La NASA abrió la veda con sus experimentos, la FDA aprobó la tecnología para su desarrollo en el 95 y con el nuevo siglo se produjo el primer “milagro”: células de carpa dorada cultivadas para parecerse a filetes de pescado, desarrolladas en el 2000 por NSR/Touro Applied BioScience Research Consortium.
El hito llegó en 2013: la primera hamburguesa de laboratorio en Londres, creada en la Universidad de Maastricht. Tardó más de dos años en producirse, tenía 20 mil hebras finas de tejido muscular y costó la friolera de 250 mil euros. En 2020, la Agencia Alimentaria de Singapur (SFA) aprobó la venta del pollo de laboratorio.
En esta década, el nicho gana músculo dentro del foodtech -la consultora McKinsey