“¿Cuánto debo beber al día?”
Es una pregunta que muchas personas se hacen. El riñón es un órgano tan eficaz, compacto y milagroso que deja en ridículo a las máquinas de diálisis que ha ideado el ser humano (aunque gracias a esas máquinas hay muchas personas que, sencillamente, siguen vivas). El riñón filtra diariamente 180 litros de sangre, a los que purifica de sustancias de desecho producidas por nuestro propio metabolismo, y otras que ingresan en nuestro organismo, como por ejemplo muchos fármacos, o tóxicos como la nicotina.
Para que este sistema de limpieza pueda operar con eficacia, precisa que el volumen de líquido que fluye a través de él sea lo suficientemente importante como para arrastrar los “residuos”. La deshidratación (evidente o subclínica) es una gran amenaza en el proceso de limpieza del organismo y uno de los más frecuentes factores estresantes de los riñones.
Y muchas personas acaban accediendo a un estado de deshidratación larvada o solapada, simplemente porque se olvidan de beber o porque lo que beben carga aún más a los riñones, como por ejemplo la cafeína y las bebidas