande del continente americano antes de la llegada de los europeos, y uno de los centros urbanos más grandes del mundo, después de Constantinopla o Alejandría. Aunque solo se conoce un mínimo porcentaje de sus dimensiones completas, se trata de una ciudad deliberadamente planificada que tuvo su apogeo entre los siglos III y VII de nuestra era. Para el siglo II, sus construcciones contaban ya con un patrón axial; y sus avenidas, con una traza regular dentro de un modelo simétrico de tipo ortogonal. Desde el punto de vista de la arquitectura, pues, sus orientaciones fueron exactas y sus distribuciones espaciales se establecieron de modo premeditado con el fin de tener resultados en armonía con el entorno natural y montañoso. En efecto, la ciudad de Teotihuacán fue construida de manera estandarizada, donde todas las formas estructurales se desdoblan en cuadrantes, paralelos y perpendiculares a partir de la Calzada de los Muertos, el eje principal que ordena toda la urbe. Se han excavado cientos de basamentos piramidales y todos forman parte de un sistema de ingeniería hidráulica tan, de manera que estos datos nos hablan de una gran concentración de gente; de una economía de excedente, de una sociedad estratificada y, por lo tanto, de un control gubernamental altamente organizado. Aunque no se cuenta con evidencia clara sobre cierto poderío militar, sabemos que, más bien, la urbe funcionó como un gran emporio comercial y artesanal. Es decir, gran parte de la metrópoli se desenvolvió dentro de una retícula cerrada organizada en distritos, y estos a su vez en barrios, esto es, se han detectado cientos y cientos de espacios familiares y de talleres especializados a razón del mismo parentesco y del mismo oficio en cada caso. Cada multifamiliar contaba con sus estancias, dormitorios, zonas de almacenamiento y de deshecho, un patio de culto y áreas funerarias; asimismo, cada familia extensa debió organizarse laboralmente como ceramistas, moldeadores de figurillas, lapidarios, estucadores, pintores, tejedores, entre otros oficios.